Revista Comunicación

Crítica Del 1x03 "The Schtup List" De The Good Fight: Hurricane Trump Landing Chicago

Publicado el 28 febrero 2017 por Dro @Drolope
Crítica 1x03 La semana pasada, The Good Fight nos enseñó las cartas con las que va a jugar tras la era Alicia Florrick con sus dos primeros episodios, terminando el segundo con una escena de lo interesante – ay, Mari, la plancha que puede traer esto –. Si queréis saber lo que ha pasado, no dudéis en seguir leyendo.

Crítica 1x03

En el fondo, las dos están hasta el
coño de la otra

Como comentaba la semana pasada, la tensión entre Diane y Lucca se puede cortar con un cuchillo. No, no se caen bien pero se respetan profesionalmente hablando – ya en lo personal iremos viendo; no olvido el “zasca” de Lucca a Diane en el piloto –. Aunque todavía no sepamos las circunstancias ni los detalles, Lucca salió de lo que quedaba de Lockhart, Agos & Ugh para irse a Roddick, Boseman & Kolstad y bien feliz que era hasta que vino la blanquita de turno, aka Diane Lockhart, a joderle el equilibrio, sobre todo si te quitan tu asiento para que pose su culo en él. Así que Barbara, más lista que el hambre – esta mujer me está cayendo MUY bien –, ha decidido que Lucca acompañe a Diane en el caso del Dr. Picot, quien ha sido acusado de ayudar a un terrorista. El caso como tal es muy actual y es interesante por la perspectiva que ofrecen desde la era Trump. Como el caso es lo de menos, me centraré más en la dinámica de las dos. No puedo negar que ese “Lucca, you’re second chair” por parte de Diane me ha tocado la moral. Aunque no fuese su intención – no obstante, nunca se sabe con Lockhart –, me ha sonado tan despectivo, tan humillante, tan de ir de superior moral que me ha dado asco. Mira, Diane, te puedes ir un poquito a la mierda. Vale, sí, el caso es tuyo, hija mía, pero Lucca estaba antes en el bufete y si la socia mayoritaria te dice que tienes que trabajar con ella, tú te callas y lo asimilas. No olvidemos que Diane es socia junior y aquí ella tiene que ir empezando a tragar un poquito de mierda – claro que sí, guapi –. Cuando Diane le ha preguntado a Barbara si este movimiento ha sido para darle una lección de moralidad, Kolstad no se ha descojonado en su puta cara porque es muy educada, pero ese “no” se podría traducir como un “no pero sí”. Diane no sabe jugar en equipo y debería ir empezando porque ya sabe que no es bienvenida por una parte del nuevo bufete, así que mejor ir ganándoselos poco a poco. Al final, Lockhart y Quinn han aunado fuerzas dado que la segunda sabe cómo manejar a Colin Morello – interpretado por Justin Bartha (Resacón en Las Vegas), el nuevo ayudante fiscal del Estado que nos presentan, y tiene una perspectiva más amplia de cómo tratar el caso. Finalmente, se dan la mano y esto abre ciertas preguntas: ¿esto significa una tregua? ¿Han enterrado el hacha de guerra definitivamente? ¿Van a intentar facilitar su convivencia en el mismo bufete? Sinceramente, a mí me gustaría más que hubiese bronca, que es cuando las tramas se crecen más y estas dos pueden sacar toda la mierda, que me muero por saber qué pasó entre ellas en este último año.

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La lista (y el tonto al que pillaron)

Mientras que en el último episodio vimos a Maia más volcada en el trabajo que en su huracán personal, esta vez ha sido al revés, por lo que hemos podido avanzar con su trama y el esquema Ponzi de su padre. Tras ver que su madre se está trajinando a su Uncle Jax, Maia aguanta como puede el tipo hasta que discute con su madre, quien le dice que lo está haciendo por su padre – ¿en serio? –. Nuestra protagonista llega a una conclusión que, francamente, ya se me había ocurrido a mí: que su madre realmente está conspirando con Jax en contra de su padre. Volver a ver a la abogada de Maia ha sido un gran acierto; es una muchacha que me produce ternura y, al mismo tiempo, la van a utilizar – por lo menos así fue en el piloto – como alivio cómico. En este tercer capítulo también ha ocurrido esto último cuando padre e hija se reencuentran en la cárcel con sendos abogados. La visita se convierte en algo muy incómodo cuando Maia quiere hacer las preguntar correctas pero no puede ser tan directa debido a la presencia de los abogados, pero su padre sabe cómo eludir eso y le cuenta algo sencillo y directo en el abrazo de despedida. Y aquí ya empezamos con los jueguecitos para sacar – o, mejor dicho, “robar” información – que tanto me gustan, teniendo como compinche a Marissa. Finalmente, Maia saca una lista de nombres, importes y ¿números de identificación? Supuestamente, esto serviría para destruir a Jax – Jax pasó de ser buscado por una mujer vestida de cuero, gran escote y en moto (no soy la única que se acuerda de ese anuncio, ¿verdad?) a querer ser destruido –, pero no sabemos si también serviría para destruir a Lenore. Esta trama se va poniendo muy interesante pero, de cara a un futuro, tiene poco recorrido, ¿no? Al menos es la sensación que me da a mí. Si Henry Rindell es culpable, se quedará en la cárcel; si lo es Jax y Lenore, irán a la cárcel ellos dos, pero ahí terminaría el asunto por ahora. En el caso de Peter Florrick, se podía jugar con su vuelta a la política y su carrera en ella pero ¿aquí? De todas formas, a mí me gustaría que esto fuese una conspiración de tres pares de narices y si hay intentos de asesinato de por medio – ¡hala, Irene, qué dices, loca, que te has pasado! –, mejor que mejor. Cuanto más chungo y turbio sea, mejor me lo ponen – no va a ser así pero, amigos, imaginación al poder –.

