“Desde el principio hubo una intención de juego por parte de ellos; nosotros, encantados” contó Martín Benchimol en la charla que él y su socio creativo Pablo Aparo mantuvieron con Espectadores a propósito del estreno de su segundo largometraje, El Espanto. ‘Ellos’ son los habitantes de un pueblito bonaerense generoso en curanderos, pero con uno solo capaz de sanar la rara enfermedad cuyo nombre inspiró el título de la película. El encanto experimentado por ese ‘Nosotros’ que remite a los realizadores –los mismos autores de La gente del río– es extensible a los espectadores que disfrutamos de toda invitación a cuestionar los límites entre realidad y fantasía, entre documental y ficción.
♣ DOCUMENTAL PÍCARO
Espectadores: El Espanto desembarca este jueves en el cine Gaumont después de haber circulado por el BAFICI de 2017 y por varios festivales extranjeros. ¿Cómo trasciende fronteras una película ambientada en un rinconcito nacional?
Martín Benchimol: La película se proyectó en ciudades tan disímiles como La Habana, Guadalajara, Amsterdam, Toulouse, Cracovia y esta repercusión nos sorprendió porque en un momento tuvimos miedo de que fuera muy local lo que estábamos haciendo. Por otra parte nos preguntábamos qué pasaría con el sentido del humor del film.
Evidentemente El Espanto tiene algo universal porque llegó a públicos de distintas nacionalidades, eso sí, no siempre de la misma manera. Por ejemplo en Amsterdam se reían cada vez que aparecía el sapo [NdR: sapo hechizado con una cintita roja]; en cambio no reaccionaron en partes que para nosotros eran un hit.
Espectadores: ¿Creen que el humor fue el elemento convocante?
Aparo: Por un lado, el humor. Por otro lado está la identificación con los pueblos chicos que existen en todos lados. En Barcelona alguien nos dijo: ‘Esto parece el pueblo de mi abuela’.
Benchimol: Y también hay algo universal en el intento de curarse de otra manera, sin recurrir a la medicina tradicional.
Espectadores: ¿El humor surgió en forma espontánea o ustedes lo buscaron?
Aparo / Benchimol (al unísono): Las dos cosas.
Aparo: De entrada, el vínculo con los habitantes de Elvira [NdR: El Dorado en el film] se dio con una buena dosis de confianza y sentido del humor. Más de parte de ellos: a veces no sabíamos si era cierto lo que nos contaban.
Benchimol: Eso se instaló rápido porque nosotros ya habíamos hecho La gente del río ahí cerca [NdR: en un pueblito llamado Ernestina]. Entonces ya nos conocían por esa película y conocían el tono de esa película que también era humorístico… Desde el inicio hubo una intención de juego por parte de ellos; nosotros, encantados. Pasó también que, a medida que el rodaje avanzaba, ellos fueron captando su rol en El Espanto.
♣ HACER CAMINO AL ANDAR
Espectadores: ¿En este contexto lúdico hicieron cambios sobre la marcha?
Aparo: Sí. Al principio habíamos pensado que la película giraría alrededor del único curandero capaz de curar el Espanto. Pero cuando conocimos a los demás habitantes que curaban otras enfermedades, pegamos el volantazo. Porque finalmente nos interesó, más que la figura de Jorge, lo que la gente del pueblo había construido alrededor de Jorge… Esto sucedió en plena producción, quizás un poco antes de empezar el rodaje. Ahí tomamos la decisión de concentrarnos en lo coral.
Benchimol: Escritura, rodaje, montaje se cruzaron todo el tiempo. A veces en el rodaje pre-montábamos una secuencia muy cortita para ver qué pasaba. A partir de lo que observábamos, escribíamos algo que faltaba.
Aparo: No teníamos miedo de hacer retomas, o de pedirle a la gente que volviera a decir algo que había dicho antes pero que no quedó bien filmado. También recreamos otro tipo de cosas. Fue un gran ejercicio por momentos abstracto, por momentos muy concreto. Era llegar a Buenos Aires con un material no cerrado, editar un poco, regresar al pueblo y volver a pensarlo.
Benchimol: Quisimos que el límite entre documental y ficción fuera difuso, que el espectador sintiera la misma incertidumbre que nosotros cuando escuchábamos relatos que por momentos parecían reales y por momentos parecían actuados… No somos documentalistas de pura cepa; de hecho antes de hacer La gente del río habíamos empezado un proyecto de ficción.
Espectadores: ¿Cuánto tiempo estuvieron en Elvira?
Benchimol: Entre idas y venidas fueron dos años. En el pueblo nos instalamos períodos de días y semanas, y a veces dejamos de ir por tres o cuatro meses. Al principio, dormíamos en un hotel de las afueras. Con el tiempo fuimos metiéndonos en la dinámica del lugar y la gente terminó alojándonos en su casa.
