Revista Deportes

Criados con clase

Por Antoniodiaz

Criados con clase
Nace octubre y vuelve al candelero Zaragoza, la ciudad de la Pilarica, de las jotas, y de los asedios de Napoleón, con equipo de fútbol en primera división, y plaza de primera categoría, no se sabe muy bien si de abastos, de parking, del mercado, o de guardería. Porque de toros no será. Y eso que a las ocho y pico de la tarde salían los taurinos como unas castañuelas hablando de esos toros tan modernos de Juan Manuel Criado, de la calidad, las posibilidades y la clase que tenían. `Con un pelín más de fuerzas, y con un par de veces menos que se hubieran caído cada uno, hubieran sido de lío gordo, pero tenían la clase de los toros buenos ´-comentaba uno de Triana-. 
Como yo no entiendo de toros, y la poca idea que tengo la gasto en imaginarme y convencerme de que un toro lo que tiene que tener son cuernos, casta y vigor, he tenido que echar mano a un sobrino de ocho años para que me esclarezca la cátedra de los taurinos y sus representantes gubernativos -leáse figuras-. 
- Rafalito, hijo, ¿tú sabes lo que es la clase?

- Sí, claro. La clase del cole, un sitio muy aburrido en dónde a los niños malos nos ponen de rodillas.

- ¿No sabes ningún significado más de la palabra clase?

- La de las ovejas, que son segureñas, churras o merinas, como Copito de Nieve. O la de la gente. Está el Rey, están los ricos, y luego nosotros. O la de Marichalar, y los Principes, que dijo la tele que tenían clase, sería porque no se les entiende lo que hablan. O la clase de mates, de lengua o de inglés, que enseñan los profesores.

- ¿Y la clase en los toros?

- ¿Los toros también van a la escuela..?
¿Se puede llegar a entender mejor la tarde después de la conversación con un niño de ocho años? Perfectísimamente. Es que ésta, la del siglo XXI, es una fiesta preparada y preconcebida para mentes infantiles e inocentes con la cartera llena de cuartos. Ahora puedo contar, sin temor a equivocarme, y con conocimiento de la causa taurina, que los toros de Juan Manuel Criado estuvieron enclasados superiorísimamente. Que Manolo Sánchez se topó con uno de los alumnos malos de la escuela de La Misericordia, y como buen maestro que es, lo hizo ponerse de rodillas las veces que hizo falta. A eso lo llaman estar `en maestro´de verdad. Que el cuarto, que en principio era el único que se asemejaba, aunque letanamente, a Su Alteza El Toro Bravo, decidió que no era plan, y se descalabró en un tris, a lo Marichalar, no valiendo nada más que para arrastrar las patas. De ahí que haya procesiones de taurinos en las tertulias hablando del cambio de clase que tuvo el cuarto...En el lote Paulita se llevó uno de la clase obrera, pues cada vez que llegaba a los pies del patrón se postraba en señal de respeto. Lo hacía las veces que hiciera falta. ¡Viva los toros enclasados y educados! El otro que le tocó en suerte fue un borrego de la clase merina, que no se cayó más porque el torero hizo las veces de pastor, veterinario y sacerdote especialista en dar la extrema unción. Y Morenito de Aranda pechó con los dos alumnos más aventajados en la clase de matemáticas: empollones con la lección bien aprendida, dispuestos a topar hasta el infinito, a donar sus orejas y rabo para la estadística, a no dejarse picar ni para un análisis y a degradar la ciencia criptógrafa que era la tauromaquia hacia la multiplicación parvularia del dos por dos.Viva la Fiesta de los Toros y viva los matadores de toros de clase.

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