Las cenizas de Rebeca Méndez fueron esparcidas sobre las aguas del Pacífico, frente al lugar donde piensan levantar una estatua para rememorar por siempre su trágica historia de amor y fidelidad, junto a la misma playa que visitaba año tras año, con su vestido de novia, desde que, con tan solo catorce primaveras, observó cómo su prometido se hacía a la mar, apenas tres días antes de los esponsales, para desaparecer engullido por una tormenta tropical. Visiblemente trastornada, volvió una y otra vez con su atuendo nupcial y envejeció esperando el ansiado retorno, pero su enamorado nunca bajó de ninguno de los barcos que atracaban en el puerto. En el pueblo la conocían como “La Loca del Muelle de San Blas” y el grupo Maná le dedicó una sentida canción.
La protagonista de Regreso a casa, pese a ser un personaje de ficción, comparte esa misma fijación. El día cinco de cada mes elabora cuidadosamente un cartel con el nombre de su marido y se encamina hacia la estación henchida de ilusión. Cuando todos los viajeros se han apeado del tren y las enormes verjas se cierran a su espalda, dejando el andén vacío, y su esposo no hace acto de presencia, inicia, desconcertada, el camino hacia su vecindario.
Pero su cónyuge sí que ha vuelto. Ha sido liberado, tras más de diez años en prisión, debido al fin de la Revolución Cultural en China. El drama surge en el momento en el que ella no puede reconocerle, pese a tenerle a su lado, por mor de una dolencia psicológica.
Bajo la piel de esta mujer se encuentra Gong Li, la más destacada de las actrices orientales, descubierta por Zhang Yimou en Sorgo Rojo, allá por 1987. Vuelve a ponerse a las órdenes del realizador, tras la ruptura sentimental de ambos, por segunda vez en los últimos veinte años para demostrar que no ha menguado ni un ápice de su talento ni de su atractivo.
El momento sublime que surge de las teclas de un piano del que emanan las melancólicas notas de una pieza interpretada por el reputado Lang Lang para la banda sonora nos recuerda al mejor Yimou, el de El camino a casa o La casa de las dagas voladoras, aquel que quedó detenido en el tiempo entre los estertores del siglo XX y los albores del XXI. Un espejismo dentro de un trabajo menor, acorde con su producción más reciente, exento de la emoción de Amor bajo el espino blanco, lastrado por una introducción excesivamente larga que ahoga la fuerza de una secuencia que, en otras circunstancias, hubiese resultado memorable.
Lo reiterativo de un guión que gira y gira en torno a las continuas visitas al recinto ferroviario construye un bucle que se extiende a otros elementos de la trama, acabando por matar cualquier atisbo de esperanza de recuperar el pulso que el director chino exhibió en sus impresionantes comienzos. Para nuestra desgracia, el antaño hacedor de obras maestras se ha convertido en un cineasta convencional.
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Regreso a casa
Dirección: Zhang Yimou
Guión: Zou Jingzhi, basado en la novela de Yan Geling
Intérpretes: Gong Li, Chen Daoming, Zhang Huiwen
Música: Chen Qigang
Fotografía: Zhao Xiaoding
Duración: 109 min.
China, 2014