Crítica del Festival de cine europeo de Sevilla: Hipsters

 

Resulta increíble el grado de americanización que alcanza Hipsters, que bien parece reírse del tópico que se tiene de los serios y secos rusos en contraposición a los divertidos y alocados americanos, pero el empaque resulta tan norteamericano que esta coña parece desdibujarse.
En Hipsters nos situamos en la Rusia de los años 50, tiempo de represión estalinista, en este escenario existen dos grupos juveniles, el de los fieles a su patria, serios y aburridos, y el de los que han sido influidos por la cultura del Coca-Cola. Los malos persiguen a los buenos como ilegales que son, pero en todo esto, un chico de los sosos se enamora de una de las divertidas, y está dispuesto a cambiar por ella.
Se agradece que Hipsters por lo menos sea medianamente divertida, por lo menos durante la primera hora, a partir de ahí la cosa cada vez es más aburrida. Se podría fácilmente clasificar este filme como si formara parte de la quinta de Crepúsculo, solo que no llega a ser tan endiabladamente mala y no trata a los jóvenes como estúpido mojigatos. De hecho en algunos momentos tiene buenas ideas, algunas de las canciones son bastante decentes, pero igualmente, pese a todo, esto sigue siendo una película para jóvenes inquietos con bastante poco que contar, pese a tener un argumento más elaborado y curioso de lo que nos suelen tener acostumbrados.
El mayor problema es su duración, más de dos horas es un muermo difícil de soportar, si durase tan solo hora y media podría quedar como una peliculilla juvenil graciosilla y poco más, pero al intentar alargar la trama y volverse aún más rebuscada escarbando elementos dramáticos, consigue que este producto desmejore por cada minuto que pasa.