Marissa, I missed you
Diane ya ha tomado asiento en su nueva oficina – la suya originaria, que se nota a la legua, está colonizada por Adrian – y está sembrando la duda allá por donde pasa. Lo primero de todo es que su contribución de capital del anterior bufete está siendo retenido con alguna excusa mala de parte de David Lee – quién si no –, por lo que la contribución que tiene que hacer en su nueva casa se tiene que demorar. Eso no le hace ninguna gracia a Barbara – este personaje me tiene ganada desde ya, aviso –, quien le pregunta a su socio cuánto tiempo tendrán que ser pacientes con ella. Siguiendo con Barbara, si ya no estaba contenta por la incorporación de la Lockhart, ahora con su nueva asistente, Marissa Gold – hija mía, cuánto te echaba de menos. ¡A mis brazos! –, menos todavía. El bufete se caracteriza principalmente por estar formado en su mayoría por afroamericanos, así que que te venga la blanquita de turno y te colonice esto de blanquitos le debe de tocar mucho su toto moreno – en el fondo, esto es muy gracioso por todo el problemón que hubo en la séptima temporada de The Good Wife con la diversidad y que ahora sea al revés, más afroamericanos que blancos –. Sinceramente, este no ha sido el capítulo de Diane, pero la ración que hemos tenido de ella ha sido suficiente y con algo de peso. En esta segunda entrega la hemos visto enfrentarse a los que habían sido sus amigos, Lenore y Henry Rindell. A la primera porque sigue pensando que su marido es inocente y quiere que vaya a verlo a la cárcel – hay que tener los ovarios muy gordos para pedirle eso a una persona que acaba de perder todo su dinero gracias a tu “maridito”, guapa –; y al segundo porque, finalmente, va a verlo y quiere que le represente – otro que tiene los cojones muy gordos –, aunque Diane lo rechaza no muy convencida, todo hay que decirlo. Y aquí jugamos con la carta del cáncer que vuelve para dar pena no sólo a Diane, sino también a Maia, lo que me parece de ser una persona bastante rastrera. En cuanto a su nueva asistente, ¿qué decir? Que Marissa sabe ganarse los puestos de trabajo. Ese “It’s my new assistant” de Diane me ha hecho aplaudir. ¡Qué grande nuestra niña y cómo se nos hace mayor! Lo que me ha llamado poderosamente la atención es el comentario que hace sobre Alicia: “Cuando Alicia me contrató, se suponía que estaría involucrada en casos y todo eso, pero todo se ha reducido a mover cajas desde que se fue”. ¡¿Desde que se fue de dónde?! ¿Del bufete, de Chicago? Where are you, Alicia? Sé que la Florrick nos importa bastante poco en este spin-offpero, amigos, en un año han podido pasar tantas cosas que yo quiero saber TODO. Aunque la ración de Diane haya sido poca, dado que ya la tuvimos en el piloto, ha sido intensa y Christine Baranski sigue comiéndose la pantalla con cualquier pequeño gesto que haga.¿Está naciendo una bonita amistad?
