Revista Opinión

Cristina, la juventud y el cambio cultural

Publicado el 13 marzo 2011 por Julianotal @mundopario

Cristina, la juventud y el cambio culturalUna nueva juventud maravillosa copaba, triunfante, la cancha de Huracán el pasado viernes. Es una juventud que no necesita llevar un fierro en la cintura ni "sembrar el terror liberando los presos" como rezaba el sabado el Pasquín. Tampoco es una juventud desencantada que se siente ajena a la gestión publica, como era el negocio de los noventas. No. Esta Generación del Bicentenario, como supo bautizar enormemente Cristina en el acto, se siente identificada con un Proyecto de país, que sabe que todo depende de su apoyo y formación. Este nuevo subsuelo de la Patria sublevado, sorprende a la "gente" acostumbrada a vincular a la juventud con lo que pasan en la tv, que se cagan a palos en un boliche, que están todos borrachos y drogados, etc. Por eso, los medios hegemónicos desde la muerte de nuestro Líder, buscan demonizar y descalificar a la juventud militante. No falta un día que Clarín no haga una mención tendenciosa hacia la agrupación La Campora y el acto del viernes, que conmemoraba otro aniversario del triunfo de Hector Campora dando fin a la proscripción del peronismo, daba el pie para que hagan anacronismos, presentando a sectores reaccionarios de la sociedad "cuales son las banderas que anerbolan la juventud kirchnerista" (arma de doble filo que pretenden cuestionar los juicios de lesa humanidad o al menos equiparar ambas violencias como "terroristas" y por el otro lado cuestionan el rol de la juventud con la política, es decir, su inexperiencia, su idealismo y paradojicamente su "oportunismo"); mientras que otros buscan diferenciar ambas juventudes al punto de calificar a la juventud kirchnerista como un grupo de choque. Parafraseando a Nestor, cuando la juventud aparece tan visible en los medios concentrados que buscan sembrar miedo en la sociedad, el cambio es inevitable.Días atrás en otro post dije que Fonteveccia me hacía acordar a un personaje perdido en la novela de Bioy Casares "Diario de la guerra del cerdo", temeroso de ser "amedrentado" por la juventud que busca acabar con todos los viejos. Y de alguna forma, lo que busca esta juventud de la mano del kirchnerismo busca acabar con todo lo viejo que favorece al statuquo y la desigualdad social. Se propone cambiar y no desde el lado de la violencia sino desde el cambio cultural. La revolución cultural. El cambio menos perceptible a nivel general pero el imprescindible para imponer este modelo de inclusión social que pregona el gobierno nacional. Justamente desde este criterio novedoso y que desconcierta a los descreidos es donde aparece la fuerza del cambio. Como todo populismo, se interpreta desde arriba las necesidades equivalenciales que vienen desde el grueso de la población. Tanto Nestor como Cristina supieron interpretar esto, y saben que lo unico que puede asegurar el cambio es desde el recambio generacional. "Yo quiero decirles que vengo también a reconocer que hay otro país diferente, afortunadamente, de aquellos tiempos y de todos los tiempos de estos últimos doscientos años en que las luchas nacionales y populares por construir un país independiente y soberano tuvieron largas marchas y contramarchas. Si uno piensa no solamente en los jóvenes de aquella etapa, si uno piensa en los jóvenes que construyeron aquel 25 de mayo de 1810, y los que vinieron más tarde a lo largo de toda la historia del campo nacional y popular podrá observar que eran siempre jóvenes que se incorporaban a luchar contra algo porque había algo que los oprimía: o era el yugo colonial o eran las dictaduras las que no dejaban expresarse al pueblo. Por primera vez ustedes - generación del Bicentenario - se están incorporando a la política no contra alguien, sino por alguien, por una historia, por la Argentina por seguir mejorando las cosas", decía Cristina ante 100.000 militantes dentro y fuera de la cancha de Huracán. "Siento que a lo largo de la historia el campo nacional y popular - liderado por hombres o por mujeres, cuando esos hombres o mujeres ya no estaban era como se desperdigaba porque faltaba la construcción orgánica; porque