Revista Comunicación

Crítica Del 7x12 "Lost Horizon" De Mad Men: Who Will Save Don Draper?

Publicado el 06 mayo 2015 por Dro @Drolope
Quedan sólo dos episodios para decir adiós a Mad Men y ese tono a despedida se está haciendo cada vez más consistente, un poco como el humo que nos ha ido acompañando a lo largo de los siete años de la serie. De todas formas, los publicistas de Madison Avenue siguen dejando el listón muy alto todas las semanas para el disfrute de los fans. Si quieres saber lo que ha pasado, no dudes en seguir leyendo.
*SPOILERS*

Me recuerda al póster promocional y lloro

La semana pasada decíamos adiós a una etapa en la vida de nuestros personajes debido a que McCann absorbía por completo a la agencia y, por tanto, cada uno tenía que decidir si irse con ellos o no. A pesar de las pataletas y la frustración del momento, la mayoría han decidido continuar su camino con la empresa madre e irse trasladando poco a poco a las nuevas oficinas. Uno de los primeros ya asentados ha sido Don, quien ha visto cómo su secretaria – por favor, una estatua a esta mujer que cada día me cae mejor aunque peca de inocente a veces – se ha convertido casi en su madre y le decora hasta su nuevo apartamento, o le lleva de la manita a su despacho para que no se pierda. Adorable. Al principio, Draper se siente querido y a gusto en su nuevo hábitat pero será la reunión con Cervezas Miller un punto de inflexión en el episodio en sí, mostrándonos que no es oro todo lo que reluce. Don se siente vacío a pesar de tener casi todo, no totalmente a gusto, un poco perdido entre tanto cambio. Antes eran pocos en las reuniones y él se lucía, ahora se luce el cliente y la sala está abarrotada. Así que, tras salir de la reunión – fuck this shit! –, decide ir a por su hija a la casa familiar, pero ella ya no está allí. Esto en cierta forma también le trastoca, le golpea, ya que se va dando cuenta, y Betty se lo recalca, que Sally está creciendo y convirtiéndose en una mujer independiente. Destacar el momento cómplice entre Don y Betty, muy dulce al mismo tiempo y que me ha sorprendido. Estos dos son como el perro y el gato, a veces mantienen las distancias pero otras saben cómo convivir y recordar de alguna manera su pasado juntos. Betty ha sabido salir adelante y buscar su propia felicidad, no sólo con su nuevo marido sino también persiguiendo una carrera universitaria. En cambio, Don sigue persiguiendo esa felicidad, algo que se ve a continuación cuando coge el coche y se va a Racine en busca de Diana, la camarera y la última mujer que le ha robado parte de su corazón. Como ya dije, Diana es una mujer rota que tiene que buscar la manera de recomponer las piezas, con un pasado y unas decisiones erróneas que la pesan; se ve cierta similitud con Don, de cuyo pasado ha huido al suplantar la identidad de otro hombre y haber cometido muchos errores a lo largo de su vida – como casarse con Megan, algo que no le perdono –. Sin embargo, no encuentra ninguna pista acerca de su paradero y el exmarido le espeta que el único que puede salvarla es Dios, no él, pero, ¿realmente quiere salvarla o es que Don quiere encontrarla para que los dos puedan salvarse mutuamente? Como ya dije, me parece que Draper podría casar bien con esta chica porque son personas tan jodidas que, en sus momentos oscuros, pueden sostenerse el uno al otro, aunque también se puede convertir en una pesadilla visto desde fuera. Por otra parte, me pareció una mujer muy humilde, algo que no le viene mal a un Don que se lo tiene muy creído y eso lo hemos visto en este episodio. Ese gesto que hace cuando uno de McCann le repite las mismas palabras que el jefe le había dicho a él a Ted nos hace ver que no le ha sentado nada bien, Don quiere ser único en su especie, ser el salvador de la empresa, y más si te dicen que eres la “ballena blanca” del tipo. Este tipo de cosas no ayudan en absoluto. Así que, dándole una vuelta al título del episodio, al final de este Don decide perderse en el horizonte y dejarse llevar acompañado de un autoestopista. Tengo la sensación de que le encanta hacer este tipo de cosas como recoger a gente de la carretera y viajar con extraños, no sé si vosotros sentís lo mismo. Cerrando el tema de Don, me ha parecido un toque cómico y especial que se le apareciese Cooper en el coche como esa voz de la conciencia, como una autocrítica de la posible estupidez que está cometiendo. Realmente Cooper tiene razón, a Draper le encanta jugar al forastero, llenar las estancias con su presencia, poner los ojos en una chica guapa, hacerle temblar con la mirada y que sucumba al deseo del tipo bien vestido con traje y con gran labia. Siempre nos lo han presentado así y, como hemos visto con el paso del tiempo, es muy difícil que cambie porque, amigos, Don Draper sigue manteniéndose fiel a sí mismo pero con alguna que otra herida por los baches del camino.

