Revista Opinión

Crisis pagafantas

Publicado el 29 junio 2012 por Vigilis @vigilis
Los economistas tienen poco que decir en esta crisis pagafantas. No digo que no deban hablar ni que muchas propuestas que pasan totalmente ignoradas no sean interesantes (y probablemente menos dolorosas para el que al final va a pagar toda la fiesta). Quien más influye en los morlocks que toman decisiones, son los contables. Un economista puede ser contable, pero un contable no es necesariamente economista, ni ingeniero, ni nada; sólo cuenta.
La falta de imaginación de Moncloa para obtener recursos, sospecho que se debe a que ahí han enchufado a contables (con sus voces de pito, sus viseras y sus cajas registradoras antiguas). Se encuentran con que tienen que reducir la diferencia entre ingresos y gastos (un típico problema contable, como el chorro de tinta en la camisa) y deciden recortar donde menos afecte al poder (eliminando exenciones a quienes producen, manteniendo todo el aparato de los amiguetes,... ) y subir ingresos destruyéndolo todo a su paso, vía impuestos, tasas, etc. Y así es cómo una crisis financiera se transformó en una crisis de deuda soberana y, finalmente, acaba siendo una crisis pagafantas. Lo que quiere decir que tú, pepito, acabarás pagando mientras otros mantendrán en gran medida no sólo su capacidad económica, sino también su capacidad de influenciar o participar en la toma de decisiones que, entre otras cosas, hacen que tú acabes pagando. ¿No es genial? Es más, por si esto fuera poco, viendo la cantidad de deuda que hay que pagar y lo costoso que es pagarla (no en términos de interés, que también, sino en términos de cantidad total de riqueza producida y cantidad total de elementos generadores de riqueza); pepitos serán también los hijos de los pepitos, y los hijos de los hijos de los pepitos, y los hijos de los hijos de los hijos... ya sabéis cómo sigue.
Capitalización pública directa a la banca

Crisis pagafantas

Si conocéis a alguien a quien le gusten las motos, preguntadle sobre la historia de los patrocinadores de Sete Gibernau. Me parece una historia muy gráfica sobre el tipo de país que tenemos que aguantar.

Es normal que, entre tertulianos que repasan los argumentarios de partido, economistas con ideas originales pero inaplicables en este universo físico, toda la legión de periodistas cortesanos que nos dicen a cada momento lo que desayuna la Merkel por mucho que eso no sea lo que nos interese, y ministros que en lugar de ministros parecen los RRPP de un banco cualquiera; no nos estemos enterando de nada.
Son tantas las ansias de dar alguna buena noticia, que, si no las hay, se inventan. Como la inyección directa de eurodinero a la banca. Sí, está "bien" que esa pasta no pase por una agencia intermedia del gobierno (no suma al total de deuda pública, ni nos pueden reclamar tomar medidas). Pero detrás de esto queda un maravilloso desierto en el que nada cambia:
  • la estúpida forma de ver la economía nacional como un juego contable.
  • la contabilidad basada en aumentar ingresos jugando con diferentes tipos de impuestos (reconozco que el juego aquí es de funambulista: te interesa elevar el ahorro, luego postergas el gravar al consumo, pero están subiendo todos los precios -luz, tasas- y no puedes al mismo tiempo tener alto el impuesto de la renta. ¿He dicho «no puedes»? El Gobierno ha decidido tener al mismo tiempo todos los impuestos, precios y tasas, altos, justo en un momento de diarrea económica. Fenómenos). 
  • España no es un país con graves diferencias entre ricos y pobres. Sin embargo, entre empresas ricas y pobres sí existen enormes diferencias. ¿En serio que no hay ideas en este ámbito para favorecer la creación y crecimiento de pequeñas empresas? ¿En serio que esto no se ve como la medida que no descontenta a nadie -políticamente gratuita- y que además, a medio plazo es garantía -porque la gente no es idiota- de creación de nuevos puestos de trabajo?
  • grupos gremiales intentan aferrarse a un pasado que jamás volverá. El carbón español no es competitivo y las subvenciones a su producción lo han acabado por rematar. Contentémonos con saber dónde está ese carbón y tengamos una reserva estratégica para cuando las cosas estén aún peor. Y por cierto, ¿ningún minero que se queda en la calle sabe nada sobre nuevas minas de oro que se están abriendo/aumentando su producción en España? ¿Su experiencia no es útil? ¿Están los sindicatos haciendo de sindicatos o de otra cosa? Cuando hablo de grupo gremial, incluyo aquí a los políticos profesionales: como Vidal-Quadras, creo la carcasa se debe reducir en la misma medida que las necesidades de mantenerla. Esto no es una locura caudillista, sino una certeza matemática.
  • la semana pasada se vendían en la costa de la Mariña lucense, apartamentos por menos de 20.000 euros. En muchas villas del interior no es difícil encontrar pisos nuevos por unos 500 €/m². Existe un cambio de mentalidad que todavía está por hacerse. Los pepitos ya no podemos aspirar a seguir mejorando lo precedente: hemos dado un gran salto hacia atrás y a partir de ahí es desde donde seguiremos adelante (si los compromisos que en nuestro nombre adquieren nuestros próceres nos dejan, claro). Se acabó el piso a estrenar en el centro, se acabaron las urbanizaciones a diez minutos del centro. Todo eso se acabó.
Crisis pagafantas

En fin, la materia prima última donde se crea la nueva riqueza, tiene que operar en unas coordenadas donde no se lo ponen nada fácil. Que los cantos de sirena, los brindis al sol y todas estas cositas que surgen de vez en cuando de forma desesperada, no nos hagan perder el norte: queda mucho camino por delante y se acerca el invierno.

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