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El flirteo está en el aire

A pesar de que ya he hablado sobre Lucca, ¿no pensaréis que no voy a comentar su tensión sexual/flirteo/momentos-“cuquis” con Colin Morrello, verdad? ¡Claro que había que comentarlo! Morello me recuerda a Cary Agos en la segunda temporada de The Good Wife pero más maduro y con menos rabia dentro. Es el chico guapo y exitoso que sonríe y conquista a todo el que se le cruce pero, por ahora, no va a caer esa breva con Lucca. Creo que en el fondo le gusta un poco pero ya tiene a su follamigo –  y menudo amigo, señores y señoras –, por lo que “esto” que está en el aire va a tener que esperar. Colin volverá a salir seguramente, por lo que la relación entre estos dos va a ser parte de la trama de Lucca sin dudarlo un ápice.

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Me descojono

Respecto al bufete Roddick, Boseman & Kolstad, el negocio es bastante fructífero, con un total de 8,5 millones de dólares a repartir entre los socios. Barbara no ha dudado ni un momento en lanzarle una indirecta a Diane con que falta su parte de la contribución de capital, pero el asunto ha ido por otro lado: uno de los clientes no ha pagado todavía su parte. Barbara y Adrian han corrido veloces a ponerse en contacto con el responsable y han descubierto el pastel: están barajando otras posibilidades. Y aquí viene lo interesante del tema. Desde que vimos cómo Diane Lockhart miraba absorta su televisión y cómo Trump juraba su cargo como presidente de los Estados Unidos, yo ya estaba pensando cómo afectaría a la serie esta nueva perspectiva. Esta vez no sólo ha tocado al caso, sino también al bufete en sí mismo. Se trata de un negocio creado, dirigido y formado mayoritariamente por una minoría como son los afroamericanos, los cuales están considerados dentro de esta categoría en Estados Unidos, un país con un presidente públicamente racista, machista, xenófobo, homófobo y todo lo que acabe en “-fobo”, por lo que es el camino más realista que todo esto influya en la empresa. El cliente quiere tener como bufete uno que haya apoyado o apoye a Trump y claro, en Roddick, Boseman & Kolstad, la gente ha votado a Hillary Clinton… excepto Julius Cain. Seriously?! Me ha parecido muy cómico y al mismo tiempo me hace replantearme lo que pienso de este personaje, al igual que lo están haciendo sus compañeros de trabajo. Julius Cain termina salvando la situación pero, como bien le ha dicho Andrew Hart, socio mayoritario de otro bufete creado y dirigido por afroamericanos, se ha cavado su propia tumba. “Hoy te felicitan. Te estrecharán la mano, te darán una palmadita en la espalda, pero te espera un camino largo y solitario. La gente dejará de venir por tu despacho y no te necesitarán más”. Esto me hace pensar que se ha abierto otro melón, otra trama que puede dar que hablar. Habrá problemas en el reino y no será porque una mujer blanca se haya convertido en una socia junior, sino porque un afroamericano votó a Trump y le dejaron de lado. Ya veremos si van por ahí los tiros.

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¿Los nuevos Luke Cage y Jessica Jones?

Una mención especial a Marissa con el nuevo investigador, del cual no sabemos ni el nombre. No quiero que ella se convierta en una especie de investigadora porque no creo que le vaya. No sabemos mucho de su pasado excepto que estuvo en las fuerzas armadas israelíes y que ha ido de un trabajo de mierda a otro, por lo que lo de investigadora no se lo veo – ¿acaso existe algún tipo de preparación para ello? ¿Ella la tiene? –. Como secretaria la veo bien pero tampoco tiene mucho futuro, seamos sinceros. Está bien para unos episodios y como alivio cómico, pero Marissa tiene que meterse en algún fregado para darnos algo de chicha, así que la veo más como compañera ocasional del investigador, como ha pasado en la parte final del episodio que otra cosa.
En general, el episodio me ha gustado mucho más que los anteriores. Ya vamos entrando en harina y las tramas se van desarrollando cuidadosamente, in my opinion. El caso ha sido entretenido, al igual que lo del bufete, ver a Lucca y Diane trabajando ha sido dar en el clavo y la trama de Maia me está gustando. Aunque en ciertas cosas me sigue recordando a The Good Wife – obvio –, he notado menos el tufillo de la serie madre y me va convenciendo más. Veremos cómo sigue aunque yo tengo ganas de descubrir para qué sirve esa lista que le ha enseñado a su padre.
Por mi parte nada más excepto animaros a que dejéis vuestros pensamientos, sentimientos o cualquier cosa que se os haya pasado por la cabeza al ver el episodio. ¡Hagan sus apuestas! ¿De qué trata la lista del Uncle Jax?
¡Hasta la semana que viene!

Irene (@MissSkarsgard)

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