
El nombre de Dexter Fletcher, más allá de sus trabajos como actor en películas como El sueño del mono loco o El hombre elefante, nos trae a la memoria una proyección en la sala 2 del Kursaal de San Sebastián en la que compareció, siendo ampliamente ovacionado, como realizador de Wild Bill, estupendo drama ubicado en los suburbios londinenses por el que consiguió el Premio de la Juventud del festival de aquel año 2011. Por desgracia su encomiable ópera prima permanece todavía inédita en las salas españolas.
Amanece en Edimburgo, su segunda incursión tras las cámaras, supone un cambio de registro en toda regla. El germen de la película es un musical escrito a partir de los éxitos de The Proclaimers, banda formada a mediados de los 80 por los pelirrojos gemelos Reid, de inconfundible aspecto gracias a sus características gafas, y que triunfó en las tablas escocesas en 2007 tal y como han hecho en la Gran Vía madrileña otros basados en canciones de Mecano, Queen, Sabina o ABBA.

La historia comienza, con una fuerza inusitada, en plena guerra de Afganistán. Se escucha “Sky takes the soul”, donde el sonido rasgado de las cuerdas de las guitarras se entremezcla con el de las hélices de los helicópteros que sobrevuelan la tanqueta en la que viajan los dos jóvenes protagonistas, un par de soldados que regresarán a Edimburgo para reencontrarse con sus familias. Una vez en tierras escocesas las canciones nos devolverán a ese estilo tan particular que tienen los británicos de mezclar comedia, drama y, en este caso, música, como ya hiciera Mark Herman en la maravillosa Tocando el viento.
Teniendo en cuenta lo complicado que resulta dotar de coherencia dramática a un argumento pergeñado tratando de hilar la obra musical de un grupo (todos ellos hacen agua en algún momento), en este caso la notable realización, las interpretaciones, las distintas coreografías y la integración de las canciones en la trama (memorable la secuencia en el bar con “Over and done with”) hacen que ésta se sostenga durante, al menos, dos tercios del metraje. Termina por decaer en su parte final, aunque no dejan de ser reseñables guiños como el notorio homenaje a Trainspotting, el cameo de los propios músicos o la utilización de tópicos sobre los escoceses, como la tacañería o la rivalidad que mantienen con los ingleses, para desarrollar elementos tanto cómicos como dramáticos de la historia, amén del radical cambio de registro de un Peter Mullan acostumbrado a interpretaciones tan descarnadas como la que nos brindó en Redención.

El tema que acompaña al número final, cuyos acordes iniciales ha venido subrayando la partitura durante todo el filme, no por esperado resulta menos sorprendente. Se trata de un fin de fiesta brillante, esplendoroso y espectacular. Contagia ese entusiasmo que hace que uno salga del cine con ganas de saltar, cantar, bailar y besar a su pareja o a quien tenga sentado en la butaca de al lado. Es lo mínimo que se le puede pedir a un musical.

Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
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Amanece en Edimburgo
Director: Dexter Fletcher
Guión: Stephen Greenhorn, basado en su obra de teatro
Intérpretes: George MacKay, Antonia Thomas, Peter Mullan
Canciones: The Proclaimers
Música: Paul Englishby
Fotografía: George Richmond
Duración: 100 min.
Reino Unido, 2013