Las ovejas nos proporcionan, además de su carne exquisita, lana y, en diversas partes del mundo, su leche, que no sabe ni mejor ni peor que la leche de vaca o de cabra.
En muy pequeña escala, criar ovejas tiene el problema de aparearlas; no vale la pena tener un carnero si tenemos menos de, digamos, media docena de ovejas. Si compramos un carnero, para que nos cubra las pocas ovejas que tenemos, pagamos un precio muy alto por él, pero cuando se vende después de haberlas montado, o al año siguiente, se cobra un precio de risa. Y si se come, su carne se encontrará muy dura.
En general, se pueden hacer dos cosas y serán las más sensatas: criar algunas ovejas domesticas y llevarlas al carnero de otro granjero (complaciente) para que se apareen en otoño; o tomar un carnero en préstamo, si es posible.
Si le ponemos al carnero un peto con un fluido de marcar, o le frotamos el pecho con cualquier tipo de tierra de color o sustancia colorante seca, se podrá saber cuándo han sido montadas las ovejas y devolver entonces el carnero.
Las ovejas prosperan en pastos en los que no ha habido, al menos durante seis meses, ninguno de sus congéneres; así están exentos de parásitos de ovejas. Cinco ovejas comen tanta hierba como un buey, así que una hectárea de buena hierba sustentará en verano 12 ovejas, pero el peso vivo de ganado por hectárea será mucho menor en invierno, porque entonces la hierba no crece.
En invierno, las ovejas benefician mucho la hierba: la desbrozan por completo después que las vacas han pastado en ella todo el verano, porque pastan de un modo mucho más corto que aquellas. A veces es posible guardar ovejas en un cultivo intermedio de verduras de invierno: nabos, colza o verduras resistentes que se plantan después de la cosecha recogida a principios de verano.
Durante el invierno las ovejas preñadas necesitan poca cantidad de pienso, se conforman solo con poca hierba. Naturalmente en climas muy fríos necesitan heno y, posiblemente, también grano. En estos lugares las ovejas suelen pasar el invierno en el establo. En primavera, tan pronto como hayan parido, se las pondrá en la hierba mejor que se tenga, preferiblemente, donde no hayan pastado ovejas durante algún tiempo.