La felicidad no es buena para la ficción. Con esta frase, el protagonista, Xavier Rousseau, es exhortado por su editor a dar forma a su nueva novela siguiendo ese criterio que dice que el sufrimiento engancha al lector/espectador más que una vida de color de rosa. Ese paralelismo entre la mejor forma de narrar una historia y lo compleja que puede resultar la existencia se encuentra presente a lo largo de todo este trabajo, ya que los personajes de ese libro son los de la película, que, a su vez, forman parte de la vida de quien los está poniendo negro sobre blanco.
A los cuatro protagonistas ya los conocíamos de dos filmes anteriores, dirigidos también por el galo Cédric Klapisch, que ha querido jugar en los títulos originales de cada capítulo de esta trilogía con diferentes gentilicios, subrayando así un rasgo común a todos ellos, la universalidad de las relaciones humanas. Una casa de locos era “El albergue español”, aquel piso de estudiantes en Barcelona, refugio para unos Erasmus llenos de expectativas. En Las muñecas rusas, Xavier, a punto de cumplir 30 años, se enfrenta a un incierto futuro laboral… y romántico. Y en este “Rompecabezas chino” en que se ha convertido el devenir de nuestro protagonista, que la distribuidora ha transformado en Nueva vida en Nueva York, el escritor,al borde de los 40, divorciado y con dos hijos, reflexiona sobre lo complicada que se va volviendo la vida con el paso del tiempo.
Se podría decir que estos tres trabajos en conjunto se asemejan a la trilogía Antes de… de Richard Linklater, pero aquí la fluidez y la naturalidad con que suceden las cosas ganan peso frente a los diálogos un tanto literarios que compartían Ethan Hawke y Julie Delpy. Quien vea esta película de forma aislada puede que le encuentre cierto paralelismo con la reciente La vida inesperada, aunque en el filme que nos ocupa la ciudad se encuentra mucho más viva y palpitante y mejor integrada en la trama. Lo que sí revolotea de forma explícita en cada minuto de metraje es el espíritu de otra preciosa historia de amor y supervivencia de un francés en Nueva York, Matrimonio de conveniencia.
Klapisch ha vuelto a utilizar el camino de la metáfora para plasmar el punto clave de su relato: la vida es tan compleja como un rompecabezas chino, en el que a partir de las siete piezas que te dan puedes construir multitud de figuras diferentes. Y partiendo de ahí ha seguido sorprendiéndonos con una narración ágil, ayudada por efectivos recursos visuales, llena de sentido del humor, con el que siempre relativiza las desventuras de su protagonista, y a la que se asiste con una permanente sonrisa en la boca. Los galos Romain Duris y Audrey Tautou, la belga Cécile de France y la británica Kelly Reilly forman el brillante cuarteto protagonista en el que uniendo las personalidades de los personajes que encarnan estas tres maravillosas actrices, las tres mejores amigas de nuestro sufrido escritor, nos encontraríamos, sin duda, con su alma gemela.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright de las imágenes © Opposite Field Pictures, Ce qui me met, La Compagnie Cinématographique, Panache Productions. Cortesía de A Contracorriente Films. Reservados todos los derechos.
Nueva vida en Nueva York
Dirección y guión: Cédric Klapisch
Intérpretes: Romain Duris, Audrey Tautou, Cécile de France, Kelly Reilly
Música: Christophe Minck
Fotografía: Natasha Braier
Montaje: Anne-Sophie Bion
Duración: 117 min.
Francia, Estados Unidos, Bélgica, 2014