Ahora más que nunca una película como esta se hace necesaria. Podrán decir que se han rodado infinidad de filmes similares, pero cuando disfrutas de ciento cinco minutos de tensión, inmerso en una historia que nace de la necesidad de plasmar una reflexión sobre temas puramente locales pero que, de alguna manera, terminan viéndose como algo universal, con intensidad y atención constante, te das cuenta de que este trabajo merece tanto la pena que debería proyectarse en colegios e institutos.
Su germen hemos de buscarlo por un lado en el título original, que se refiere a esos chavales que representan a todos los herederos de la memoria de Francia, y en un segundo aspecto, la polémica surgida a raíz de la ley que prohíbe llevar símbolos religiosos en los centros escolares y el debate que la enfrenta con el derecho de libertad de expresión, disquisición que en forma de pequeñas píldoras se encuentra presente a lo largo de todo el metraje.
Mi nombre es Madame Gueguen, llevo veinte años enseñando. Soy vuestra profesora de geografía e historia. Así se presenta esta maestra (Ariane Ascaride) ante su clase; un aula formada, como ilustran los créditos finales, por un mosaico de culturas, razas y religiones distintas que son las señas de identidad de estos jóvenes problemáticos de la periferia de París. La docente será la encargada de que la sensación inicial de desmotivación, caos y conflictividad se transforme en algo muy distinto al final del curso, periodo durante el que se desarrolla este guión basado en hechos reales.
La historia no se aprende, la historia se comprende. Este pensamiento resume el proceso que sigue el espectador junto a esos alumnos a la hora de enfrentarse al reto que les propone su profesora; que ese crisol de interculturalidad y diversidad sea capaz de trabajar en equipo, de manera homogénea, mientras participa en un concurso a nivel nacional desarrollando un epígrafe tan interesante como aterrador: “Los niños y los adolescentes en el sistema de concentración nazi”. La riqueza del filme reside en esa búsqueda, en la curiosa identificación con esos chicos que sentían y vivían como ellos hasta que la guerra y el horror les arrebataron su infancia para siempre y en esa pérdida de la inocencia respecto a la historia de su propio país en el momento en que descubren que hubo compatriotas que se convirtieron en cómplices de tamaña barbarie.
La literatura y las figuras de Anna Frank y de Simone Veil, el testimonio de León Zyguel, la novela gráfica de Pascal Croci y la música de Claude Debussy son parte de los elementos a los que se agarra la cinta para esgrimir la educación como arma contra la intolerancia, además de poner en valor la imprescindible labor de profesoras y profesores en la formación de los adultos del mañana. El premio del público joven de la SEMINCI no hace sino acreditar el impacto de este trabajo sobre esos espectadores adolescentes que se acercan a él llenos de curiosidad y de ganas de aprender.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © Loma Nasha, Vendredi Film, Orange Studio. Cortesía de A Contracorriente Films. Reservados todos los derechos.
La profesora de historia
Dirección: Marie-Castille Mention-Schaar
Guión: Ahmed Dramé y Marie-Castille Mention-Schaar
Intérpretes: Ariane Ascaride, Ahmed Dramé, Noémie Merlant
Fotografía: Myriam Vinocour
Duración: 105 min.
Francia, 2014