Joan, la princesa guerrera

Otra que ha empezado bien pero que ha terminado desistiendo ha sido Joan quien, como ya sabía, no la iban a tomar en serio. Primero le ponen a un tipo que la caga estrepitosamente en una llamada con uno de los clientes más importantes de la pelirroja, Avon, y luego cuando va a por ayuda el tío sólo quiere “congeniar” con ella para tirársela. ¡Menudo ascazo que me ha dado! Pero ahí no acaba la cosa. Siguiendo el consejo de su novio, Joan se pone chunga y en plan guerrera total con el jefazo, el cual no da marcha atrás en ningún momento y se enfrenta a ella. A Joan sólo le queda una salida digna, marcharse y buscar un lugar en el que la consideren como lo que es, una gran profesional que se ha hecho a sí misma, que ha ido ascendiendo poco a poco en la cadena empresarial. Creo que en cierta manera me lo esperaba ya que era todo demasiado bonito como para durar en el tiempo. Esto no es Sterling, Cooper & Partners, esto es otra cosa donde quien llegue tiene que adaptarse a lo que hay, que me parece justo porque no se van a cambiar las cosas si funcionan, pero si Joan pide cierta confianza, habría que darle al menos la oportunidad de demostrarle los resultados de su trabajo al nuevo jefe. Una parte de mí se está cansando de que la pobre no tenga éxito en su vida laboral, que siempre haya una traba o que nunca la tomen en serio; no se lo merece y me da tanto asco como mujer, pero como ya dije en la anterior review, es porque Weiner ha sabido trasladar muy bien el pensamiento de la época. Ya se me pasa.

PUTA AMA

Pero con quien me quedo realmente en este episodio es con el dúo Peggy-Roger, el cual hemos visto poco pero cuando nos lo muestran siempre brilla, y esta vez no iba a ser menos. Peggy vive frustrada su traslado porque no tienen un despacho para ella y, para añadir más leña al fuego, la han tomado por una secretariaare you fucking serious, people? She’s Peggy fucking Olson! –, lo que ha herido sus sentimientos. Por parte de Roger, no está preparado para el cambio después de haber luchado tanto por mantener el barco a flote, y menos si te mandan con todos los viejales en las nuevas oficinas. Así que, con música de órgano de fondo, estos dos se encuentran y empiezan a darnos escenas que podrían pasar a la historia de la televisión como míticas. Que si el cuadro del pulpo dando placer a una mujer y la cara de Peggy, que si esta se achispa con el vermut y, mientras Roger le da al órgano como todo un maestro, la Olson se dedica a ir con los patines por las oficinas vacías – desde que vi los patines sabía que tenían que hacer algo con ellos –. Creo que es una pareja que han explotado poco y me quedo con ganas de más porque, como nos han demostrado, son fabulosos. Y si teníais alguna duda de por qué Peggy Olson es una puta ama, su última escena disipará todas vuestras dudas. Peggy, te adoro, te admiro y te venero con todo mi ser. Para mí, es el mejor personaje de esta serie, con el que más me identifico, con el que más sufro y me divierto. Es todo un ejemplo a seguir por el trabajo duro, la superación, el plantearte ciertas cuestiones femeninas que toda mujer debería plantearse como el tener hijos, casarse, seguir el “plan”, por así decirlo, que Disney nos ha enseñado desde pequeñitas. Gracias por existir, Peggy. Gracias por traerla a la vida, Elisabeth Moss. Gracias por retratarla, Matthew Weiner.
En general, un episodio que nos sigue conduciendo hacia ese final inevitable y con el que vamos a sentir un vacío grande, de esos que te llevan a hacerte un ovillo y llorar desconsoladamente – venga, no lo niegues, que seguramente lo has experimentado –. No os preocupéis, siempre podemos hacer terapia por las redes sociales o aquí mismo mediante los comentarios. Sinceramente, no sé qué esperar del final que se acerca, estoy muy en blanco sobre lo que puede ocurrir o no porque es un mundo lleno de posibilidades. Mad Men no ha sido nunca una serie fácil de leer entre líneas para conocer su futuro, por lo que tampoco me quiero aventurar. Pienso que lo mejor que se puede hacer, con cualquier serie, es dejarse sorprender. Las teorías están bien para un rato, echarse unas risas e intercambiar puntos de vista, pero tener nuestra mente como un lienzo en blanco y que sea el propio creador quien vaya llenándolo con sus ideas y sus deseos es lo mejor. Así que dejaos sorprender, poned vuestras teorías a un lado y disfrutar del viaje, que sólo faltan dos semanas para deshidratarnos de tanto llorar porque no me extraña nada que vamos a emocionarnos.
Por mi parte nada más excepto animaros a que dejéis vuestros pensamientos, sentimientos o cualquier cosa que se os haya pasado por la cabeza mientras veíais el episodio mediante los comentarios, los cuales son bienvenidos y muy agradecidos. Siempre es un placer intercambiar unas palabras con vosotros y saber vuestro punto de vista.
¡Hasta la semana que viene!

Irene (@MissSkarsgard)

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