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Crítica Del 1x01 "Pilot" De The Resident: I'm Going To Need A Doctor

Publicado el 22 enero 2018 por Dro @Drolope
Crítica 1x01 Si de entre todas las series que se van a estrenar en 2018 tuviese que elegir la que más hype me produce, diría sin dudarlo The Resident. El drama médico de la cadena FOX tiene una pinta estupenda y, además, cuenta con un ingrediente para atraer mi total atención: Matt Czuchry. ¿Queréis saber lo que opino del piloto? No os demoréis y seguid leyendo.
Una de las primeras cosas que deja entrever este primer episodio es que tenemos tres claros bloques: el Dr. Randolph Bell (Bruce Greenwood; Kingsman: The Golden Circle), un reputado cirujano que es la cara del Chastain Park Memorial Hospital en Atlanta, concentrado en todo lo que es la parte más businessde la medicina que de salvar vidas; el Dr. Conrad Hawkins (Matt Czuchry; The Good Wife), un residente veterano que utiliza métodos poco convencionales para salvar vidas, además de preocuparse por sus pacientes; y el Dr. Devon Pravesh (Manish Dayal; Halt And Catch Fire, Agents Of S.H.I.E.L.D.), residente de primer año y pupilo de Conrad, quien le va a meter la caña que Harvard y Yale no pudo.

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But first, let me take a selfie

El episodio empieza fuerte y con varias cosas que me han dejado ojiplática: ¿quién coño mete un iPhone en un quirófano? ¿Y un iPad? ¿Qué pasó con eso de “espacio esterilizado”? Para fliparlo ya desde el primer minuto. Pero, claro, vivimos en el mundo de la tecnología, del “si no has hecho una foto no ha pasado”, así que, por supuesto, tenemos que hacernos una foto de nuestra primera vez en el quirófano con el Dr. Bell. Así, con dos ovarios bien puestos. De ahí, esta apendicetomía, aparentemente sencilla y de lo más común que se hace en los hospitales, pasa a ser un escenario lleno de (t)errores. El Dr. Bell está en sus horas más bajas médicamente hablando. Un temblor en la mano izquierda –mal rollo– hace que pierda la concentracióny, con un movimiento que hace el paciente en la mesa, el cual se está despertando por un posible mal cálculo de la cantidad de anestesia administrada, el bisturí termina cortando una de las arterias principales, formando un sindiós precioso y digno de una película de terror. La cagada es tal que el paciente muere desangrado y la gente flipando –yo estoy rezando para no perder el apéndice con este señor–. Para arreglar el estropicio, el equipo médico se convierte en una especie de mafia en la que se van a cubrir los unos a los otros y “vamos a hacer como que tenía una enfermedad cardíaca no descubierta y la ha palmado por eso”. ¡Toma ya! Tú di que sí, por qué no, ¿verdad? La madre que me parió…

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Estos dos están hasta el moño de Conrad

Dejando por un momento al Dr. Bell de lado –que tiene tela–, uno de sus admiradores, que no es otro que Devon, se encuentra con que su supervisor, Conrad, tiene una personalidad difícil. “Nunca me equivoco. Haz siempre lo que te diga. No admito preguntas”, vamos, el muchacho es una alegría –para la vista al menos sí porque, SEÑOR, QUÉ GUAPO ESTÁS MATT–. La verdad es que eso de estar viendo a un grupo de muchachas cómo hacen terapia física y que lo primero que te pregunten es si te van las caucásicas, las afroamericanas o los hombres, me parece un poco patinazo, qué queréis que os diga. Al menos ha tenido en cuenta que pueda ser gay pero, ¿y bisexual? Sin embargo, no es la primera pregunta que le haría a mi pupilo. Digamos que Conrad lo que quiere es sacarse la chorra de la peor manera posible –y aunque quiera mucho a Matt Czuchry, el personaje tiene sus cositas–. La primera impresión es tan mala para Devon que va directo a una enfermera, en este caso se trata de Nic Nevin (Emily VanCamp; Revenge), y le pide un cambio urgente, dado que no le soporta. Ésta, que ya conoce a Conrad, le dice que se calme, que calle y que aprenda, que le acaba de tocar la lotería, básicamente. Como ya he vaticinado antes, los métodos de Conrad son poco convencionales: empuja muchísimo a Devon, le invita de manera agresiva a que se lance y tome la iniciativa, que se ocupe de ciertas decisiones y de algún paciente. Para el primer día diría que es un poco hardcore, además de que el “método amor duro” puede ir bien o terriblemente mal según la persona a la que se lo apliques –he tenido profesores en el instituto que lo han aplicado y he visto ambos resultados, desde alumnos que se crecen a alumnos que se hunden, así que CUIDADO–. Entiendo que la medicina que se enseña en la facultad con la que se ve en un hospital no tiene nada que ver –no es lo mismo leerlo que enfrentarte a ello–, pero tampoco creo que lanzar a un chaval que acaba de llegar al ruedo para vérselas con casos y situaciones estresantes sea lo mejor. Devon se enfrenta en este episodio a dos situaciones límite: una adolescente drogadicta que se desploma en el suelo, quedando sin pulso y a la que le realiza la Respiración Cardiopulmonar durante 26 minutos hasta que vuelve a latirle el corazón –consecuencia: nula actividad cerebral, por lo que va a estar postrada en una cama por el resto de su vida–; y una mujer joven enferma de cáncer, habitual del hospital, que sufre un desplome de sus constantes vitales y a la cual él mismo realiza la intervención necesaria para sacarla de esa situación –Conrad llama al momento “su desflorecimiento”. Mirad mis ojos en blanco ante esto, por Dios santo–. Tras un primer día movidito, Conrad manda a Devon a casa y el otro no puede decir más que “Lo he superado” a su novia. ¡Qué mono! Hijo mío, la que te espera.

