Cuando un personaje secundario llama la atención hasta el punto de convertirse en un auténtico “robaescenas” y se hace con el favor del público, incluso por encima de los protagonistas, los productores de turno no dudan en darle su propia película o serie para que demuestre por sí mismo su capacidad de atracción. Este fenómeno se viene denominando con el término anglosajón spin off.
Allá por 2010 unos pequeños seres amarillos enfundados en unos pintorescos petos vaqueros, con unos enormes ojos redondos pertrechados tras unas curiosas gafas protectoras robaron el corazón de propios y extraños en una magnífica película de animación que mostraba que hasta los más malvados pueden tener su lado más tierno. El filme era Gru, mi villano favorito y esos curiosos seres, los Minions, cuya traducción literal del inglés explica su función principal: esbirros, encantados de servir al más maléfico de los amos. Esta cinta les da la oportunidad de demostrar que sus aventuras tienen la suficiente consistencia para mantener el interés durante noventa minutos.
Planteada como una evolución de sus andanzas a lo largo de la historia (incluida su gestación durante la era de los dinosaurios) en un divertidísimo prólogo, la trama termina por centrarse en 1968 para enlazar, cerrando el círculo, con el trabajo en el que debutaron. En el escenario de un Londres con toques retrofuturistas, los tres más valientes, Kevin, Stuart y Bob, acudirán a la convención mundial de malos, malísimos para postularse como secuaces de la estrella de los súper villanos, Scarlett Overkill.
La pareja de realizadores ha sabido aprovechar desde el minuto cero las posibilidades cómicas del rasgo más característico de los Minions: su voz (doblada por uno de ellos, Pierre Coffin). Ese peculiar dialecto que chapurrean que los hace tan graciosos e inimitables se encuentra formado por expresiones de varios idiomas y recuerda al lenguaje onomatopéyico de La oveja Shaun. Además, no han querido descuidar al público adulto trufando su trabajo tanto de referencias cinéfilas, que van de la gamberrada moderna de Austin Powers al clasicismo acrobático de Cantando bajo la lluvia, como musicales, gracias al Abbey road de los Beatles y a un personaje clavadito al Freddy Mercury del videoclip de I want to break free, amén de una selección de temas con lo mejor de los 60 y 70.
Más allá de las omnipresentes risas, la cinta tiene momentos para la ternura, no en vano el trío protagonista es un trasunto del que formaban las entrañables niñas que fueron capaces de derretir el corazón de ogro de Gru, arrancándonos unas lagrimillas. En este caso no vamos a llegar a ese punto de brillantez y emoción, pero lo ameno, entretenido e hilarante de la propuesta refrescará el tórrido verano con unas saludables carcajadas. Ah, y si yo fuera vosotros, niños y niñas, no dejaría a vuestros padres, abuelos o tíos salir del cine antes de la sorpresa que os vais a encontrar al final de los créditos, a más de uno se le va a desencajar la cadera…
cCopyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © Illumination Entertainment. Cortesía de Universal Pictures International Spain. Reservados todos los derechos.
Los Minions
Dirección: Kyle Balda y Pierre Coffin
Guión: Brian Lynch
Intérpretes (en la versión doblada): Alexandra Jiménez, Quim Gutiérrez, Florentino Fernández
Música: Heitor Pereira
Duración: 91 min.
Estados Unidos, 2015