El fracaso no es una opción. La polisemia de esta sencilla sentencia compendia diversos temas importantes que se mueven en torno a esta película. El primer significado, el más evidente, nos dice que nos encontramos ante un producto diseñado para romper taquillas cuya ambición se extiende más allá de nuestras fronteras: todos los rótulos que aparecen en pantalla se encuentran en inglés e incluso podemos advertir que los personajes mueven los labios en la lengua de Shakespeare. Su éxito en España queda fuera de toda duda, gracias a la insuperable maquinaria de propaganda de Telecinco Cinema, que vaya a triunfar allende los mares ya es harina de otro costal.
Una segunda acepción de la frase que titula este comentario surge al hilo de su repetida, insistente y machacona presencia en boca de los protagonistas. La expresión define el carácter típicamente estadounidense que el cine ha convertido en tópico recurrente. Un guiño al espectador yanqui hubiera resultado aparente e incluso conveniente de cara a la carrera comercial de la cinta, pero tamaña reiteración, sumada a varias referencias que persiguen similar propósito, simplemente deja en evidencia al que trata de ser más papista que el Papa en el terreno de los que intenta emular.
De esta forma la bandera del título no podría ser otra que la de las barras y estrellas. La misma que plantó la misión Apolo XI en la luna y la que un extravagante multimillonario quiere retirar de allí mediante una expedición que pretende desacreditar la gesta conseguida en 1969. Mike Goodwing, un joven surfista descendiente de una saga de astronautas, y sus amigos Marty y Amy intentarán abortar los perversos propósitos del excéntrico magnate.
Si bien la perfección formal del filme hace que se le pueda equiparar a lo mejor que ha surgido de tierras californianas para situarlo sin ninguna duda en el firmamento en cuanto a cine de animación español se refiere (muy por encima de trabajos como Planeta 51, o la anterior incursión de este mismo equipo, Las aventuras de Tadeo Jones), en lo tocante al tratamiento de las tramas se encuentra a años luz de lo que Hollywood ha alumbrado en los últimos años.
Amén del batiburrillo de referencias televisivo-fílmicas que en forma de refrito trufan el libreto de Atrapa la bandera, este equipo todavía arrastra las pesadas rémoras de su anterior guión repleto de estereotipos mal entendidos. Aunque ha superado muchos de esos puntos flacos, el hecho de que a estas alturas del siglo XXI los personajes femeninos no pasen de ser meras comparsas en el argumento, apoyo de sus partenaires masculinos o simplemente chicas en biquini en la revista Sports Illustrated dice muy poco de cara a lo que se va a transmitir a tantas niñas y niños, futuros espectadores que van a acudir en masa a los cines.
Ya se ha adquirido la pericia técnica, pero todavía hay mucho que aprender de una industria liderada por la gente de Pixar y de obras maestras como la reciente Del revés, sobre todo en lo que al contenido se refiere.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © 4 Cats Pictures, Lightbox Entertainment, Telecinco Cinema, Telefónica Studios. Cortesía de Paramount Pictures España. Reservados todos los derechos.
Atrapa la bandera
Dirección: Enrique Gato
Guión: Jordi Gasull, Neil Landau, Javier López Barreira
Intérpetes (voces): Dani Rovira, Michelle Jenner
Música: Diego Navarro
Duración: 97 min.
España, 2015