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De Wakanda a Atlanta hay un paso

Volviendo al Dr. Bell –voy a dejar a Conrad para el final–, éste presenta la máquina quirúrgica, Titian, una revolución para el mundo de la medicina y, en particular, para el hospital –me recuerda a la máquina Da Vinci de Grey’s Anatomy. Por cierto, en la referencia a la serie me maté yo–. Gracias a la presentación conocemos a la Dra. Mina Okafor (Shaunette Renée Wilson, Billions, Black Panther), una residente nigeriana de cirugía buenísima pero que nadie quiere porque tiene poco tacto con los pacientes. Es efectiva, precisa, centrada en su labor, pero en lo de darle las noticias a los familiares de los pacientes sigue esa tendencia “robótica”. Personalmente me encanta; tenemos otro tipo de mujer, lejos de la esperada actitud cercana, casi de madre, que socialmente se nos ha pedido. Mina es como una especie de versión femenina de Gregory House, una Cristina Yang afroamericana, seca pero directa a lo que va, sin darle rodeos a las cosas. Es cierto que es “raro” ver a un doctor que no tenga ese “tacto” con los familiares, pero es que en esta serie no te va a crear un “mundo de luz y de color” donde todos los pacientes se salvan y todos los doctores son supercercanos y te cogen de la mano cuando las cosas van mal. NO. The Resident lo que intenta contar es la realidad de la medicina, que no todo sale bien, que hay veces que hay que utilizar el método más extraño para sacar adelante a un paciente –esto me lo creo menos, sinceramente, porque existen los protocolos–, que los doctores tienen diferentes personalidades y métodos de trabajo y que un hospital es, en definitiva, un negocio. Hay un par de cosas relacionadas con la Dra. Okafor que me llaman bastante la atención. La primera es esa escena entre el Dr. Bell y su amigo, al cual, gracias a sus donaciones, hay una nueva ala dedicada a los pacientes de cáncer. Sólo hay que verle la cara y los resoplidos que pega cuando le dicen que su cirujana es una mujer joven nigeriana. El racismo se respira en el ambiente, la hostia que le debería caer a ese señor, que además está en una habitación VIP, como si ya no nos hubiésemos enterado de que es un “blanquito forrado”, también. El paciente, a quien le van a operar con la máquina Titian y que sólo sabe manejar Mina, pide que le cambian de cirujano –no vaya a ser que le “contagien” eso de ser afroamericano o algo– y que lo opere su amigo. La segunda cosa es la conversación entre el Dr. Bell y la Dra. Okafor. Mina le suelta verdades como puños, pero es él quien tira por lo personal para chantajearla: o me dejas hacer la operación o te vuelves a Nigeria porque necesitas una carta de recomendación para quedarte en el país y no pienso dártela si no me dejas salirme con la mía. Vamos, que si ya me caía mal, ahora me cae el triple de peor. Para añadir un poco más de leña al fuego, Conrad ha conseguido que se transmita por streamingla operación, lo cual no le hace mucha gracia a Randolph pero acaba tragando porque es publicidad para el hospital. Sin embargo, es cuando está viendo la operación, que parece ir sobre ruedas, cuando Conrad sospecha y va al quirófano, en el que ve que el Dr. Bell no es quien está realizando la operación, sino Okaforplot twist que me estaba viendo venir–. Lo más alucinante de todo este asunto es que parte de los doctores y todo el equipo de enfermeros saben que el Dr. Bell es el Doctor Muerte – o como lo llaman en la propia serie, HODAD (Hands Of Death And Destruction) – y no hacen una mierda. El miedo a su poder, a las repercusiones, es tan grande que se callan todos, lo cual me parece una terrible vergüenza.

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BOOM, PREGNANT!

