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Crítica cambridge spies (2003), por albert graells

Publicado el 30 abril 2020 por Matias Olmedo @DragsterWav3
CRÍTICA CAMBRIDGE SPIES (2003), POR ALBERT GRAELLS
“Cambridge spies” es una miniserie de cuatro capítulos de la BBC, protagonizada por Tom Hollander como Guy Burgess, Toby Stephens como Kim Philby (personaje que interpretaría Billy Crudup en “El buen pastor”), Rupert Penry-Jones como Donald Maclean, Samuel West como Anthony Blunt, Anna Louise Plowman, Patrick Kennedy como el poeta Julian Bell, John Light como el analista de la OSS (posteriormente CIA) James Angleton (personaje que interpretaría Matt Damon en “El buen pastor”), e Imelda Staunton como la Reina Elizabeth I. En la serie también actúa brevemente Benedict Cumberbatch, que, curiosamente, seis años después interpretaría a Guy Burgess en la obra teatral “The turning point”. 
“Cambridge spies” está basada en hechos históricos reales, en los sucesos más increíbles del espionaje del siglo XX, y centra su historia en “El círculo de Cambridge”, un grupo secreto de espías miembros de “La élite de los Apóstoles de Cambridge”, una hermandad semiclandestina de alumnos de la Universidad de Cambridge miembros de estirpes aristocráticas que estaban llamados a formar parte de la clase gobernante del Reino Unido. Dichos espías fueron reclutados en el Trinity College por agentes durmientes soviéticos de la NKVD (KGB a partir de 1954) a principios de los años 30. Esos espías eran Kim Philby, Donald Maclean, Guy Burgess, Anthony Blunt y John Cairncross. Al acabar la universidad, los cinco compañeros se infiltraron en los servicios secretos británicos y en sus estructuras administrativas, para pasar información secreta a Moscú en pro de la causa comunista. 
La serie narra la historia de estos cinco espías con una gran rigurosidad histórica. El relato empieza en 1934, con el aumento de popularidad del nazismo en la aristocracia británica (y también en parte de su realeza), y termina en 1951, cuando Donald Maclean y Guy Burgess se ven obligados a exiliarse a Moscú, al ser descubiertos como agentes dobles. 
CRÍTICA CAMBRIDGE SPIES (2003), POR ALBERT GRAELLS
En éste tipo de producciones, por mucha rigurosidad histórica que haya, siempre se exagera o se inventa hechos por razones de dramatismo, y la serie “Cambridge spies” también peca de eso, pero no tanto como se piensa. 
Por ejemplo. ¿Es verdad que Kim Philby estuvo a punto de asesinar al General Francisco Franco durante la Guerra Civil Española? ES VERDAD. Kim Philby fue enviado como periodista a España para cubrir la Guerra Civil en reportajes que favorecieran a los militares golpistas. Tan bien hacía su trabajo que el mismo Franco le condecoró en persona. Al tener esta oportunidad, Moscú le pidió a Philby que, aprovechando que tendría a Franco tan de cerca, utilizara la pistola que le dispusieron para pegarle un tiro en la cabeza al general golpista. Por supuesto eso supondría también la detención e inmediata ejecución de Philby, así que, a la hora de la condecoración, Philby no tuvo el valor suficiente para asesinar a Franco. Éste hecho se recogió también en la obra de teatro española “La roca”, con Eloy Azorín como Guy Burgess y Chema León como Kim Philby. 
También se acusó a la serie, sobre todo desde sectores conservadores, de ensalzar y promover la homosexualidad, haciendo que varios de sus protagonistas fueran homosexuales, pero eso es MENTIRA. Lo cierto es que de los cinco miembros del Círculo de Cambridge, tres eran homosexuales; Burgess, Blunt y Cairncross; y Maclean era bisexual. Así que afirmar que “Cambridge spies” hace propaganda de la homosexualidad es incorrecto. 
CRÍTICA CAMBRIDGE SPIES (2003), POR ALBERT GRAELLS
Pero a pesar de ser una serie muy detallada en el aspecto histórico, “Cambridge spies” comete un error imperdonable al recrear el bombardeo de Gernika durante la Guerra Civil Española. El 26 de abril de 1937 fue cuando el municipio Vizcaíno de Gernika sufrió un ataque aéreo que duró 3 HORAS, en el que se lanzaron 5.472 KILOS DE BOMBAS INCENDIARIAS que causaron daños en el 99% DE LOS EDIFICIOS del pueblo. El bombardeo es recreado en “Cambridge spies”, pero lo cierto es que la serie presenta errores muy graves que delatan la nula investigación histórica que hicieron los guionistas de la serie para narrar el bombardeo de Gernika. 
