Revista Cine

Crítica de cine: 'Looper'

Publicado el 22 octubre 2012 por Lapalomitamecanica
Sin repercusión en el espacio-tiempo
Crítica de cine: 'Looper'
Nota: 7
Lo mejor: la primera media hora y Joseph Gordon-Levitt.
Lo peor: que se aprovecha de la carta blanca que concede el subgénero de los viajes en el tiempo para prescindir de cualquier lógica en la historia.
No intentes buscarle sentido a Looper. Sencillamente, siéntate y disfruta. Que nos íbamos a encontrar ante un entretenimiento de primera, con Joseph Gordon Levitt y Bruce Willis, escopeta en mano, compitiendo por marcar entrecejo en uno de los ejercicios interpretativos más curiosos de los últimos años, estaba prácticamente asegurado desde el tráiler, y con más razón al basarse su trama en el siempre atractivo y juguetón subgénero de los viajes en el tiempo. Pero a la tercera película de Rian Johnson (Brick, Los Hermanos Bloom) se le pedía mucho más, por lo menos, por parte de los aficionados a la ciencia ficción: convertirse en esa gran abanderada del cine con saltos temporales que le falta a este siglo, en el que el género sólo entiende de blockbusters mastodónticos sin alma y cintas tan modestas que cuesta recomendarlas a los amigos, sin que apenas exista un término medio donde la suficiencia de medios se dé la mano con la libertad creativa. Una misión colosal, cierto, pero no injustificada. Looper, con sus 30 millones de dólares de presupuesto, aún lejos de lo ideal mas ya una cifra importante; dos protagonistas escogidos en una de esas alineaciones de planetas que tan infrecuentemente se dan en Hollywood y dirigidos por un realizador con madera de artesano en su debut en las ligas mayores, estaba obligada a ser ese  regalo, el Terminator o 12 Monos de nuestra generación. Y no, sólo es un thriller resultón que será recordado por el debate sobre el parecido entre Joseph Gordon-Levitt y Bruce Willis y el dolor de cabeza que surge tras intentar poner orden en la historia que nos cuenta.
Looper es una decepción como película de ciencia ficción al mismo nivel que es un éxito en su acercamiento al thriller. Eso de entrada. El primer aspecto, ese envoltorio puramente sci-fi, se descubre como una cortina de humo para enmascarar la poca consistencia que encierra la verdadera historia que narra la película. La neblina se mantiene en estado sólido durante un primer acto trepidante y maravilloso en el que conocemos al protagonista y su contexto. Joe es un asesino a sueldo del año 2044 que vive en Kansas, pero su metodología es mucho más sofisticada que la de un sicario cualquiera. Se trata de un looper, que es el nombre que reciben los miembros de una organización en la sombra dirigida por un mafioso enviado del futuro, Abe (un desaprovechadísimo Jeff Daniels), que recibe víctimas del año 2074, aún vivas, para ser asesinadas en el presente. El crímen perfecto, ya que ni los loopers saben a quién están asesinando ni cómo conectarle con el cliente si la policía mete las narices, por no hablar de que en el tiempo del que proceden los 'paquetes' no queda cuerpo ni pruebas que incriminen a nadie.
 Crítica de cine: 'Looper'
Pero la vida de estos hitmans no es para los que piensan a largo plazo. Sin que ninguno de ellos sepa la fecha exacta, a todos les llega el día en el que reciben el último encargo. Un trabajo de jubilación que consiste en su propio asesinato, o más bien, en la de una versión de sí mismos de dentro de 30 años, eliminando el único cabo suelto que sabe que los asesinatos se han producido. Junto al cuerpo llega una remesa de lingotes de oro en lugar del habitual pago en plata. Esa es la señal para que el looper identifique a su yo futuro una vez ha terminado con su vida. Desde ese instante, el asesino tiene tres décadas por delante para disfrutar del dinero hasta ser secuestrado por la organización para enfrentarse a su pasado.
