La incomunicación y la brusquedad del destino que trunca las historias de sus protagonistas sobrevuelan los relatos cortos de Alice Munro, la premio Nobel de literatura canadiense que ha servido de inspiración a grandes películas que giran en torno a poderosos personajes femeninos, como la enferma de alzheimer de Lejos de ella o la Julieta del título de la vigésima incursión de Pedro Almodóvar tras las cámaras. El manchego, poco dado a adaptar material ajeno, a pesar de trasladar la trama a España y de llevar la historia a su terreno, se ha mantenido relativamente fiel a los textos de Munro evitando innecesarias salidas de tono.
Julieta, cumplidos los 50, se dispone a abandonar Madrid en compañía de su pareja cuando un inesperado encuentro le devuelve al pasado. Aparca esa idea, deja a su compañero y comienza a escribir una carta a su hija Antía, a la que hace años que no ve, saliendo, por fin, de un hermetismo que le ha impedido exteriorizar algo que le desgarra por dentro, rompiendo así un doloroso silencio convertido en fatal compañero de viaje.
Almodóvar ha escogido el flashback para simultanear dos líneas temporales que se mueven desde los 80 hasta la actualidad y que nos cuentan en paralelo 30 años de la vida de esta mujer que cuenta con los rasgos de Adriana Ugarte en su juventud y que madura en el cuerpo de Emma Suárez. Magníficas las dos, construyen un personaje cincelado por el martillo de la fatalidad.
Este perfeccionista director de actores no ha perdido la mano para obtener memorables interpretaciones de un equilibrado reparto; desde las niñas, estupendas y con un peso específico extremadamente importante, hasta los consolidados Daniel Grao, Inma Cuesta, Michelle Jenner y el reincidente Darío Gandinetti. Las muy bien repartidas gotas de humor, que para nada chirrían en tan tremendo argumento, se encuentran concentradas en el personaje de una genial Rossy de Palma, trasunto gallego del ama de llaves de Rebeca, en uno de los múltiples guiños cultos de un Almodóvar que no ha querido olvidarse de su imprescindible Chavela Vargas.
La solidez del guión agradece la feliz compañía de un empaque visual con el que hacía tiempo que no nos deleitaba el de Calzada de Calatrava, con la vuelta a una fotografía atenta al simbolismo de su certera mirada que juega con la paleta del pintor que dibuja/adjetiva a sus personajes a través de colores puros; sus rojos, azules, verdes o amarillos parecen extraídos de un cuadro de Mondrian.
La intensidad del realizador manchego, que parecía haberse diluido en unos últimos trabajos tremendamente decepcionantes, ha regresado de manera pausada y reflexiva en forma de drama con mujer al fondo al modo de su idolatrado Douglas Sirk, en el que la seriedad y sobriedad estilísticas lo emparentan con su reverso masculino, la sobresaliente Hable con ella, y el giro temático tras Los amantes pasajeros recuerda al salto mortal que tanto prestigio otorgó al Woody Allen que dejaba atrás su vena cómica en la absorbente Delitos y faltas.
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Julieta
Dirección: Pedro Almodóvar
Guión: Pedro Almodóvar, a partir de los relatos cortos “Destino”, “Pronto” y “Silencio“ de Alice Munro
Intérpretes: Emma Suárez, Adriana Ugarte, Rossy de Palma
Música: Alberto Iglesias
Fotografía: Jean-Claude Larrieu
Duración: 96 min.
España, 2016