Crítica de “Noche real” (2015)

Londres, 8 de mayo de 1945. Los tañidos del Big Ben, la famosa campana del reloj de las Casas del Parlamento, resuenan con fuerza hasta tres veces antes de que el primer ministro Winston Churchill anuncie que un minuto después de la medianoche habrán cesado las hostilidades y se producirá la rendición de Alemania: “hoy es el día de la victoria en Europa y todos nos merecemos un momento de alegría”. La multitud agolpada frente al Palacio de Buckingham vitorea a la familia real, que ha salido al balcón para saludar; una instantánea en la que destacan, a ambos lados de los monarcas, las dos princesas: Margaret, la más joven, y Elizabeth, futura soberana.

Unos momentos después, mientras Jorge VI ensaya su alocución a la nación para evitar tartamudear durante la transmisión de radio (en clara referencia a El discurso del rey) sus hijas le reclaman un día de libertad, de celebración anónima, de incógnito, sumergidas en la marea humana que va a abarrotar la capital. El mandatario acepta, a pesar de la censura inicial de su esposa, con el convencimiento de que el sentido del deber de su primogénita vigilará el descontrol adolescente de la benjamina.

Este es el planteamiento de una película que bien pudiera parecer un divertimento ficcionado a partir de personajes reales pero que, a pesar de ciertas licencias dramáticas, relata hechos documentados, hasta el punto de que en los años 80, ya bajo el nombre de Isabel II, la reina reconoció que aquella fue una de las noches más memorables de su vida.

Resulta evidente que el guión ha bebido en las mejores fuentes, las de Dalton Trumbo (recientemente reivindicado) y su historia sobre la princesa que quería conocer al pueblo, Vacaciones en Roma. En este caso, Elizabeth (una Sarah Gadon deslumbrante), convertida en Lizzy para pasar desapercibida, consigue la ayuda de un piloto de la RAF para encontrar a su díscola hermana (a la que Bel Powley aporta todo su desparpajo) que se ha lanzado a disfrutar de la noche. El tono, la comicidad y el romanticismo se encuentran calcados del filme de Audrey Hepburn, sin renunciar a momentos de ternura y emotividad. Y ese nocturno recorrido por un Londres monumental mientras la heredera al trono y el soldado, que ignora su condición, se conocen, nos lleva además a Antes de amanecer.

 

Tenemos entre manos una deliciosa comedia a la británica, que cuida su elegancia y sofisticación sin dejar de lado el enredo e incluso el slapstick en determinados pasajes, narrada al ritmo del swing de los 40. Perfectamente construida a partir del acontecimiento real que la motiva, con un tempo exacto y un mecanismo completamente invisible, fluye suavemente hasta un cierre (lo más difícil dentro de un género tan trillado) brillante, y casi pudoroso, gracias a un precioso e ingenioso recurso estilístico, un movimiento de cámara donde lo importante sucede fuera del encuadre y en el que la expresión facial del personaje que aparece en el plano nos confirma lo que ya nos estamos imaginando.

Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.

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Noche real

Dirección: Julian Jarrold

Guión: Trevor de Silva y Kevin Hood

Intérpretes: Sarah Gadon, Bel Powley, Jack Reynor

Música: Paul Englishby

Fotografía: Christophe Beaucarne

Duración: 97 min.

Reino Unido, 2015