La traducción del título lleva a engaño. No se trata de un beso cualquiera ni de una medianoche cualquiera. Se trata de La Medianoche. Lo correcto sería Buscando un beso de Medianoche. Porque sólo hay una medianoche en el año en la que suceda algo especial justo cuando las manecillas del reloj se abrazan para marcar el final del día y con él, el final de un año y el principio de otro. Efectivamente el título de esta película se refiere a esos besos que las parejas, formales u ocasionales, se dan en nochevieja para celebrar que el fin de año no ha sido tan deprimente como el del año anterior, a la última oportunidad que tiene Wilson de poner una luz de esperanza en la penumbra de un año especialmente calamitoso en lo personal y en lo profesional.
Un puñado de grandes películas y obras maestras terminan justo en el momento en que suenan las campanadas. En unas es el típico beso o una sentida reunión familiar, Qué bello es vivir, en otras una simple partida de cartas, o no tan simple, que se lo digan a Buñuel si no, son el preámbulo al The End. Nos referimos a la partida de cartas de El apartamento, obra maestra, se mire por donde se mire, que marcó un modelo de comedia romántica de tono agridulce que tanto se ha copiado y homenajeado, sin ir más lejos en Casi Famosos de Cameron Crowe. Billy Wilder fue un gran maestro a la hora de hurgar en nuestros sentimientos sin caer en la ñoñería, gracias a su inequívoco e inimitable estilo a la hora de escribir y rodar lleno de ironía, sarcasmo y desencanto. Una obra maestra que nunca envejece. Más recientemente Rob Reiner con guión de Nora Ephron cultivó la originalidad y modernidad en diálogos y estructura en otra película que revolucionó el género de la comedia romántica y que también terminaba con un beso en nochevieja, Cuando Harry encontró a Sally…
Buscando un beso a medianoche se encuadra dentro de este grupo de grandes películas que sitúan su resolución en las últimas horas del año. Pero en este caso se trata de una película independiente y rodada en blanco y negro, pero un blanco y negro un tanto especial, muy contrastado, destacando los negros y las sombras. Una fotografía que retrata aspectos de Los Ángeles que nunca habíamos visto antes en cine, convierte a la ciudad en un personaje más de la película. Este hecho y el blanco y negro ha llevado a la inevitable comparación con el Nueva York que Woody Allen reflejó en Manhattan. Pero en una comedia romántica que se precie, sobre todo si se trata de cine independiente, lo que prima es la interminable cascada de diálogos originales y con chispa. Y en eso esta película se encuentra a la altura de Antes de amanecer y Antes del atardecer. Como en aquellas inolvidables películas el peso de la narración lo llevan un personaje masculino y otro femenino recorriendo una ciudad emblemática hablando de lo divino y lo humano y de paso enamorándose, aunque sólo sea un poquito, el uno de otro. En aquellas eran Ethan Hawke y Julie Delpy y aquí se trata de Scoot McNairy y Sara Simmonds, dos prometedores actores con una química muy especial dando vida a dos personajes singulares y de una fascinante complejidad, sobre todo el de Sara Simmonds.
Buscando un beso a medianoche nos ofrece muy buen cine, del que entra por los ojos y los oídos, del que nos toca la fibra sensible y que nos aporta cosas que ni siquiera nos hubiésemos imaginado. Lo cierto es que se pueden hacer muchas, pero que muchas cosas con el Photoshop.
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BUSCANDO UN BESO A MEDIANOCHE
Director: Alex Holdrige
Intérpretes: Scoot McNairy, Sara Simmonds, Brian McGuire
Duración: 90 min.
USA, 2008