El primer acto no sólo está dominado por la resonancia de una idea tan cojonudamente bien pensada como la de los asesinatos temporales, sino que Johnson y Gordon-Levitt cincelan al milímetro a su personaje central, un Joe joven y con ganas de comerse el mundo, de aprender francés, mudarse al país de la Torre Eiffel, dejar las drogas y la compañia de prostitutas para convertirse en una mejor persona. Justo cuando tiene más cerca la oportunidad de comenzar su nueva vida, su yo futuro llega con ganas de armar jaleo. El viejo Joe no está dispuesto a dejarse asesinar por el joven, sino que ha decidido aprovechar su viaje al pasado para terminar con la vida de un futuro tirano antes de que alcance la edad adulta y someta a la humanidad asesinando cientos de personas. Entre ellas está la mujer que logró que Joe, justo al término de las tres décadas que le quedaban de vida, se transformara en el hombre con un objetivo que siempre quiso ser. Una misión de salvación salpicada de venganza, que diríamos, pero que se fundamenta en una lógica de viajes en el tiempo completamente contradictoria. Y a partir de aquí, SPOILERS.
Crítica de cine: 'Looper'
Las películas sobre saltos temporales es lo que tienen, que sus reglas son establecidas a conveniencia del guionista, para el que incurrir en paradojas y contradicciones puede ser considerado hasta un valor añadido en el trasfondo del filme, pero eso no quita para que dichas reglas puedan no gustarnos. La primera jugarreta que nos gasta Johnson se encuentra en esa narración interrumpida de la línea temporal alternativa que vemos durante todo el filme en la que los dos Joes coexisten en el año 2044. Justo cuando el joven Joe se cae del balcón de su apartamento, casi como representando un sueño o alucinación fruto del golpe -Rian, tramposete...-, el realizador y guionista nos introduce en lo que entendemos como la línea temporal principal o 'el cómo deberían ser las cosas'. En dicho contexto, vemos a Joe cumplir con su último trabajo, y en la que probablemente sea la mejor parte del filme, también asistimos al paso de los 30 años de desenfreno y violencia que vive el personaje hasta que conoce a la mujer capaz de hacerle ver la luz para poco después ser reclamado por los loopers y enviado al pasado a morir. Es en ese momento, en el viaje del protagonista con el consiguiente enfrentamiento entre Joes, cuando la cinta vuelve a conectar con la cronología inicial.
Lo que da a entender el realizador es la existencia de un multiuniverso en el que una alteración, como la rebeldía del Joe viejo, crea una línea temporal paralela que pasa a existir en otro plano completamente diferente. El problema es que la cinta está plagada del recurso 'foto de los McFly', en el que los cambios en el pasado tienen resonancia directa e inmediata en el presente. No vamos a negar que la treta está explotada con mucha clase gracias a ideas con tanta inventiva como las de las 'cicatrices-mensaje', pero si no estamos entonces ante realidades alternativas y todo es un mismo continuo en el que los hechos y recuerdos se superponen unos a otros, el propio personaje de Willis tendría que dejar de existir en el momento en el que sobrevive a su primer enfrentamiento con el de Gordon-Levitt, ya que desde ese instante le está impidiendo a su versión joven convertirse en el hombre que decidirá en el futuro utilizar su viaje para cambiar las cosas.
Crítica de cine: 'Looper'
La paradoja se magnifíca una vez se hace la revelación final. Resulta que es la presencia del Joe viejo la que desencadena la existencia del dictador del futuro al asesinar éste a su madre por error y contribuir a que se convierta en el monstruo que llegará a ser (no he comentado que el chaval tiene poderes telequinéticos, ¿verdad?). Sólo el sacrificio del joven Joe en su propio camino hacia el perdón será la solución para que la madre viva y el mundo no tenga que hacer frente al horror. Su suicidio provoca la desaparición instantánea del viejo Joe, confirmando una vez más esa línea temporal única. Pero espera, ¿Si Joe nunca se hubiera rebelado en el pasado, el dictador no existiría? Entonces, ¿por qué decide Joe cambiar las cosas en primer lugar si no hay ninguna amenaza? O dicho de otra forma, ¿cómo puede el personaje vivir las consecuencias de un acto que aún no ha tenido lugar?
