Revista Cine
Criadas y señoras (2011), de tate taylor. lejos del cielo.
Publicado el 21 noviembre 2011 por MiguelmalagaHay algo que nunca he entendido de los Estados Unidos de América, país por tantas cosas envidiable. Y es que, siendo una de las más antiguas democracias del mundo, también ha sido un país condenadamente racista. Hay que pensar que "Criadas y señoras" transcurre hace sólo cincuenta años, en la misma época en la que los elegantes ejecutivos neoyorkinos de "Mad Men" se movían por Park Avenue y mantenían insustanciales charlas mientras un ascensorista negro les subía a sus lujosos despachos. Mientras, en el estado de Mississippi imperaba un racismo decimonónico, que hacía que los negros fueran los criados de las familias blancas, sin apenas derechos, de generación en generación.
Y esta esclavitud encubierta disimulaba su mala conciencia con grandes dosis de paternalismo y ceguera interesada. Las familias bien necesitan tener un servicio discreto que gane poco, carezca de derechos y carezca de capacidad de protesta. También lo hemos visto en España, en los años del boom inmobiliario. Los españoles, cegados por el maná del río de dinero que parecía no tener fín necesitaban de la inmigración para limpiar la porquería de sus flamantes casas. Pero de qué estoy hablando, España nunca ha sido un país racista.
"Criadas y señoras" tarda en arrancar, pero cuando lo hace toma de la mano al espectador y le hace su cómplice hasta el final. Hay que reconocer que la película ha sabido mezclar sabiamente dosis de comedia y tragedia sin que el conjunto quede descompensado. No sé si me equivocaré, pero este tipo de producciones suelen ser del tipo que le gustan a los que deciden los Oscars.
No he leído la novela de Kathryn Stockett en la que se basa, pero al menos el argumento me parece original, puesto que si de lo que se trata es de ofrecernos los puntos de vista divergentes de una tragedia invisible y cotidiana, lo mejor es hacer hablar a sus protagonistas. Me gusta mucho que la verdad aparezca al final a través de la palabra impresa, ese medio tan poderoso para cambiar la realidad cuando refleja la voz de los oprimidos.
La película, a pesar de ser altamente recomendable, tampoco es redonda. Hay un par de elementos que su director debería haber pulido un poco mejor: el comienzo y el final, muy descompensados respecto al resto de la trama (sobre todo el final, con demasiadas escenas que parecen la conclusión definitiva y no lo son) y los personajes blancos femeninos, a excepción del que compone Emma Stone, demasiado esquemáticos y maniqueos, sobre todo uno que debe probar un alimento digno de película de Pasolini. No digo más.
Como amante del cine me quedo con una escena muy breve y reveladora. Por televisión salen noticias alarmantes de disturbios debido a la muerte de una persona de raza negra. Los criados de una de las señoras miran con atención sin entender muy bien si las imágenes tienen que ver con ellos o no. De pronto aparece la señora y literalmente se esfuman. Estaban abusando de su (inexistente) derecho a la información.