Con Divergente nos encontramos ante la enésima saga literaria para adolescentes, siguiendo los pasos de Crepúsculo y Los juegos del hambre, llevada al cine. Las tres series de novelas cuentan con dos elementos en común: todas han salido de la pluma de una mujer y en todas la protagonista es una joven de fuerte personalidad. Una elección perfecta desde el punto de vista mercadotécnico ya que las estadísticas no pueden ser más contundentes en ese sentido: a lo largo y ancho del planeta el público femenino es el que más lee, compra y recomienda libros (muy por encima, en algunos casos, del masculino) para, con posterioridad, llenar las salas con el objetivo de admirar a sus heroínas.
La trilogía de Verónica Roth ,“Divergente”,” Insurgente” y “Leal”, guarda un más que sospechoso paralelismo con las novelas que Suzanne Collins escribió bajo el título genérico de “Los juegos del hambre”, tanto en lo referente a su temática, al escenario futurista en el que se desarrollan y a la tipología de sus personajes, como en la división de la sociedad en castas (Erudición, Cordialidad, Verdad, Osadía y Abnegación) y en la utilización de símbolos muy similares para identificarlas.
En los primeros diez minutos de película se establece de forma diáfana el contexto en el que se va a desarrollar la historia, algo muy de agradecer por los no iniciados, cosa nada baladí ya que multitud de adaptaciones literarias similares dan por sabidos multitud de detalles que solo conocen los ávidos lectores. En ese sentido, el realizador Neil Burger ha sabido sintetizar la narración y la idea que pretende transmitir la historia, que la personalidad de cada cual se compone de multitud de detalles que la hacen fascinante en su complejidad y que no puede reducirse a una etiqueta simplificadora.
Shailene Woodley, que apareció junto a George Clooney en Los descendientes, interpreta a la protagonista de la cinta. Su personaje encarna esa divergencia de caracteres, que es lo que persigue la casta dominante por considerarlo una amenaza a su hegemonía. Esperamos fervientemente que la prometedora carrera de esta actriz no se vea fagocitada por la franquicia que la ha hecho popular, como le sucedió a Kristen Stewart, musa del cine independiente, cuando se embarcó en Crepúsculo, y que Woodley sepa seguir el ejemplo de una Jennifer Lawrence para la que ha habido vida, cine y premios más allá de Los juegos del hambre.
La labor de Burger no se sale del guión de lo previsto, realización correcta dentro de un acabado estético y formal impecable. El realizador norteamericano ha conseguido un producto claramente dirigido a un público adolescente que cumple su función: entretiene, tiene ritmo y carece de puntos muertos, pero no va más allá, aunque no deja de ser meritorio que los 140 minutos de metraje resulten tan llevaderos, eso sí, a costa de prescindir de toda implicación emocional con los personajes y la trama. Aún así, resulta mucho menos irregular que las dos películas de Los juegos del hambre estrenadas hasta ahora.
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Divergente
Director: Neil Burger
Guión: Evan Daugherty y Vanessa Taylor, basado en la novela de Veronica Roth
Intérpretes: Shailene Woodley, Theo James, Ashley Judd
Fotografía: Alwin H. Küchler
Música: Junkie XL
Montaje: Richard Francis-Bruce, Nancy Richardson
Duración: 139 min.
Estados Unidos, 2014