Criminales on the rocks

Entre los estrenos de esta semana la película Silencio en la Nieve cuenta la investigación de unos asesinatos que dejan al detective tan helado como los cadáveres que encuentran congelados en la nieve. La película se ambienta en los avatares de la División Azul, los 45000 españoles que lucharon contra el ejército de Stalin entre 1941 y 1943,  abordando de paso otros temas históricos y filosóficos.
Por un lado, la barbarie de la guerra: Silencio en la nieve la muestra en la retaguardia y, por tanto, aparecen pocas ametralladoras, tanques o bombas. En contraste con otras películas sobre la primera línea de fuego como La cruz de hierro, que dispara tantos planos detalle de ametralladoras humeantes  que parece que las máquinas asumen vida propia; no queremos creer lo que el ser humano es capaz de perpetrar. 
Por otra parte, el tema de la soledad del soldado que se postra sobre el camarada abatido se expresa acertadamente con este picado de la cámara, desolación que se incrementa aún más en el marco de la nieve desierta.
La soledad también se narra, aunque mitigada por la belleza del paisaje, con el siguiente fotograma  a partir del cual el detective de los asesinatos tendrá que afrontar la investigación sin su campechano compañero.
El deshielo es retratado en el siguiente par de planos de Embajadores en el Infierno sobre los divisionarios que trabajaron en los aserraderos del gulag hasta la muerte de Stalin. El soldado que toca la flauta para la bella rusa y después es derribado por apartarse de la fila para arrancar unas flores para la misma amada. La guerra con nieve o sin ella al final acaba en derribo.