Vientos de los 90
Nota: 4,5
Lo mejor: que no salen tiburones de los tornados.Lo peor: un reparto que no sabe por dónde le da el aire.
A pesar de que ya se ha extinguido momentáneamente la moda del cine de catástrofes, la del mockumentary o falso documental, en una época de crisis económica y de ideas, está más en auge que nunca. En su explotación sin ningún tipo de pudor encontramos la razón de existir para En El Ojo de la Tormenta, que llega a nuestras carteleras también con la intención de convertirse en la Twister de la presente generación. Para ello, el guionista John Swernam (Step Up All) actualiza las bases del filme que protagonizaron Ellen Hunt y Bill Paxton en 1996 por lo menos en términos visuales, permitiendo que el peso de la cinta repose en unos impactantes efectos especiales en lugar de en los personajes sin relieve a los que encarnan los semiconocidos Sarah Wayne Callies y Richard Armitage.
En esta Into the Storm no hay tiempo para el desarrollo de personajes, una historia uniforme o algún atisbo de épica o emoción, sólo de tornados. Gangbang de tornados, de todos los colores y tamaños; capaces de levantar al niño, a la niña, al perro y hasta al padre de Superman. De hecho, estas brutales espirales de destrucción están mucho mejor conformadas que cualquiera de los roles que pululan por la cinta, arrejuntados todos bajo el mismo metraje con la única excusa de fusionar las memorias de sus cámaras para construir una cinta coherente con las bases de grabación en tiempo real que plantea el formato; o como dice acertadamente uno de los personajes, "la cinta casera más cara de la historia". Por desgracia, llega el punto en el que el apego al mockumentary deja de ser una de las prioridades del realizador Steven Quale (director de segunda unidad de James Cameron), más preocupado por aprovechar las posibilidades de los planos en 3D que de parir por lo menos una cinta respetuosa con su corriente.Así, el protagonismo de la cinta se lo reparten a partes iguales un equipo profesional de cazadores de tormentas, que han inventado un vehículo capaz de resistir las embestidas de los ciclones (similar a un Batmovil con ancla), en lugar de aquellas bolitas tan eficaces a la hora de localizar tornados como de promocionar Pepsi que vimos en la mencionada Twister. Junto a ellos nos encontramos al preocupado profesor de instituto al que encarna Armitage, metido con calzador en esta historia por la única razón deencontrarse a los cazatormentas en el momento indicado. Salvar a su hijo mayor, sepultado bajo los escombros del solar abandonado donde se encontraba pagafanteando con una chica de su instituto, es la poco épica y rutinaria misión que les une a todos bajo el mismo plano. Por si fuera poco, también contamos con un par de descerebrados salidos de Jackass en su intento por aportar toques de comedia a la cinta, aunquesirvan mas bien para mostrarnos las desgracias que es capaz de parir el sistema educativo norteamericano en la era de Youtube.Aunque suponga una sorpresa para los fans de Prison Break o The Walking Dead, Sarah Wayne Callies no es la encargada de deslucir al reparto en esta ocasión, ya que se trata de una labor que se toma a pecho Richard Armitage. El interprete que aguantara el tipo de forma más que digna como Thorin en El Hobbit: Un Viaje Inesperado -no tanto en La Desolación de Smaug- se revela aquí como un aborto de estrella en la mejor tradición de un Sam Worthington cualquiera, incapaz de aportarle a su rol más carisma del que tendría un profesor de ciencias auténtico. A pesar de que su hijo se encuentre al borde de la muerte, de que un tornado se lleve por los aires su lugar de trabajo o de que su localidad quede reducida a escombros, cualquiera de los tornados tiene más carisma que el Gary de Armitage, en lo que es la mejor forma de tirar por tierra una oportunidad de oro para convertirse en un vendedor de palomitas de primera fuera de La Tierra Media. Sólo Matt Walsh como el codicioso jefe del equipo de meteorólogos se salva del efecto succión, fundamentalmente porque el actor de Veep encarna al único personaje que se siente real de toda la cinta.Incluso la vaca de Twister tiene un cameo en el perímetro de uno de los tornados, no tanto como homenaje a su referente más obvio sino como forma de aglutinar de una sola vez todos los tópicos posibles del subgénero: tornados con manía persecutoria, camiones convertidos en armas arrojadizas y mensaje medioambiental. Para superarlos nace la súper tormenta del último acto, algo así como el Godzilla de las tempestades, que se acaba erigiendo como el juguete perfecto para justificar el festival de explosciones y accidentes. Portanto, sóloencontramosenlamanofirme de Qualepara el espectáculounarazónpara introducirnos en la tormenta, únicamente apta paralosfanáticosdeladestrucciónnaturalenelcine que busquen además un chorreo de píxeles en su cara a 500 kilómetros por hora. Para el resto, siempre cundirá mas una revisión de Armagedón o, mejor, de Take Shelter.