Tras la vuelta de Mad Men la semana pasada y cargada de polémica, ya que a algunos les pareció sosa y aburrida y a otros les encantó, ya está el segundo capítulo de la primera parte de esta temporada. Poco a poco nos vamos metiendo en esta nueva situación en la que se encuentra Don Draper y el grupo de Madison Avenue. Si quieres enterarte de lo que ha pasado, no dudes en seguir leyendo.
*SPOILERS*
Esta semana continuamos adaptándonos a la nueva situación laboral de Don, una especie de limbo con pensión del que se quejan algunos de Sterling, Cooper & Partners. Empezaré con estos últimos, quienes están un poco desquiciados en este día de san Valentín que parece no tener fin. Mientras Ted y, sobre todo, Pete, intentan traer nuevas cuentas a la agencia, los de Nueva York no se encuentran muy unidos que digamos. Por un lado, Jim opina que habría que consultar con Chevy/Detroit/el-odioso-de-Bob-Benson la nueva cuenta con los concesionarios de California, Sterling, por su parte, dice que no es necesario y que Pete se puede encargar de ello solo. Tras la elección de Cooper por Jim y un poco la presión de grupo, Sterling llama a Pete para decirle que tiene que poner al tanto a Bob, a lo que Campbell reacciona poniendo el grito en el cielo y Roger colgando el teléfono. Ante tal reacción, lo único que puede hacer Pete es quejarse ante un Ted relajado, parsimonioso, como si las cosas no fueran con él. Sinceramente, la actitud de Ted en ese momento me ha parecido de un completo gilipollas al que no le corre la sangre por las venas. Están en una profesión en la que casi tienen que arrancarle las orejas al enemigo para conseguir una cuenta y el tipo está como si nada. Te podrían dar por el culo, Ted, y yo estaría igual de tranquila, majete. Siguiendo con la sede neoyorquina, se produce una escena bastante rara en el ascensor entre Roger y Jim. Este último le dice que no querría tener que considerarlo como un adversario, que no le gustaría. ¿Soy yo o ha sonado como si le hubiese echado los trastos en un segundo? Me ha parecido un poco WTF?! No he sabido como reaccionar ante eso.
Otra a la que san Valentín le afecta el coño bastante – y aquí me voy a poner borde hasta no parar porque no me ha gustado un pelo – es a Peggy, a la cual hasta un ramo de rosas que, toma por equivocación, le pone como si fuese una quinceañera estúpida y en plena menstruación. Ante la humillación recibida por su secretaria al contarle que eran de su prometido, Peggy le pide entre gritos a Joan que quiere a una nueva secretaria.¿De verdad era necesario retratar a una tía como Peggy, que nos ha enseñado que hasta una secretaria puede conseguir un trabajo de más nivel, ser ambiciosa y apreciada por su jefe, como una pedazo de gilipollas a la que san Valentín le pone de los nervios porque no tiene novio? ¡JO-DER! Me ha parecido lo más tonto que he visto en esta serie, casi un insulto para los fans de este personaje. Si era una forma de hacernos ver que Peggy no pasa por su mejor momento, eso ya lo habíamos observado con muchísima más clase en el anterior episodio. Indignada me hallo.
Joan ha sido otra que ha tenido que lidiar con un san Valentín lleno de capullos. Lou Avery ya nos había demostrado en la season premiere que era un capullo, pero no tanto como nos lo ha hecho ver en este segundo episodio. El tío se muere de la rabia por tener que compartir a Dawn, su secretaria, con Don Draper, el cual sigue al tanto de lo que pasa en la oficina gracias a ella. Ante la llegada de Sally a la agencia y enterarse de que su padre no está allí, Lou culpa a Dawn por no haber manejado el asunto y que la muchacha descubra así el pastel. En ese momento me he posicionado con una Dawn muy enfadada que le decía a su jefe que, si le hubiese hecho caso, ella no tendría que haberse encargado de comprarle un perfume a su mujer. ¡Olé tus narices, Dawn! Joan, testigo de toda esta discusión, se posiciona discretamente al lado de la secretaria y, siguiendo órdenes, coloca a Dawn en recepción. Otro que también se ha cargado todo mi posible respeto ha sido el propio Cooper, al decirle a Joan que cómo era posible que colocase a una afroamericana en la recepción, que la podía ver desde el ascensor. Mire, señor, llevamos desde la primera temporada esperando su muerte. ¡HÁGALO YA! Y tú, Lou, espero que te echen a la puta calle con un par de hostias bien dadas, mamón de mierda. Siguiendo con Joan, Jim, viendo que ella ha conseguido varias cuentas, le ofrece un despacho nuevo y un nuevo título apropiado para el momento. Dawn, por su parte, se traslada al antiguo despacho de Joan ocupando su puesto como jefa de las secretarias. ¡Hurra!
