Serie La Fortuna Análisis sin spoilers
¿Quién es dueño de la historia?
Ya está aquí la serie de Alejandro Amenábar: La Fortuna. En Seriemaniac hemos podido asistir en exclusiva a un visionado previo, una vez que se ha realizado la première de la serie en el Festival de San Sebastián.
¿Quién es dueño de la historia? Esa pregunta llena de riqueza y conflicto se desmenuza en esta nueva serie de Movistar+ que comienza homenajeando o recordando, de alguna forma, el inicio del Titanic de James Cameron.
Posiblemente, en el fondo del mar no estén solo nuestros barcos hundidos o nuestros antepasados muertos, sino el sueño que una vez persiguieron estos. Reflotar sus tesoros es reflotar sus sueños.
'Algunos me llamarán pirata, otros soñador. Pero, supongo, que lo único que soy es un viejo porrero'.
El formato de 6 episodios por temporada empieza a ser ya un clásico en las grandes producciones del canal de pago por excelencia en cuanto a series españolas se refiere. No en vano, con un producto bien dirigido y guionizado, se consigue que no falte ni que sobre material; como ya pudimos comprobar en series como , Antidisturbios o Libertad.
La fortuna llega a nuestras pantallas de la mano de un Alejandro Amenábar que ha visto, como tantos, que en las series está parte del futuro de la economía del séptimo arte. Y lo hace con una miniserie arriesgada, que funciona como una moto de dos tiempos, con potencia y eficiencia, pero perdiendo fuelle en alguna de sus piezas.
El estilo propio del cineasta español se deja ver desde el inicio, con esa naturalidad ausente de filtros de cámara, el minucioso estudio y preparación de cada plano, y el constante uso simbiótico de la fotografía y la música para dar galones a la sencillez.
Alejandro no es enrevesado, ni tampoco pretencioso. Se limita a contar pequeñas grandes historias depositando todo el corazón y alma que puede, e invirtiendo su tiempo, dinero y esfuerzo en pulir notablemente la iluminación, la ambientación y haciendo uso de un reparto actoral llamativo; con la siempre presencia de alguna estrella extranjera en la plantilla.
Matiz que además le sirve para conquistar con sus trabajos, cual colono, otros territorios más allá del español, cosa que parece ser más que palpable en este trabajo. Así pues, el 30 de septiembre se estrenará, tras su paso por Venecia y San Sebastián, el primer episodio en Movistar+.
Pero, para envidia de propios y extraños, como alumno aventajado y seriemaníaco, he tenido la fortuna (valga el chiste fáci) de disfrutar con antelación de los seis episodios de la miniserie. No reparamos en 'gatos' en este blog.
¿Qué veremos en La Fortuna?
En el fondo, una serie de piratas, no al uso, pero sí en el fondo y muchas veces en la forma. Volviendo a los dos tiempos, disfrutaremos de esas dos aguas en las que navega la serie: la aventura y el sueño de unos exploradores, o la ambición ilegítima de unos cazatesoros.
Entre medias, la búsqueda de la fortuna de un galeón hundido en el Estrecho de Gibraltar a principios del siglo XIX. Y, como en toda película de piratas que se precie, entra en juego la política, las tretas, los abordajes y la trata de intereses.
El aroma a aventura que el guionista y director imprime a la miniserie se deja ver constantemente y desde el inicio. Unos piratas modernizados que luchan por su botín y que harán todo cuanto puedan para lograrlo, usando para ello armas legítimas e ilegítimas. Falta la botella de ron y el loro, eso sí.
No obstante, en el horizonte de intenciones de Alejandro Amenábar, se filtra una reflexión clara y meridiana: el valor del patrimonio histórico de un país como bien cultural y no económico. Algo que nunca debería tener discusión y que sin embargo nunca dejará de tenerla.
'La cultura es nuestro petróleo'.
La serie se esfuerza por mantener el pulso entre la sobriedad literaria y el edulcorado heriocismo cinematográfico; ese que eriza la piel tocando las fibras sensibles más superficiales del espectador, cayendo en ocasiones en diálogos superfluos y escenas más escaparatistas que trascendentales.
Puede que sea el drama menos profundo, filosófico y con menos personalidad de Amenábar, pero tiene ese gen comercialista que hace llegar la trama a un gran público, sin caer -cosa que agradecemos muchos- en la banalidades y frivolidades típicas de la mayoría de los seriales españoles.
Los tres primeros capítulos están confeccionados entre valles y picos narrativos, de tal modo que las escaladas puedan aferrarte de nuevo al poder embriagador de la historia. Es en los tres últimos donde el ritmo acelera y todo se vuelve más vertiginoso y estimulante.
¿A quién veremos en La Fortuna?
A Karra Elejalde, por supuesto, porque no hay director que se resista a volver a trabajar con él por segunda vez. Uno de los maestros de la interpretación que podemos disfrutar a menudo en España, y que tras su paso por la piel de Unamuno en Mientras dure la guerra, vuelve a los brazos de Amenábar bajo el traje de un comprometido ministro de cultura español.
Ana Polvorosa y Álvaro Mel protagoniza no obstante el reparto de casa, mientras que los principales rostros internacionales son el conocido Stanley Tucci ( Winchell, Spotlight, Los juegos del hambre) y Clarke Peters ( The Wire, Person of interest). Orbitando a su alrededor, aparecen otros nombres como Blanca Portillo, Pedro -salgo en todas las series de España- Casablanc, Alfonso Lara, T'Nia Miller o Manolo Soto.
Una confluencia variopinta que durante la mayor parte del tiempo funciona. No siempre, por culpa en gran medida por la falta de carisma de algunos personajes. Quizá el principal pero de la producción de la serie de Amenábar, la excesiva convencionalidad de los personajes, demasiado estereotipados e impostados.
ConclusiónHay que verla. Movistar+ se merece siempre el beneficio de la curiosidad y el intento. Además, sin ser nada del otro jueves, es una serie capaz de entretener a casi todo el mundo, capaz de hacerte reír cuando toca (gracias en parte al bueno de Elejalde), de emocionarte cuando lo merece (aquí entra en juego la habilidad del director), y a seducirte cuando Tucci, Peters y compañía hacen lo que saben.
Una serie que en su trasfondo más cercano despierta un calor primigenio y tangible sobre la importancia de nuestro pasado y la preservación del mismo como riqueza; y que en su trasfondo más lejano consigue avivar ese gen patriótico que en ocasiones perdemos de vista.
'Nos creíamos más listos que ellos, y mira'.