Revista Diario

#ArgentinaDebate: esperando el efecto "Nixon"

Por Julianotal @mundopario

El primer debate presidencial previo a un ballotage, llamó la atención de millones de argentinos. A pesar de la agotadora seguidilla de elecciones en el año, esta elección es clave para todos los argentinos. Nadie puede negar que la calle está sumamente politizada: los macristas agitan el fantasma del kirchnerismo como una continuidad que contamina y pervierte al sciolismo; el kirchnerismo, y las fuerzas "progresistas" (? ponele no se si existen ya progresistas, aunque todavía sobrevive un partido "radical" que de "radical" no tiene nada, despues que murió Yrigoyen...) agitan el fantasma de los 90, el neoliberalismo y un futuro cercano apocalíptico. Lo cierto que en el medio, a pesar de la politización, el enfrentamiento se asienta sobre promesas y no propuestas: el macrismo habla de disneylandia mientras manda a los economistas a guardarse hasta el 22 de noviembre, el sciolismo suma la agenda del massismo pero no logra sumar credibilidad porque el gobierno actual se niega a tirarle un centro: la implementación del 82%, la suba del tope al impuesto a las ganancias, por ejemplo, serían medidas que podría tomar el kirchnerismo para posicionar al candidato oficialista. Sin embargo, la escena demuestra la interna que existe dentro del peronismo y que provocó también (entre otros factores) el batacazo de Vidal en provincia de Buenos Aires.En resumidas cuentas, el debate se vivió como la final del mundo. De ambos lados, le brindan una trascendencia que puede llegar a torcer el rumbo de la intención de voto. ¿Sucederá esto? Existe en la memoria colectiva un debate histórico que dobló el rumbo electoral: sucedió en 1960, en EEUU cuando Nixon se mostraba derrotado ante Kennedy. Su presencia nerviosa, sus gotas de transpiración que mostraban la dubitación ante un Kennedy que se mostraba un querubín irlandés sentaba tendencia en la decisión electoral. El domingo en nuestro país se compró el formato yanqui, un evento poco común, y por ser poco común, el debate tuvo cierta dosis de frustración: los pocos minutos para exponer, las pocas preguntas "incisivas", las pocas respuestas a esas preguntas, no terminaba de mostrar una tendencia. Esa sensación de empate tecnico, o bien la percepción que para peronistas haya ganado scioli y para que los macristas haya ganado Macri. Eso posibilitó que los medios que "analizaban" el debate dieran su sanción completamente intencional: la más escandalosa fue la del programa de Lanata. El discurso siniestro que instalan los auténticos think tanks se previó en el programa del gordo: más allá de la sobreprotección a Macri, soslayaban la idea que la crisis económica está latente y es inevitable el ajuste, gane quien gane... (uno de los invitados, no recuerdo su nombre lisa y llanamente marcaba que la crisis es intensa solo que la gente aún no lo percibe (?)) Macri fue con su libreto "norteamericano" con un cierre propio de los candidatos yankees: mucha trayectoria personal, cero política, apelaciones patrioticas y humanistas lavadas de sentido. Scioli fue Scioli: eludía las preguntas que lo desacomodaban y supo contratacar con todo el listado (prontuario casi) que tiene el alcalde porteño. Mantuvo un discurso enteramente peronista. Fue en definitiva dos tipos de oradores, un discurso clásico como es el peronismo ante un discurso moderno, "líquido" apolítico pero certero aparentemente. El discurso que sirve para vender un yogur Ser o votar a un candidato.Scioli utilizó la estrategia que era esperable: diferenciarse del ajuste que esconde el discurso de Macri, diferenciarse del kirchnerismo y seducir al electorado massista. El poco tiempo de duración, para mí, terminó salvando a Macri: cuando Scioli lograba desacomodarlo, Mauri se salía del libreto y mostraba la reacción del "impune niño bien" respondiendo agresivamente, como el niño que quería el jugo tang y no había naranjas. Si existía una libertad de confrontar (o debatir para los sensibleros) quizás hubiera posibilitado arrancarle la careta al discipulo de Ravi Shankar y no dejarlo grogy por instantes. Como decía Schopenhauer: "Si el adversario nos sorprende mostrándose irritado ante un argumento debemos utilizar dicho argumento con insistencia; no sólo porque constituye lo más indicado para irritarlo, sino porque es de suponer que se ha tocado la parte más débil de su razonamiento y porque si se sigue por ahí, habrá de obstenerse mucho más de lo que se muestra a simple vista". (Schopenhauer, A. "El arte de tener razon") El nerviosismo de Macri dejó algunas perlitas que fueron tapadas intencionalmente por los medios en sus "análisis": el más notorio fue el "me rindo" una señal de debilidad enorme para un hombre que se presenta como propulsor del "cambio". La gran audiencia que mostró el debate quizás posibilite que no se filtren estas uestiones y que jueguen a favor de Sioli. Solo despues del domingo podremos saber si la performance fue la que marcó tendencia a favor de Scioli así como sucedió en 1960 el primer plano de las gotas de sudor que emanaba Nixon.

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