En 1937 Gernika era un pueblo de 5.000 habitantes, con gran actividad industrial y con edificios tan altos como los que podía haber en Bilbao, edificios que fueron reducidos a escombros por 5 ESCUADRILLAS de cazas y bombarderos de los más avanzados de la época. Eran en total 43 AVIONES, pero en “Cambridge spies” el ataque lo realiza 1 AVIÓN, y encima es un BIPLANO, que ya era una antigualla incluso en el año 1937. 
Por si eso fuera poco, el aspecto que tiene Gernika en la serie no tiene nada que ver con el aspecto que tenía el pueblo en la realidad. El decorado de Gernika en la serie son cuatro casas en medio del campo en los que no cabría, ni de lejos, los 5.000 habitantes que tenía el pueblo en la vida real. 
CRÍTICA CAMBRIDGE SPIES (2003), POR ALBERT GRAELLS
Como la historia de la serie termina en 1951, no se narra lo que les ocurrió a los protagonistas después, pero sin duda lo que les ocurrió después daría para una segunda temporada. 
En la vida real Kim Philby, después de llevar matrimonios y divorcios, desertó a la URSS en 1963, y murió en 1988, un año antes de que cayera el muro, siendo enterrado con honores militares. Antes de morir Philby publicó unas memorias, “My silent war”, cuya lectura recomiendo encarecidamente. 
Guy Burgess huyó a Moscú junto a Maclean en 1951, y vivió en Rusia hasta 1963, año en el que murió a causa de su alcoholismo. 
Después de que Maclean huyera a Moscú, dejando a su esposa en Inglaterra, esta le abandonó por Kim Philby. 
Anthony Blunt dejó el espionaje y se dedicó por completo a lo que más le gustaba, secretario de la pinacoteca de la familia real británica. En 1979 fue descubierto como espía de Moscú en la cámara de los lords por la primer ministro Margaret Tatcher, siendo desprestigiado y menospreciado. Murió en 1983. 
John Cairncross murió en 1995. Sólo se conoció su identidad públicamente en 1990. Un desertor del KGB lo delató en 1951; la declaración del desertor se archivó y se le permitió a Cairncross el exiliarse, aunque él nunca reconoció ser el quinto hombre del Círculo de Cambridge. 
CRÍTICA CAMBRIDGE SPIES (2003), POR ALBERT GRAELLS
Esta producción televisiva, ganadora en su momento de tres premios Bafta (mejor fotografía, mejor diseño de producción y mejor sonido), termina por resultar una de las mejores series de la historia, con un dirección brillante que nada tiene que envidiar al mejor Spielberg (sin pretender asociar estilos de dirección), y a cargo de un infravalorado Tim Fywell. La calidad del guión es equiparable a la de la dirección, pues hace de una historia tan increíble un relato realista y verosímil sin apartarse mucho de los hechos históricos ocurridos, y ofreciendo un narración apasionante y muy bien estructurada. Lástima que el guionista Peter Moffat, injustamente, deje tan de lado al personaje de John Cairncross, cuando, de hecho, de los cinco espías que componían “El círculo de Cambridge”, él fue el más productivo a nivel de espionaje. 
No cabe olvidar las impresionantes actuaciones del cuarteto protagonista, sobretodo de un Tom Hollander que está espectacular en su mejor trabajo interpretativo. Destacar también la fotografía de David Higgs (“RocknRolla”), coresponsable, junto a Fywell, de que la serie muestre una narrativa visual que deja escenas memorables, momentos que sólo por la fotografía ya son inolvidables. 
“Cambridge spies” no sólo es una excelente serie dramática sobre la amistad y el compañerismo, no sólo es un thriller de espías y de intrigas políticas (uno de los mejores), no sólo es un notable relato de la lucha interior entre la lealtad a un país y la lealtad a un ideal, también es un interesantísimo relato de los tiempos convulsos que les tocó vivir a los protagonistas y cómo estos los vivieron.
Mi calificción es:CRÍTICA CAMBRIDGE SPIES (2003), POR ALBERT GRAELLS

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