Revista Cultura y Ocio
“Hoy en mi ventana brilla el sol, y el corazón, se pone triste contemplando la ciudad, por qué te vas”
Era un tiempo de faldas de tablas a cuadros, de calcetines hasta las rodillas, de juegos en el jardín, de refugios en el fondo de una piscina, de carmín en los labios y teatrillo de realidad en pequeño, con mamá, papá, criada y diálogos hirientes que se vuelven grotescos en la voz de unas niñas…
La infancia, toda una vida en el camino de la vida… Demasiado pronto para descubrir que la verdadera realidad de la vida es la muerte. Un tiempo en que la muerte es sinónimo de abandono y el por qué te vas nunca encuentra respuesta…
Demasiadas peleas, demasiado dolor, demasiado sufrimiento, demasiada cercanía con la muerte… Demasiada realidad para una niña que aprende a vivir demasiado rápido, obligada a crecer demasiado deprisa…
Pero la infancia se defiende de la vida, que pretende hacerla crecer a destiempo, a golpe de pérdida, dolor y sufrimiento.
La imaginación, verdadera realidad de la infancia, será su defensa. La que convierte en posible cualquier realidad imaginada, la que transforma en realidad cualquier recuerdo… Y entonces puede subir a una azotea, y lanzarse al vacío y volar por encima de los tejados; y volver a sentir los cálidos besos de su madre mientras la peina; y escuchar su voz mientras le cuenta un cuento; y disfrutar de nuevo del sonido del piano mientras toca esa canción que le gusta, sí esa…
Fue la infancia de Ana una infancia triste. Y en esa mezcla perversa de infancia y muerte Ana creará un vínculo con ella. Ya no será una amenaza, más bien al contrario. Pasará de enemiga que le arrebata a su madre a aliada para eliminar de su mundo cualquier elemento que perturbe esa realidad propia creada de recuerdos y deseos.
“Bajo la penumbra de un farol, se dormirán, todas las cosas que quedaron por decir, se dormirán…”
Que se muera. Que se muera. Quiero que se muera.
Cuentan quiénes saben de esto del cine que Saura escribió el guión de “Cría Cuervos” pensando en Ana Torrent, tras haberla visto en “El espíritu de la colmena” de Víctor Erice.
Y es que, “Cría cuervos” es Ana Torrent. Sin intención de desmerecer las actuaciones del resto del reparto, la actuación de Ana Torrent en esta película, con tan sólo 9 años, es para quitarse el sombrero. Su mirada, con esos inmensos ojos oscuros, traspasa la pantalla hasta llegar directamente al alma, consiguiendo lo que sólo está al alcance de algunos privilegiados, hablar al espectador sin palabras.
De la ternura al estremecimiento, impresionante Ana Torrent