faltaba la construcción política e institucional que no hiciera depender la transformación y el cambio de una o dos personas. Ese es el gran desafío que tenemos hoy los argentinos y que tienen los jóvenes: cómo hacer para que tanta lucha no sea en vano, cómo hacer para homenajearlo, cómo hacer para que su presencia sea definitiva y la de tantos otros. Construir sobre las coincidencias, aprender a construir los argentinos y sobre todo los jóvenes no sobre las diferencias, que así se ha construido durante tanto tiempo, y entonces todo duraba poco porque faltaba que algo fallara, que no estuviera una coma, que faltara una letra o una oración para juzgar que entonces no se era nacional o popular". Así, entre otras cosas, Cristina dio una verdadera clase de militancia y construcción política: "Quiero decirles a todos ustedes, que cuando incorporen a otros argentinos no les pregunten de dónde vienen, no les pregunten cuál es su historia o su partido, pregúntenles si están de acuerdo con que la Asignación Universal por Hijo sirve para que millones de niños tengan derecho a la educación y a la salud. Y también, quiero que les pregunten si están de acuerdo con que tenemos que seguir industrializando el país y agregando valor para seguir generando trabajos más calificados para todo los argentinos. Quiero que les pregunten si tenemos que seguir poniendo en la educación pública en todos sus niveles el esfuerzo y los recursos, y si tenemos que seguir aún poniendo más; quiero que le pregunten si necesitamos seguir inaugurando - como hace unos días - universidades públicas y gratuitas para que tengamos realmente niveles de igualdad; quiero que le preguntan si necesitamos proteger el trabajo nacional, la producción nacional y el desarrollo de nuestra industria; si necesitamos también seguir desarrollando un fuerte mercado interno que impulse también a que exportemos más y mejor
porque generamos más y mejores puestos de trabajo; quiero que le pregunten si quieren ser un país donde los derechos humanos son una bandera de toda la sociedad, sin ninguna distinción de ideología o partido". Paradojicamente, para muchos la presidenta que busca armar trincheras y antagonismos apela al sentido común. Todos los que apoyamos este modelo tenemos las herramientas para discutirle a cualquiera el discurso distorcionado que baja de los medios y hace carne en algunos. La gran tarea nuestra no es ni chicanear a los que piensan distintos, sino hacer como hace Cristina, dar la batalla con los hechos concretos bajo el brazo. El lema del peronismo "mejor que decir es hacer" es notorio en el kirchnerismo. Incluso hasta la oposición no puede cuestionar la obra de gobierno porque sabe que le restarían votos, entonces se recluyen en lo abstracto, criticando las formas y no la praxis efectiva del Gobierno. Por eso Cristina recomienda  "no pierdan tiempo, no se enrosquen ni se dejen enroscar en discusiones bizantinas que no tienen nada que ver con lo que le importa a la gente y con lo que le importa a la sociedad. No cometan errores que sí hemos cometido nosotros cuando éramos jóvenes". "Nuestro gran compromiso es a través del ejemplo diario y cotidiano, cualquiera sea el lugar que nos toque desempeñar; dar el ejemplo de humildad, de trabajo, de convicción para poder, entonces sí, seguir construyendo esta Argentina que tanto nos costó"."es importante que el frente nacional, popular y democrático construya esta institucionalidad, que también es cultural, de saber contarle a los argentinos, pero fundamentalmente no contarle a partir de relatos de fantasía, sino a partir de que puedan ver, tocar y palpar cada uno de los logros que hemos tenido con nuestros jubilados, con nuestros pensionados, con nuestros trabajadores en las convenciones colectivas de trabajo, más de 1.800, luego de haber estado aplastadas durante décadas".Somos muchos los comprometidos a esta causa nacional y popular, y tenemos que ser más. Tenemos muchos por hacer, porque para apoyar no basta con aplaudir la gestión, sino arremangarse y ponerse a laburar, formándose, concientizando a los incredulos y los indecisos, en fin, construyendo el cambio cultural.

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