Las notas brotan de la guitarra como un manantial. La voz de Silvia Pérez Cruz, que ya nos emocionó en Blancanieves, hace que, de nuevo, se nos ponga un nudo en la garganta mientras vivimos una intensa comunión entre la cosmopolita Barcelona y la heterogénea Bombay, entre el sosiego y el ruido, entre el orden y el caos, con los rostros de dos maravillosas actrices en pantalla, la india Nandita Das y la barcelonesa Aina Clotet, y la cámara, siguiendo la certera mirada de una estupenda cineasta como María Ripoll, envolviendo a cada una de ellas mientras el mar las une y las separa.
El agua forma el hilo conductor de esta desgarradora historia desde su propio inicio. El agua de un río, el agua de una pila, el agua del mar. El líquido elemento transformado en reflejo de lo que somos o de lo que creemos ser, porque un ingrediente importante en la narración lo conforman espejos ante los que, constantemente, uno de los personajes escudriña en busca de su identidad sin saber a ciencia cierta quién es en realidad. Del mismo modo actúa la estructura de la película donde una parte emerge, en un efectivo juego especular, en otra muy distinta para terminar por desatar el nudo emocional de la trama.
Este filme, que acompaña a Mina en su odisea para encontrar a Sita, la hermana que le arrebataron siendo niña en los suburbios de Bombay, supone la adaptación al cine por parte de Anna Soler-Pont, productora de la cinta, de su propia novela homónima escrita a cuatro manos junto a Asha Miró. La historia de estas dos mujeres forzosamente separadas ha inspirado al equipo de la película que ha querido dar un toque de atención a la creciente masculinización de la industria audiovisual. Para ello no se ha dudado en colocar regidoras al frente de departamentos tan importantes como producción y guión pasando por dirección artística, montaje, música, fotografía, sonido, vestuario, casting y, por supuesto, dirección.
Rastros de sándalo incluye una de las más hermosas elipsis que nos hemos encontrado en el cine en los últimos tiempos, obra de una artesana de las soluciones narrativas ingeniosas como es María Ripoll, que nos lleva sorprendiendo con estructuras efectivas e inteligentes desde su brillante debut, Lluvia en los zapatos. Aquí juega con el lenguaje cinematográfico de una manera tan sutil, elegante e invisible, que termina por coser dos piezas de esta historia sin que seamos capaces de apreciar la costura, en un maravilloso juego metalingüístico. Más que de “cine dentro del cine” estaríamos hablando de “cine dentro de un cine” y de un juego de muñecas rusas en el que tres películas diferentes conviven en una sola, de forma heterogénea pero totalmente equilibrada, para narrar una conmovedora historia de amor fraternal emocionante hasta la lágrima, en la que no sobra una coma.
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Copyright imágenes © Natitxis Coficiné, Pontas Films. Cortesía de Golem Distribución. Reservados todos los derechos.
Rastros de sándalo
Dirección: María Ripoll
Guión: Anna Soler-Pont
Intérpretes: Nandita Das, Aina Clotet, Naby Dakhli
Música: Zeltia Montes y Simon Smith
Fotografía: Raquel Fernández
Montaje: Irene Blecua
Duración: 95 min.
España, India 2014