La filmografía de Kenneth Branagh como director se puede dividir en dos mitades claramente diferenciadas. Una primera más personal y que refleja de forma muy marcada la personalidad del cineasta, donde predominan sus propias adaptaciones de la obra de Shakespeare, y otra, surgida al albur del fracaso comercial de su trabajo más ambicioso, una adaptación de Hamlet de cuatro horas de duración, tras la que hubo de tomarse un receso a partir del cual se centró en cintas básicamente de encargo.
Esta Cenicienta de carne y hueso, primera de las transformaciones que tiene previstas Disney de sus éxitos de animación (La bella y la bestia ya se encuentra en proceso de pre producción), pertenece sin duda a la última hornada de filmes realizados por el británico, pero posee la virtud de que le ha permitido jugar con elementos que gustaba de utilizar cuando se acercaba a los particulares universos creados por el Bardo de Avon.
Las notas de la evocadora partitura del mejor Patrick Doyle y los espectaculares planos cenitales nos traen a la memoria Mucho ruido y pocas nueces. El peinado imposible a base de caracolillos típicos sevillanos de la princesa Chelina de Zaragoza no es sino otra “hazaña”/exabrupto casi a la altura del improbable príncipe de Aragón que interpretó Denzel Washington en la citada comedia. El barroquismo de la dirección artística, la vistosidad del vestuario (marcado por colores puros para los vestidos y abigarrados adornos en los uniformes de los soldados) y la magnética presencia de Derek Jacobi parecen, todos ellos, recién salidos de su particular visión decimonónica de Hamlet. Estos toques nostálgicos sumados a un uso de la luz y el color que parece extraído bien de las obras tenebristas de Velázquez y Goya, bien del resplandeciente pincel de Vermeer y unidos a la elegancia del conjunto, compendiada en una exquisita realización, hacen que el aspecto audiovisual cubra con creces las expectativas.
En cuanto al guión, Chris Weitz ha bebido de dos fuentes: el clásico animado de 1950 y, por supuesto, el cuento de Perrault. Lo más llamativo e interesante queda conformado por lo más novedoso para el gran público; el desarrollo de la vida de Ella y la relación con sus padres hasta llegar al momento de la convocatoria del baile (que el filme de animación resolvía en un escueto prólogo). El resto no por conocido deja de desentonar con el conjunto además de ganar en verosimilitud y de enriquecerse, dentro de la fidelidad al relato, gracias a la personalidad contemporánea y al criterio propio de que se ha dotado a los dos personajes protagonistas; la princesa ya no es vulnerable y ya no depende de su príncipe azul. Sus dos intérpretes, Lily James (Downton Abbey) y Richard Madden (Juego de Tronos), provienen del mundo catódico. Completan el reparto el ya citado Derek Jacobi, presencia constante en el cine de Branagh, y Cate Blanchett, que compone una madrastra al uso, consiguiendo no resultar excesivamente caricaturesca en un papel que no permite gran variedad de registros.
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Cenicienta
Dirección: Kenneth Branagh
Guión: Chris Weitz
Intérpretes: Lily James, Richard Madden, Cate Blanchett
Música: Patrick Doyle
Duración: 105 min.
Estados Unidos, 2015