Después de que la semana pasada Once Upon a Time regresara pisando fuerte, esta semana han vuelto a salirse y han dado unas cuantas sorpresas muy agradables, como el regreso -fugaz- de Ruby. Por capítulos como éste (o estos últimos) es por lo que veo esta serie y por lo que no puede dejar de ser una de mis favoritas. Os comento el capítulo si seguís conmigo un ratito más.
Como comentó @Drolope en la última review, Once Upon a Time cuando quiere, es la serie más graciosa del mundo. Por supuesto, además de algunas escenas que son cómicas de por sí, hay ciertos personajes más propensos al chiste que otros. En mi opinión, todos tienen sus momentos, pero los más graciosos son siempre Hook, ya no solo por ir perdido en el siglo XIX, sino por los comentarios que suelta a cada momento (muchas veces haciendo juego con Charming, que también se las trae) y Regina que convierte monos voladores en monos de peluche o nos deja perlas como la del siguiente diálogo:
Snow: “Se trata de la Malvada Bruja. Tiene monos voladores, quién sabe qué más…”Regina: “No me importa si el gremio de la piruleta está protegiéndola”
Pero así como podemos echarnos unas risas con los habitantes de Storybrooke, la historia también es un dramón, sobre todo para mi pobre Regina. Si normalmente en cada capítulo la hacen sufrir, en este ya se han pasado. Al principio de la serie la pobre Regina era un personaje que a mí ni fú ni fá, pero conforme ha ido avanzando la trama, se ha convertido en uno de los personajes a los que más cariño le he cogido y ya empiezo a cabrearme con que no sea ni mínimamente feliz. Si ya no tenía suficiente con que su hijo no la recordara, vuelven a ponerle el pueblo entero en contra (¡vaya sorpresa!). A todos, excepto a Emma con quien se ha puesto de acuerdo para descubrir quién devolvió a todo el Bosque Encantado a Storybrooke. ¿Os habríais imaginado cuando empezó la serie que Emma y Regina podrían colaborar -sin agarrarse de los pelos- la una con la otra con un fin común? Porque yo era una de las cosas que más ganas tenía de ver y ahora parecen casi amigas y eso me alegra un montón. Pero aunque esto me alegre, la vida de Regina sigue siendo igual de dura y me rompió el corazón ver cómo le “presentaban” de nuevo a Henry; qué lástima, de verdad.
Además, en los flashbacks de un año atrás, Regina tiene que adentrarse en su propio castillo para enfrentarse a quienquiera que sea que se lo ha arrebatado. Para su sorpresa (no la nuestra, porque yo creo que era muy obvio), Robin Hood la acompaña y, a pesar de que intenta aparentar que le molesta su compañía, yo sé que no. Pero la Reina está tan deprimida que lo único se le ocurre es preparar una poción para dormirse para siempre con la esperanza de que algún día aparezca Henry y la despierte con un beso. ¡Mal, Regina, mal! Menos mal que llega Zelena, la Malvada Bruja del Oeste, a pararle los pies, ¡y de qué manera! Lo que pasa entre ellas no me lo esperaba hasta que no las vi la una frente la otra y empezaron a hablar sobre Cora: ¡Regina y Zelena son hermanas! Es lo que me faltaba por oír. Pero ahora Regina tiene un motivo para vivir, y es tener a alguien a quien destruir: su querida nueva hermana.
Pero Storybrooke no es, ni será un lugar seguro hasta que Zelena no desaparezca, y para eso queda mucho tiempo, porque ya se ha hecho amiga de Snow (que cada vez me parece más boba) y como, casualmente es partera, está encantadísima de ayudarla con sus preguntas sobre cómo cuidar de su futuro bebé. Además, la bruja verde tiene rabia contenida contra Rumpelstiltskin, al que tiene encerrado en una jaula de su sótano. ¡Ya sabía yo que no podía haber muerto! A ver si lo sacan pronto de ahí, a pesar de que se haya vuelto completamente loco y le da todavía más vidilla al asunto, que ya de por sí está que arde.
You feed the madness and it feeds on you ♪
Doralais (@Doralais)