Después de más de un mes de viaje, la tripulación de Colón estaba agotada y sus hombres escuálidos, con síntomas severos de malnutrición y escorbuto, al borde de su aguante y, a la vez, muy cerca de amotinarse, cuando apareció un agüero divino.
Grandes bandadas de pájaros sobrevolaron la pequeña flota dando ánimo y esperanza a los miembros de la expedición. La presencia de los pájaros era un indicio serio de que la tierra no quedaba lejos.
De hecho, el 12 de octubre de 1492, los exploradores atracaron las costas de una isla que formaba parte de las actuales Bahamas, que, por razones obvias, la llamaron la isla de San Salvador.
Colón acababa de descubrir el mar Caribe, el archipiélago de las Antillas y, a mayor escala, un nuevo continente, América.
Con todo, nunca se dio cuenta de su hazaña, creyendo que había alcanzado costas asiáticas, algo verdaderamente inexplicable, puesto que la distancia recorrida fue apenas un tercio, o un cuarto, de la verdadera. Aquí hay que recordar que la circunferencia de la tierra se había calculado, con increíble precisión, por el matemático griego Eratóstenes, ya en 240 aC.
En fin, Colón estaba convencido de que estaba en las Indias Orientales, así que llamó a los habitantes locales " indios ".
Una excusa creíble suya, por haberse confundido tanto, es que los rasgos más prominentes de los locales eran bien asiáticos, como el pelo negro y liso, los ojos rasgados, la falta de vello, la baja altura etc, por el simple hecho que habían emigrado desde Asia miles de años atrás.
En consecuencia, si no hubiera sido por su indescriptible suerte, Colón no habría aprobado el examen, cuya materia, en su caso, consistía en las "asignaturas" de geografía, antropología y matemáticas. Pero está bien. La cosa más importante en este mundo no es ser competente, sino una buena persona, ¿verdad?
Después de las Bahamas Colón llegó a una isla que llamó "La Española" o "Hispaniola", o sea los actuales Haiti y Santo Domingo, y Cuba, donde nos enfocaremos en este episodio.
La población de Cuba consistía, principalmente, en 3 tribus, los Siboneyes, los Guanahatebeyes y los Taínos, la tribu más importante de nuestra historia. Toda esa gente llegó a Cuba, paulatinamente, durante 5 olas migratorias desde México, Centroamérica, la Florida, la "Hispaniola" y las costas de Venezuela.
Los Taínos acogieron a los europeos pacífica y cordialmente.
En cambio, nuestro protagonista, escribió en su diario que "los indios son de pequeña complexión, atrasados, mal armados e ingenuos, así que sería muy fácil esclavizarlos y obligarlos hacer todo los que queramos".
Los Taínos habían ganado el gordo. Pocos tienen el privilegio de tener huéspedes tan amables en su casa.
El huésped no tardó en revelar su rostro verdadero. Perpetró atrocidades, que, lastimosamente, son muy comunes en la larga historia de contacto entre representantes de potencias europeas desarrolladas, y tribus tercermundistas, por todo el mundo.
Basta con mencionar casos como el de los africanos o los aborígenes australianos, que no sufrieron menos que los amerindios en manos de ingleses, franceses, portugueses, holandeses, alemanes, belgas etc.
Hombres fueron esclavizados, amputados o matados, niños fueron robados y mujeres violadas, normalmente ante los ojos de representantes de Dios, como curas o monjes que, a menudo, acompañaban tales expediciones.
Claro que la esclavitud tiene un pasado bien largo.
Al fin y al cabo, es una tradición muy vieja en la guerra, usar a los prisioneros como esclavos, en todo el mundo.
Casi todos tenían esclavos desde la antigüedad, aún los más progresivos, como los atenienses clásicos, que se jactaban de tener la primera democracia de la historia humana.
Pues, la tuvieron...y fue un paso adelante bien serio, de veras...pero no exactamente como imaginamos un régimen democrático hoy en día. Mucha gente se extrañaría al oír que los atenienses cortaban el pulgar a los esclavos. Sin pulgar no se puede manejar ni espada ni lanza, pero se puede remar.
Por lo general, la existencia de una sociedad democrática con esclavos, y votantes, hombres exclusivamente, sonaría absurda hoy en día.
En cuanto a los espartanos ni se habla. Toda su famosa formación militar no se debía tanto a la protección de la ciudad de peligros ajenos, sino al constante miedo de una sublevación de sus esclavos, o sea de sus vecinos mesinios quienes, por cierto, eran la mayoría. Sobra decir que, según la tradición bélica antes mencionada, los mesinios se convirtieron en esclavos después de una derrota militar.
En cualquier caso, se supone que esas eran prácticas de idólatras. Con la aparición de una religión, que se suponía que era moralmente superior, de la religión de "ama a tu vecino, como si fuera hermano" o "cuando te cachetean, pone la otra mejilla", etc, costumbres de la tribu humana tan abominables como la esclavitud, ¿no debían desaparecer para siempre?
Lamento decir que muchísimos representantes de dicha religión hicieron todo lo contrario. En amplios casos los sacerdotes organizaban misiones cristianas bajo el pretexto de difundir la palabra de Dios, aunque, en realidad, simplemente allanaban el camino para los colonizadores europeos que seguían.