Aparo: Una de las cosas más valiosas de la película es que muestra el paso del tiempo. Y de hecho en esos dos años ocurrieron cosas nuevas en Elvira y nosotros las tuvimos en cuenta. Esto es imposible en una estructura más clásica de rodaje.
Espectadores: ¿Existe cierta continuidad entre El Espanto y La gente del río? En caso afirmativo, ¿se extenderá a futuros proyectos?
Benchimol: Con La gente del río encontramos un estilo que no parecía referenciado. Quizás haya antecedentes pero en nosotros esa manera surgió orgánicamente. Aunque primero El Espanto iba a ser un poco distinta, después nos pareció que el formato del film anterior volvería a funcionar muy bien. Nuestra mirada va bien con esa estética. Además, tratándose de una película sobre las creencias, consideramos que eran saludables los límites difusos.
Aparo: Por un lado hubo un proceso orgánico que hizo que El Espanto siguiera por el camino que empezamos con La gente del río. Encontramos un estilo que nos resultó cómodo y que nos sale de una manera bastante natural. Por otro lado, señalo algo personal: las comunidades chicas me resultan muy atractivas. Dicho esto, no sabemos qué va a pasar en el futuro.
Benchimol: Hay cosas gestándose. Por ahora sabemos que en ese tono nos peleamos de una manera productiva (risas), y que este formato nos potencia.
Espectadores: ¿Cuáles fueron los puntos principales de desacuerdo?
Benchimol: Discutimos mucho durante el montaje, sobre todo cuando imaginábamos las preguntas que la película inspiraría en el espectador.
Aparo: Eso, en lo micro. En lo macro, discutimos mientras armamos el relato. Con una tercera opinión contundente, (la editora) Ana Remón nos ayudó a que no nos matáramos (risas).
Espectadores: ¿Dejaron mucho material afuera?
Aparo: Uno se involucra mucho con el material y le cuesta tomar algunas decisiones. Cuando eso sucedía, hacíamos algunas pruebas, las dejábamos en stand by para ver qué pasaba después, y organizábamos algún visionado con colegas. En definitiva no dejamos mucho afuera.
Espectadores: De las películas que participaron de la competencia oficial argentina del 19º BAFICI, El Espanto ganó el premio ASA al mejor sonido. ¿Cuánto aportó el trabajo de Manuel De Andrés?
Benchimol: Muchísimo en términos de ambientación. Juntos buscamos con rigurosidad un ritmo que acompañara el texto, y sobre todo distintas gamas de silencio.
Aparo: Al no haber música, el trabajo es doble. Tenés que generar musicalidad con los elementos que estás viendo, casi. Quisimos que cada familia tuviera su personalidad, también desde el punto de vista sonoro.
♣ ACCIÓN Y REACCIÓN
Espectadores: ¿Cómo reaccionaron los habitantes de Elvira cuando la película se proyectó en el pueblo a principio de este año?
Benchimol: Fue la mejor proyección de todas. Ellos, más que nadie, entienden su humor y conocen el yeite de cada uno. Hubo caras de regocijo.
Aparo: Estuvo muy buena. Si tuvimos nervios por los límites que cruzamos mientras hicimos la película, desaparecieron cuando vimos esta reacción.
Espectadores: ¿Los habitantes del pueblo se hicieron preguntas sobre la repercusión del film?
Benchimol: Muchos tienen redes sociales y siguen las noticias de la película. Yo noté durante el rodaje y la proyección que brotó un orgullo muy grande.
Aparo: El impacto de los festivales se da cuando vas, no tanto a la distancia; a nosotros nos pasa igual. Cuatro o cinco lugareños asistieron a la primera función del 19ª BAFICI, saludaron al público y contestaron preguntas de los espectadores. Creo que ahí se dieron cuenta de la repercusión.
Espectadores: ¿Qué relación mantienen ustedes con la medicina tradicional y con las curas alternativas? ¿La realización del Espanto la modificó?
Aparo: Ahora estoy probando todo (risas). Antes era más escéptico o más de la medicina tradicional, y ahora siento que eso no alcanza. Empecé a tantear con la homeopatía y quiero intentar con la meditación.
Benchimol: A mí siempre me atrajo lo esotérico. Y además me pasó una cosa concreta en el rodaje: asistí a algo muy verdadero que pasa entre el paciente y el curandero. La persona se va aliviada. Para mí éste fue un aprendizaje muy groso: que la sanación empieza con las ganas o la fe en curarse.
♣ TRABAJO GIGANTE
Espectadores: ¿Cuentan con apoyo institucional para la exhibición?
Aparo: Poco… Nosotros elegimos no trabajar con distribuidores sino con la productora directamente y es un trabajo gigante. La nuestra no es una película de ficción con Ricardo Darín; entonces cuesta muchísimo más todavía.