A lo que voy es que la utilización de las dos variantes de los viajes en el tiempo, la de las líneas paralelas y el espacio-tiempo único, son incompatibles entre sí y dan lugar a un sinfín de paradojas que hacen que la historia carezca de toda lógica. En un sentido general, el recopilatorio de ideas recicladas junto a alguna nueva se traduce en un homenaje no exento de gracia al intrincado mundo de los saltos temporales, pero que no logra convertirse en uno de esos referentes a los que realiza guiños por su falta de seriedad. En la tensa escena del encuentro de los Joes en el restaurante, los personajes incluso se permiten bromear con la poca lógica del funcionamiento de los viajes -cuya justificación científica ni siquiera es mencionada en todo el metraje-, dejando claro que la cinta ni siquiera pretende aguantar el análisis más vago al respecto.
Crítica de cine: 'Looper'
Por fortuna, las bazas de Looper son otras y se mantienen bastante evidentes por mucho que el conjunto quede estigmatizado por aparentar lo que no es. El protagonista a cargo de Gordon-Levitt funciona en su retrato de un hombre desesperado, lleno de mierda en su vida personal, desconfiado y chulesco, y seguirle en su búsqueda de redención se traduce en todo un placer a pesar de que la cinta pierda fuelle desde que llega a la granja y conoce al personaje de Emily Blunt, la protectora madre del Hitler Xavier del futuro. Seguramente, parte de ese atractivo resida en la perfecta recreación que realiza el actor de un joven Bruce Willis. A pesar de que las elecciones de maquillaje siempre son discutibles dependiendo de los ojos del que las mire, lo que cuesta rebatir es el concienzudo estudio que le ha realizado Levitt a su compañero de rodaje. Por desgracia, Bruce Willis hace exactamente lo mismo que el coprotagonista de Incepcion y TDK Rises, de Bruce Willis, lo que tampoco es un suplicio al hablar de uno de los actores más carismáticos del mundillo, pero sí da pie a un evidente desequilibrio. Su personaje acarrea la cruz de ya haber sido presentado al tratarse de una película con un único protagonista dividido en dos, y su conflicto personal, el de la búsqueda de la redención final por medio de un acto tan desinteresado como la salvación de la humanidad a pesar de que ponga en peligro el recuerdo de su único amor, no cuaja tan bien como el de la otra parte. El viejo Joe no llega a parecer el despiadado asesino de niños que desencadena el caos en la historia que realmente termina siendo, sino Bruce Willis corriendo de un lado para otro con problemas de memoria y sueños eróticos con una mujer asiática 25 años más joven que él. 
Lo que tenemos delante es a las luces de neón de los viajes en el tiempo. Un festival de pistas y piezas de un puzzle imposible de terminar en la que sólo queda disfrutar de Bruce Willis enfrentado a otro Bruce Willis más joven con una ambientación, carga dramática y escenas de acción de mayor sobriedad a lo habitual en la era de los droides, las conspiraciones de gobiernos orwellianos y las megaurbes tecnológicas. Cualidades más que suficientes para hablar de una película tremendamente entretenida y recomendable, aunque la sensación de que pide a gritos ser mucho mejor de lo que es no termina por desaparecer nunca. Lo que parece cada vez más claro, sobre todo teniendo a la también prometedora Código Fuente en la memoria reciente, es que el éxito en el campo que popularizó H. G. Wells, los viajes en el tiempo, parece reservado a cineastas marginales que tienen que rodar en el garaje de su casa como Shane Carruth, responsable de Primer y acreditado como asesor en esta película, u otros no menos underground enmarcados en una industria que está muy verde para apostar por este tipo de películas, como Nacho Vigalondo (Los Cronocrímenes). Eso sí, en Hollywood, desde los tiempos de la fiebre por el western hasta los últimos relatos mafiosos, siempre han sabido hacer buenos thrillers de personajes.

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