Tiene sentido. Primero viene un fray que te enseña que, cuando te cachetean, hay que poner la otra mejilla, y cuando ya estás adecuadamente "formado", viene el colonizador para cachetearte sin resistencia.
Es que, según la ética cristiana de aquella época, salvajes que no aceptaban a Jesucristo como Dios no merecían ningún tipo de clemencia. ¿Sería exagerado si llamáramos ese fenómeno yihad cristiana?
Qué pena que Colón suspendió la asignatura de la ética también. Pero la amarga verdad es que hizo lo que hizo sin miedo o sentidos de remordimiento, ya que el infierno no era para personas como él, sino para los "salvajes", aunque él era el villano y ellos las víctimas.
No obstante, hoy día la mentalidad de la gente no tiene nada que ver con la entonces, así que en varios lugares del continente americano, las estatuas de Colón se derriban de modo violento, o se retiran de modo más pacífico, una tras otra.
Cada día más gente se entera del carácter y los actos verdaderos de Colón, en contra de la versión purificada y glorificada que nos enseñaron en la escuela.
Su "labor divina" fue continuada por otro navegante que se llamaba Diego Velázquez de Cuéllar. Ese hombre se enfrentó con el primer cacique indígena rebelde, el Taíno Hatuey.
Un día, Velázquez reunió a todos los taínos del área, para anunciarles que lo único que tenían que hacer, era reconocer al Papa y la iglesia católica como legisladores del universo, y a los reyes de Castilla como legisladores de sus tierras. A cambio, recibirían la amistad y la caridad de los conquistadores.
Todos se quedaron quietos excepto de una persona que planteó una pregunta simple. "Y si no queremos?" La respuesta de Velázquez fue inmediata y bien simple también. "Os haremos esclavos, nos apropiaremos de vuestras posesiones y os causaremos tanto dolor que jamás hayáis imaginado".
La respuesta estalló a la cara del taíno como trueno. No esperaba tanta sinceridad, y tanto amor cristiano, tan pronto. Superando el choque consiguió preguntar con voz estable, sin tartamudear: "Qué queréis de nosotros?" Velázquez, ya habiendo dejado las amabilidades innecesarias al lado, fue al grano. Cada taíno de más de 14 años de edad tenía que producir una cierta cantidad de oro a diario.
Y así fue. Los conquistadores establecieron obras alrededor de ríos, donde los indígenas buscaban oro en la arena de las orillas y del lecho. Al final del día hacían la cola para entregar sus hallazgos. Los que traían menos de lo esperado se escapaban con unos latigazos, pero...
...para los que no hubieran conseguido nada el castigo era "un poco" más duro. Los arrastraban lejos de la cola y les cortaban las manos con hachas.
Aquí vale la pena resaltar que dicha práctica ha sido bien popular entre otros colonizadores también, como el rey de Bélgica, Leopoldo que empleó exactamente el mismo método en el Congo unos siglos más tarde.
Entre los aterrados taínos había uno que decidió no poner la otra mejilla. Era el hombre que había tenido el descaro de preguntar aquel "¿Y si no queremos?" Era el cacique Hatuey que se rebeló contra los conquistadores, pero, naturalmente, su revuelta no duró mucho.
No tardaron en capturar a él, y a sus socios, y atarlos a grandes cruces de madera, con una pila de leña debajo de sus pies, a fin de quemarlos vivos. Reunieron a todos los habitantes, de nuevo, para que vieran la ejecución, y así estatuir un ejemplo.
Antes de quemarlos vivos, un sacerdote, con una cruz en la mano, les dio la última oportunidad de salvar, no sus vidas, sino sus almas. Solo tenían que convertirse en cristianos, aún en el último momento.
El traductor taíno dijo a Hatuey que, si aceptara la religión de los blancos iría al paraíso, en lugar de estar siendo quemado eternamente en el infierno. Hatuey preguntó qué era el paraíso. El traductor le contestó que era donde iban los blancos cuando morían. Entonces dijo sin hesitar " Si los blancos van allí prefiero ir al infierno" escupiendo, a la vez, a la cruz que el cura tenía en la mano.
Claro que eso fue demasiado, aún para un amor como el cristiano. Los curas pidieron a Dios que perdonara su alma, si tenía alguna, y lo quemaron vivo, junto con sus socios, tal como lo merecían...
No obstante, el mayor enemigo de los indígenas no fue la crueldad y la avidez de los blancos, sino los virus que llevaban, contra los cuales no tenían anticuerpos. Enfermedades como viruela y sarampión, entre otras, les eran completamente ajenas, así que, en el siglo 15, prácticamente, tuvimos la primera guerra biológica.
Los habitantes de Cuba, en particular, fueron aniquilados a tal punto que los blancos tuvieron que dirigirse a negreros africanos (sí, había negreros negros también, por chistoso que suene, incluso a menudo), o convertirse en negreros ellos mismos.
Negreros y esclavos africanos
Sí, el comercio de esclavos transatlántico se debe, en gran parte, al exterminio de los amerindios.
Una era completamente nueva acababa de empezar para Cuba, y América entera. El "nuevo mundo" jamás volvería a ser el mismo...