El segundo episodio de esta semana ha sido, en su gran mayoría, para Maia. Tras ver cómo todo el mundo quiere matarla, violarla o desearle el peor de los sufrimientos ya sea a través de mensaje de texto o de voz, ella decide seguir el consejo que Lucca le dio en el piloto y se vuelca en el trabajo. Un caso pro-bono de un trabajador que ha sido acusado de robar 70.000 dólares en zapatillas de correr es su nuevo objetivo y, aunque el resultado no sea el esperado – dado que al final pierde –, hemos podido verla perdiendo su virginidad en su primer cuestionario a una persona de interés en el asunto. Los nervios la han podido en un principio, como a todo el mundo – ¿os acordáis de la primera vez de Alicia, Cary o Clarke Hayden? ¡Qué mayores se me han hecho! –, pero luego se ha crecido y ha dado gusto verla. GO GIRL! Una de las cosas que más me ha gustado es que Lucca ha servido de apoyo moral para Maia – me ha recordado un poco a Will con Alicia –. Parece que estas dos están congeniando y me gusta mucho; podrían ser amigas de barra de bar en un futuro – chupitos de tequila al canto, amigos –. Pasando a la parte más personal de Rindell, como os he comentado antes, su madre ha utilizado el susto que han tenido sobre la vuelta de su cáncer de pecho para quedar con su hija y verla. Maia ya desconfía hasta de su progenitora y utiliza los conocimientos del método aplicado en su caso legal para descubrir si la está engañando o no. Me da mucha pena porque esto le ha venido sin comerlo ni beberlo y claro, ve que a lo mejor todo esto es sólo una treta para que su madre se acerque a ella y, no lo olvidemos, que podría traerle terribles consecuencias porque a lo mejor la meten en el ajo de su padre. Ya lo está pasando bastante mal como para empeorar la situación. Menos mal que tiene un buen apoyo y es el de su novia Amy, que también está aguantando todo el chaparrón. Espero que esto no resienta mucho su relación, es más, deseo que la fortalezca porque son muy cuquis. Eso sí, quiero un poco más de tiempo en pantalla para Amy, que tengo ganas de descubrir más cositas de ella.Es tan natural como la vida misma
En cuanto a Lucca, si me preguntaba en la anterior review si sentía o padecía por su rifirrafe silencioso, si bien notorio, con Diane, la respuesta es SÍ y se ha podido notar en cierta forma en este capítulo. Si ya empezamos con que te trasladan de oficina – nada más y nada menos que al final del pasillo – para que la nueva socia aka Diane se instale pues mira, tocar las narices es poco. Así que, para devolvérsela, Lucca ataca trabajando, animando a Maia a que continúe con el caso pro-bono cuando quieren terminar con él y abriendo los ojos a los socios al mostrarles que el caso es bueno y pueden obtener beneficio real de ello. Hay que decir que Lucca se sigue mostrando muy profesional pero quiero apostar que, en algún momento dado, va a explotar y finalmente nos enteraremos de lo que pasó entre ella y Diane. Respecto al nuevo bufete que se nos pinta, Reddick & Boseman, me ha llamado muchísimo la atención la aparición de los financieros o inversionistas, un nuevo concepto que me ha dejado loquísima. Creo que no lo hemos visto anteriormente en The Good Wife y que eran los bufetes los que jugaban con su dinero al financiar – válgame la palabra – los casos y pagar por las horas de trabajo. ¡Pues no! Ahora tienes unos tipos que se guían por un algoritmo como si esto fuese la panacea y te dicen si te dan pasta o no dependiendo de si los vientos son favorables o no. Sinceramente, esto me da muy mala espina. Si tiene un par de tipos que te dan dinero es porque tú no tienes dinero, ¿no? Entonces, ¿esto quiere decir que el bufete no es solvente? ¿Está Reddick & Boseman en peligro? ¿En dónde nos hemos metido? Espero que lo veamos en próximas entregas.En cuanto al episodio en general, me ha parecido mucho más calmado que el anterior, más centrado en Maia, Lucca y el caso que en Diane, pero creo que era necesario ya que Maia es la gran desconocida aquí. Por ahora, están equilibrando muy bien los pesos de las tres protagonistas y eso es digno de aplaudir. El capítulo ha sido más largo de lo normal, 52 minutos, y aunque se me ha hecho largo en algunos momentos, no ha estado nada mal. Como ya digo, después de la tormenta viene la calma, pero es una calma aparente, por lo que me espero movimiento, sobre todo cuando te encuentras a tu madre zumbándote a tu Uncle Jax, el tipo que aparentemente ha metido en la cárcel a tu padre. OH. MY. GOD. Tengo curiosidad por saber qué pasa. Por otro lado, ha sido un placer volver a ver al juez Abernathy, al cual tengo un cariño inmenso. Denis O’Hare, te quiero. Y hemos vuelto a ver a Andrea, más conocida para mí como la madre de McGarrett en Hawaii Five-0. Se cree Alicia Florrick pero, hija, no le llegas ni a la suela del zapato.
Por mi parte nada más excepto animaros a que dejéis vuestros pensamientos, sentimientos o cualquier cosa que se os haya pasado por la cabeza al ver el episodio. Y sí, definitivamente, me encargaré de las reviews semanales de The Good Fight al igual que hice con The Good Wife.
¡Hasta la próxima semana!
Irene (@MissSkarsgard)