Después de un episodio de lo más raro y singular, esta semana Mad Men nos ha traído un gran momento: ver a una pareja de profesionales unirse en la desdicha para confesar sus sentimientos más profundos de una forma mágica. Si quieres saber de qué estoy hablando no dudes en seguir leyendo.
*SPOILERS*
En el anterior capítulo vimos que la cuenta de Burger Chef recaía en manos de Peggy, teniendo en su equipo a Don. Después de darle muchas vueltas entre todos, finalmente llegan a una campaña en la que la madre será el centro de todo; una madre que se siente culpable por llegar tarde a casa y no poder hacer la cena, así que tiene que comprarla en este tipo de establecimientos y así no tener una bronca en casa. Peggy es la encargada de hacer la presentación de la campaña ante Lou, Pete, Jim y un acoplado Don por petición de Campbell. Cómo no, la presentación sale a las mil maravillas pero no todo es de color de rosa para Olson. Pete, en la presencia de Lou y por vía telefónica con Ted, le sugiere a Peggy que sea Don quien presente la campaña ante la empresa ya que, cuando el publicista está en su mejor forma, las presentaciones pueden llegar a ser brillantes, lacrimógenas. Campbell deja a Peggy con la última palabra en este asunto, algo con lo que no se siente cómoda. Viendo que tiene que complacer al resto, al final accede y es ella misma quien le da la noticia a Draper, el cual se alegra en privado. Vamos, que lo que le acaban de hacer a Peggy es otro desplante, otro insulto a su trabajo. Se trata de un “lo has hecho muy bien pero Don lo va a hacer mucho mejor”. Es cagarse en el trabajo de la muchacha. ¿De verdad, qué va a ser lo próximo ya? ¿Que ni hable? Estoy hasta las narices de que la gente se pase el esfuerzo y la dedicación de Peggy hacia su trabajo por el badajo. A lo mejor soy yo quien tiene el problema, que no soporto que el trabajo de una mujer – cosa que sigue viéndose en el presente – se vea poco valorado en esta época.
Pero lo mejor viene después. Es un comentario de Draper que pone el cerebro de Peggy en pleno rendimiento al convencerse de que la idea no es buena y que puede mejorarla. La pobre llega a volverse un poco loca, pero nos deja un gran momento con Don, de esos de quitarse el sombrero, puro Mad Men. Olson decide enfrentarse a él haciéndole ver que no se fía, que cree que va a proponer una idea mejor en la presentación y pisotearla más. Don, por su parte, está más tranquilo que nunca, siendo comprensivo con ella, tanto que la ayuda a darle un repaso a la campaña. Las ideas van fluyendo poco a poco, como si fuesen humo que recorriese la habitación, pero es la reflexión de Peggy la que les lleva al terreno personal. “¿Aún existe esa familia?” Ella nunca la tuvo, la televisión ocupó las supuestas conversaciones que tenía que haber a la hora de la cena, no hubo caras sonrientes. Don ya ni se acuerda. Peggy se lamenta de haber cumplido los 30, de no estar casada ni ser madre – técnicamente lo es aunque dio a su hijo en adopción –. “¿Qué cosas te preocupan?”, le pregunta ella. “Que nunca he hecho nada, y que no tengo a nadie”, responde él. ¿Puede ser esta escena más triste? La respuesta es sí. De repente, Draper se da cuenta de que Frank Sinatra está cantando en la radio. My way suena, relatando la manera en la que él mismo ha hecho las cosas, la suya propia, esa misma que busca Peggy, aquella con la que sentirse cómoda y que la respeten. Don la invita a bailar, ella acepta y pega su mejilla a su pecho. Y él, conmovido por la letra, no puede más que besarle el pelo. Gracias Weiner, por hacer que estos entierren el hacha de guerra por un segundo, se sinceren y se ayuden, que el Chico de los Ojos Azules suene al fondo y la convierta en una de las escenas más conmovedoras de esta temporada. Gracias, de verdad. Finalmente, la idea final fluye de forma natural, siendo mucho mejor que la anterior. Ambos conciertan una reunión con Pete en un Burger Chef y ella le cuenta la idea, la cual recibe el visto bueno.
Por otro lado, si ya la anterior temporada sólo se vislumbró el tema, en este capítulo se le ha quitado el velo: Bob Benson es gay. De visita desde Detroit, este no pierde el tiempo y decide quedar con Joan en el fin de semana. Lo que parece una agradable velada se convierte en un jarro de agua fría cuando este, al proponerle matrimonio, recibe un no como una casa. Joan sabe perfectamente que Bob no debería estar con una mujer – ¡qué sutil! – y que ella está buscando el amor, a pesar de que se encuentre casi en la cuarentena, divorciada y con un hijo. Da igual que la propuesta de Bob pueda ser jugosa, un “yo en Detroit haciendo lo que me da la gana y tú aquí a tu aire”, Joan es íntegra y leal a sí misma. Por otro lado, la presencia de Benson en este capítulo va a tener malas noticias para la agencia: Chevy se marcha. Aunque el vicepresidente de la empresa automovilística le asegure que va a ser Buick quien se interese por ellos, la situación es bastante delicada. Para echarle más leña al fuego, Jim, en una reunión con los socios, anuncia que Harry Crane va a convertirse en uno de ellos. REALLY?!? ¡¿Vais a hacer a ese pedazo de cabrón socio?! ¿Al mismo tío al que no le habéis hecho caso durante años, el que se metió con Joan por acostarse con un cliente porque los propios socios la impulsaron a ello? Habéis perdido el poco respeto que os tenía, en serio.
Como ya he mencionado antes, Pete ha vuelto a Nueva York junto con su novia. Parece que a esta no le hace ninguna gracia que Campbell esté todavía casado y se lo hace saber. Mientras, en lo único que piensa Peter es en tirársela. No has podido caer más bajo, Pete. Eres un mierda, sobre todo al decirle a Trudy básicamente lo siguiente: “yo me puedo acostar con quien me dé la gana pero tú quédate en casa echándome de menos”. Dios, cómo odio tanto esta actitud de los hombres.
Por último, Megan sorprende a Don al visitarle. Parece que este está más contento, relajado, disfrutando de la presencia de su mujer. Me resulta sorprendente que Don esté aparentemente contento y luego haga una confesión tan brutal como que le preocupa que no tenga a nadie. Este hombre es una incógnita que, cada vez que vamos profundizando en ella, es más y más atractiva y magnética.
El capítulo en sí ha estado muy bien, aunque destaco claramente la escena entre Peggy y Don. El resto es un poco más de lo que sabíamos, excepto la cuestión de Bob que la han destapado por completo. Es destacable la escena de la sauna de Roger, quien me demuestra que es todo un genio. A sus pies, maestro. De todas formas, nos queda todavía la season finalede la semana que viene. Para mí, esta primera parte de la temporada me sabe a una especie de poner a punto los motores para lo que nos viene el año que viene, el cual espero que sea un final apoteósico. Pero, como ya he dicho, veremos qué pasa la semana que viene.
Por mi parte nada más, excepto recordaros que tenéis un espacio para que os expreséis libremente sobre lo que os ha parecido el capítulo o esta review mismamente. Vuestros comentarios son siempre agradecidos y bienvenidos.
¡Hasta la semana que viene!
Irene (@MissSkarsgard)
P.D: La review de la season finale estará disponible el próximo MARTES, dado que la temporada de The Good Wife ya ha acabado y puedo ponerme con el capítulo antes.