El papel de Conrad no es solamente el de ser el mentor de Devon, sino también la mosca cojonera de Randolph y con toda la razón del mundo. Cuando Nic le cuenta que su paciente, el que iba a ser operado de apendicitis, ha muerto, no duda un segundo en ir a enfrentarse a Bell, al que encuentra ingiriendo pastillas para controlar sus temblores. Se nota a la legua que aquí va a haber gresca pero que es, sinceramente, tiene que haberla porque esto no se puede permitir. Lo interesante va a ser cómo va a intentar “derrocar” a este gigante. El personaje de Matt Czuchry me gusta por cómo se preocupa por el paciente, por esos métodos poco convencionales pero efectivos –aunque el crédito se lo lleve otro y eso me jode–, aunque sí es cierto que su trato con Devon no me termina de convencer–veremos cómo va siendo en los siguientes episodios– y algunas frases me hagan rechinar los dientes. Su personalidad tampoco ayuda, o al menos lo que hemos visto. A pesar de que el caso de la niña de cáncer le tocó de manera muy personal, ya que murió por un error suyo que ocultaron, sigue siendo arrogante, chulo, autoritario, incansable, presiona a la gente, pero es bueno en su trabajo. ¿Razón suficiente para perdonarle todo lo demás? Difícil, pero espero ver cierta evolución y para eso es necesario un poco de paciencia. Como fan que soy de Matt, me gusta verle en este personaje, lejos de Cary Agos y Logan Huntzberger aunque con ciertos tintes de los mismos. Conrad es realista, Cary, idealista; Conrad y Logan comparten esa chulería, pero no creo que venga del mismo sitio - ¿Conrad porque realmente tiene experiencia y Logan porque era un niño rico? Aunque no sabemos de dónde viene el primero –. Además, Matt lleva el peso de la serie, por lo que se ha podido ver; es la pieza central que une a los personajes y me alegra muchísimo ver eso. Matt evolucionó mucho como actor en The Good Wife, demostró con creces que podía ofrecer muchísimo durante su etapa en la Fiscalía del Estado o su trama en la sexta temporada. Tiene una oportunidad de oro y no creo que la desaproveche. Además, lo vemos ejerciendo otra profesión, médico, lo cual le hace alejarse todavía más de la serie de CBS y del revival de las Gilmore.

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No me he desmayado 250 veces
haciendo este gif ni nada, ¿eh?

Si os parecía que había “demasiada” medicina, el punto de equilibrio llega con la relación “ahora sí, ahora no” de Conrad con Nic. Sinceramente, de Nic sólo sabemos que es enfermera, que puede realizar algunos procedimientos médicos y que asiste a los doctores, que tuvo una relación con Conrad, al cual defiende, y que está buscando pareja a través de una app. Me parece insuficiente, pero como es un piloto y sirve de presentación, esperaré. De todas formas, estos dos me han regalado el momentazo del episodio, Matt quitándose la camisetay revelando varias cosas: una, ¡qué bien te ha sentado el cambio de serie!; dos, ¡le han puesto tatuajes y OMG!; tres, necesito tener una escena como esta en cada episodio para levantarme el ánimo; y cuatro, ¿habéis visto qué cuerpo? Ains, Señor, lo que voy a disfrutar esta serie. También, la escena final es potente y con un giro oscuro que me mola bastante. Conrad va a la habitación de la adolescente con muerte cerebral para apagar las máquinas que la mantienen viva y así terminar con su situación. Pero, de repente, Nic aparece por allí pillándole con las manos en la masa y decide volver a encenderlas. Cuando leí cómo vendían The Resident, decían que querían no sólo enseñar la cruda realidad hospitalaria, sino adentrarse en las cuestiones morales de las decisiones médicas, qué está bien y qué está mal. Esa última escena nos introduce de lleno en eso: cuando no hay futura mejoría, ¿es preferible esperar un milagro, aferrarse a la esperanza, o arrancar la tirita, decirles adiós a nuestros seres queridos, aunque duela?
En general, ha sido un buen piloto que me ha ganado. Me gusta que quiera ser más cruda, que no quiera vendernos lo mismo de siempre y que tenga ese equilibrio. The Resident no es Grey’s Anatomy, no es House, pero sí que me recuerda en cierta forma a ER, aunque no es la nueva ER. Lo que he visto tiene potencial, está muy bien hecha –no me parece una serie de FOX, honestamente–, y espero con ganas su segundo episodio. Tengo ganas de conocer a estos personajes, descubrir más cosas de ellos y el hype se sigue manteniendo. Además, esta semana habrá nuevo episodio –el lunes en EEUU, el martes para el resto del mundo–. Para quien no lo sepa, le informo que realmente la serie se va a emitir los lunes allí; lo del domingo fue para aprovechar el tirón del partido de rugby.
Por ahora esto es todo de mi parte, pero os animo a que, si vas a ver el piloto o a lo habéis visto, me comentéis qué os ha parecido. Por el momento, a la crítica americana le está gustando bastante, pero siempre es interesantísimo leer/escuchar lo que tiene que decir el público.
¡Hasta dentro de unos días con la segunda review!
P.D: lo de la app en la que puedes valorar y comentar lo que te parecen los doctores me ha dejado en el suelo. Por cierto, el Dr. Bell creando valoraciones falsas. Menudo hijo de puta.
P.D.D: el momento en el que Conrad diagnostica el lupus me ha hecho soltar un “No es lupus. Nunca es lupus” y me lo he tomado todo como referencia a House.
P.D.D.D: aquí tenéis el podcast de TVLine con Michael Ausiello en el que Matt y Emily hablan sobre la serie, cómo se prepararon para interpretar a sus personajes, etc.

Irene Galindo (@MissSkarsgard)

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