En América Latina vive cerca de una décima parte de la población mundial, pero se registra casi la tercera parte de los homicidios. No es difícil imaginar que sean cuantiosos los recursos que se destinan a combatir el crimen y las sumas de dinero que se pierden por cuenta de la violencia. De acuerdo con la más reciente medición del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), un 2,9% del PIB en promedio cuestan el delito y los hechos violentos en países que gastan relativamente poco en esa materia.
Por costo se entiende lo que invierte una economía en seguridad, el sistema judicial o campañas educativas contra el crimen, así como los ingresos que se dejan de percibir por la falta de confianza. Es indudable que un país violento genera, entre otras cosas, desconfianza para la inversión y en las instituciones. En su estudio, el primero de una serie de documentos sobre la incidencia económica de la violencia en A. Latina, el BID asegura que los países indagados en esta ocasión, salvo Paraguay y Honduras, pertenecen a un grupo con costos moderados, que serían, de hecho, relativamente cercanos a los de los integrantes de la Mancomunidad.
A Chile, Costa Rica y Uruguay el crimen y la violencia les cuestan US$3.888, US$684 y US$895 millones, respectivamente. La cifra para Honduras y Paraguay ascendió a US$704 y US$763 millones. “El gasto público chileno sería de 0,5% del PIB, el costarricense de 0,8% y el uruguayo de 1,3%. Mientras tanto, Honduras y Paraguay muestran niveles de gasto público del orden de 1,5 y 1,9% del PIB, respectivamente”, detalla el informe.
En el grupo de países con altos costos, además de Paraguay y Honduras, con base en estudios anteriores que tendrían que ser actualizados, estarían Colombia, El Salvador, Venezuela, Brasil y México. De acuerdo con cifras registradas en la década de los 90, las pérdidas como porcentaje del PIB en esos países eran, respectivamente 11,4, 9,2, 6,9, 3,3 y 4,9%. “En los primeros estudios regionales, realizados entre 1998 y 2002, las estimaciones de los costos del crimen eran muy diversas y oscilaban entre el 2 y el 14% del producto regional bruto”.
Según la bibliografía y encuestas de victimización, en la región los estratos más victimizados por crímenes como el hurto son los de mayor ingreso, lo que sugeriría que “en la elección de los blancos del delito por parte de los delincuentes hay una búsqueda de rendimiento”. Además, “en Colombia, concretamente, también demuestran que los crímenes violentos tienen un comportamiento muy diferente, puesto que los secuestros se concentran en los ricos y los homicidios en los pobres”.
En el país, recientemente, también se han realizado estudios de cuánto avanzaría la economía en un escenario de posconflicto. En 2014 la Facultad de Economía de la U. de los Andes adelantó una investigación según la cual, de lograrse la paz, el PIB departamental tardaría 10 años menos en duplicarse.
El BID finalmente llama al mejoramiento de las estadísticas. “La estimación del costo del crimen es útil para fundamentar más adecuadamente las políticas de prevención y control del crimen, así como para mejorar la asignación de recursos”. La tarea no es menor en una región en la que, según el informe Latinobarómetro de 2012, un 32% de los habitantes creen que la violencia y las pandillas son los principales problemas de sus países.
Via:: Colombia