Badass made in Corea
Nota: 7
Lo Mejor: Su protagonista, Bin Won.
Lo Peor: Ciertas escenas y personajes puedEn resultar ridículos en una cultura occidental no acostumbrada a determinado tipo de interpretaciones o a excedentes dramáticos.
Quizá
es precipitado, pero podría aventurarme a afirmar que estamos ante la
era dorada del cine sur coreano impulsada por directores como Park Chan-wook, que abanderó la renovación su industria con la de culto Oldboy, o Kim Ji-Woon, que recibió en 2010 multitud de alabanzas por I Saw The Devil y también por su particular remake de El Bueno, el Malo y el Raro, así como decenas de ejemplos como Joon-ho Bong, autor de The Host. A pesar de ello, sigue existiendo cierta reticencia al visionado de
obras asiáticas, las cuales, por creencia popular, parecen destinadas al sector
más marginal del folklore oriental, único espectador capaz de comprender y
a la vez ser fanático de filmes de ese corte, pero nada más allá de la realidad.
Si hay una producción que merece ser considerada como la más puntera en
cuanto a cine palomitero se refiere, esa es la del sur de Corea, que
con películas como El Hombre sin Pasado (Ajeossi) continúa
afianzándose como tal y sirviendo de parangón para un Hollywood sin
ideas que está empezando a beber, o más bien a emborracharse, de la
cinematografía de ese país queriendo hacer suyas creaciones que ya
tienen nombre propio y cuya distribuidora internacional no ha sido otra
que el boca a boca iniciado en festivales y extendido gracias a
Internet.
A
la batalla por ese reconocimiento global que trata de arrancar un
poquito de hegemonía a la fábrica estadounidense, se acaba de unir, como
decíamos, Jeong-beom Lee, que con esta segunda cinta, que fue la
más taquillera el pasado año en el país coreano, sigue curtiendo el
poderío de la nueva potencia cinematográfica. Es evidente que el
director capta la esencia de sus compatriotas más influyentes y se nutre
de lo mejor de Oldboy o Memories of Murder (Memorias de un Asesino en Serie) de Joon-ho Bong y aunque puede que no las supere, El Hombre sin Pasado es
una digna cinta de acción criminal que suma puntos conforme avanza el
metraje, un gradiente en línea que funciona en simbiosis con la crudeza y
la violencia que terminan dominando la trama.
La premisa con la que juega Lee
no es nueva, desde luego, y se recrea revoloteando alrededor de la
figura de ese forastero reservado que no se sabe de dónde viene ni
adónde va. Ése que genera una única pregunta en cualquiera que se cruce
con él: "¿Quién coño es este tío?" Claro que, como también hemos visto mil
y una veces, llevado a la modernidad. Con una estética a lo emo
coreano de esos que se graban sus paranas en Youtube y un día cogen una escopeta para cargarse al colegio entero, esta vez el eterno desconocido, que adopta el nombre de
Tae-shik (Bin Won), trabaja como prestamista por cuenta propia e
inicia una relación amistosa con una niña que suele empeñar objetos para
buscarse la vida, ya que su madre se encuentra ocupada ejerciendo de
mula para el narcotráfico y metiéndose todo lo que no se vende en
farmacias. En una de las trastadas de su progenitora, la cría y ella son
secuestradas por una banda dedicada al tráfico de drogas (y de otras cosas ya de paso) y Tae-shik decidirá echarles una mano -abiertísima para sus
captores-.
Si
bien el ritmo no comienza a obtener una dinamicidad frenética hasta ya
avanzados unos cuantos minutos, la ausencia es compensada con una ración
doble de acción una vez superado el prólogo, en el que se anuncian unos
desencadeantes que se antojan pelín simplones y chirriantes como
precursores de la historia, pero que cobran su sentido máximo atendiendo
al costumbrismo de un cine que se pirria por la tragedia más algodonera
y que enaltece los sentimientos humanos más dignos, coqueteando con la
cursilería de los discursos forzadamente moñas y los "Happy Ending",
qué se le va a hacer. Afortunadamente, estas producciones también se
esfuerzan por llevar a su expresión más voraz las emociones homínidas
más rastreras con un retrato de la violencia que se revuelca en su
propia sangría, faceta que, en El Hombre sin Pasado, ocupa
más metraje que los minutos tontorrones y teatreros que a un modo de
entender occidental, podrían rozar el ridículo, aspecto del que no se
salva tampoco el carácter de alguno de los personajes, como el ayudante
del inspector, casi cómico y sobreactuado. Sin embargo, iterar
nuevamente que se trata de una tendencia tradicional de su confección
cinematográfica y se debe entender desde tal perspectiva.
El
trabajo técnico en las escenas de batallas cuerpo a cuerpo se impone
como una percepción relativa con doble filo dependiente del ojo del
espectador, que puede tomar las elipsis de planos como una ingeniosa
manera de evitar un reflejo desastroso de las luchas, o bien puede decantarse por
su sentido más negativo y entender que la factura es un tanto
deficiente y propia de las películas más humildes en presupuesto, que
suelen acudir a la técnica "Steven Seagal", captando sólo los gestos y algunos miembros corporales durante la reyerta. Lo que sin duda es destacable es el trabajo del intérprete principal, Bin Won, que ya fue una revelación en la también coreana Mother (John-ho Bong)
y que por este último personaje se ha ganado seis galardones como Mejor
Actor en los diferentes eventos festivaleros por los que se ha paseado
la cinta, y la verdad es que al chico te lo crees a pies juntillas en la evolución sufrida
por su personaje, que de ser un tío raro sin más con posibles
tendencias pedófilas, se transforma en un asesino en serie con
motivaciones enternecedoras. Y encima está bueno.
Tampoco voy a negar que esta es una de esas películas típicas que suele recomiendar ese colega friki que
todos tenemos, pero oigan, ya pueden ir dejando los prejuicios a un lado y
excusas tales como que no se distingue a los personajes porque son
todos iguales (ahora les cortan el pelo de diferente manera para hacerlo
más fácil) o que les van a colgar alguna etiqueta de por vida y no
podrán ligar con las pijas de discoteca. Amigos, los tiempos cambian, "the nerd is the new sexy"
comentan ahora por ahí y el cine sur coreano se posiciona como una de
las aristas claves de la industria cinematográfica más potente. A ver cuánto tarda Hollywood en sacarle el remake.