Pero creo que lo más interesante de este capítulo es sin duda el tándem Don-Sally. La pequeña Draper, mucho más madura y un poco subidita de ego – ¿o soy yo sola quien lo ha notado? –, se va a la ciudad con la excusa de que es el funeral de la madre de su compañera de habitación. Sin embargo, lo que quieren Sally y sus amigas es irse de shopping. En el tren de vuelta a casa, Sally se da cuenta de que ha perdido su bolso – la fiebre por las compras es lo que tiene – y decide ir en busca de su padre a la oficina. Allí se encuentra con que otro hombre está ocupando su despacho, el capullo de Lou, pero este no le desvela la “sorpresa”. Más tarde, tras haber estado en un comida, Don llega a su casa donde se encuentra con su hija. Intenta disimular pero Sally ya es mayorcita como para no caer más en las mentiras de su padre. Draper recibe la llamada de Dawn, poniéndole en sobre aviso sobre la visita de su hija. Sin embargo, ya es bastante tarde y Don lo sabe. De todas formas, decide llevarla de vuelta al internado. Lo más espectacular son las conversaciones que tienen, tanto en el coche como en el restaurante. Sally le dice a su padre que tenía miedo de encontrarse con su examante y tener que subir con ella en el ascensor, que le haría sentirse bastante incómoda. “¿Por qué me dejaste mentirte de esta forma?” “Porque es más vergonzoso para mí pillarte en una mentira que para ti mentir”. ¡Toma ya! A pesar de que la conversación en el coche sea mucho más “agresiva”, en el restaurante es mucho más calmada y cautelosa. Don se sincera con su hija sobre el motivo por el cual no está trabajando, cómo ser arrogante le ha traído consecuencias, y cómo hablar de la verdad de su vida en el momento equivocado con la gente equivocada le ha llevado ante esa situación. Sally le pregunta inocentemente que cómo piensa arreglarlo, qué piensa hacer, y Don sólo puede repetir: “No lo sé”. Creo que hay que destacar la respuesta de Draper ante la pregunta de su hija y de si sigue queriendo a Megan. “Por supuesto que la quiero. Voy a visitarla cada dos semanas. Hablo con ella todos los días”. No, Don, eso puede ser amistad, pero, ¿amor? ¿De verdad? Este señor sigue sin saber qué es amar y creo que se morirá así, sin tener ni idea de lo que es estar enamorado y entregado a otra persona completamente. Con otra cosa que me quedaría es con el “Feliz san Valentín, papá. Te quiero” de Sally. ¿Realmente le quiere o es una formalidad? Sinceramente no sé qué responder ante esta pregunta. Después de lo que le ha pasado a Sally, sería un poco difícil que sus palabras fuesen sinceras, aunque podrían ser un verdadero consuelo para un Don bastante perdido en estos momentos. Por cierto, Don, eres un pedazo de guarro. You're welcome.
El episodio en general me ha parecido aburrido con algún toque interesante. Cierto que queda toda la temporada por delante, pero hemos estado ante principios de temporada muchos más emocionantes que este. No pierdo la esperanza en que esto se desarrolle, pero que no pase nada en la agencia excepto que nos presenten personajes totalmente odiosos a los que queremos matar pues no me entusiasma demasiado que digamos.
Por último, os recuerdo que tenéis vuestra oportunidad para expresaros con completa libertad mediante los comentarios, siempre agradecidos y bienvenidos.
¡Nos leemos la semana que viene!
Irene (@MissSkarsgard)
P.D: Por compromisos con mi educación, es decir, la universidad, a partir de la semana que viene, las reviews de Mad Men serán publicadas los MIÉRCOLES.