Dos cuestiones son importantes a la hora de hablar de El Último Desafio. Por un lado nos encontramos ante la vuelta al cine de Arnold Schwarzenegger en un papel protagonista, lo cual supone el principal atractivo para los amantes del cine de acción. Por otro, esta película supone la primera incursión del director coreano Kim Jee-woon, director de la macabra I Saw The Devil, en el cine norteamericano. Esto último no sería nada destacable si no fuese porque lo hace asumiendo de forma notable toda una tradición fílmica: la del western y la del cine de acción de los 80.
El argumento de El Último Desafío es bien simple. El jefe de un cártel de la droga, Gabriel Cortez (Eduardo Noriega), escapa de su cautiverio y emprende una fuga hacia México para así quedar fuera de la jurisdicción estadounidense. El problema es que como último bastión entre Cortez y la frontera se encuentra la pequeña localidad de Summertown, vigilada por el sheriff Ray Owens (Arnold Schwarzenegger) y su equipo de agentes inexpertos en grandes operaciones. Un argumento simple, sí, pero que le sirve al director para llevar a la gran pantalla, como decimos, un western en el sentido más clásico con grandes dosis de acción y humor dignas de los mejores clásicos del cine de los 80.
Precisamente es el humor uno de los aspectos más destacables de la película. Se suceden sin cesar escenas cómicas que sirven de desahogo para la tensión que se va acumulando, con continuas referencias al estado y los achaques del bueno de Arnie. El actor cumple a la perfección el papel de héroe crepuscular al que no lo queda nada más en la vida que defender la paz de su retiro a toda costa. Además, demuestra poseer un gran sentido del humor a la hora de reírse y parodiarse a sí mismo, soltando frases bravuconas como las ya clásicas que le han convertido en el héroe de acción que es.
Junto él, y formando un desastroso equipo, se encuentran Jaimie Alexander, Zach Gildford, Rodrigo “látigo” Santoro, Johnny Knoxville, quien apuesto a que interpreta él mismo todas sus escenas de acción dada su experiencia en Jackass, y Luis Guzmán, como sabéis actor venerado en Greendale. Todos ellos sirven al director para construir tramas secundarias y cómicas. En el bando contrario nos encontramos con unos Eduardo Noriega y Peter Stormare que simplemente cumplen si tenemos en cuenta la poca necesidad de grandes actuaciones que requiere la película.
Sin duda, quienes más disfrutarán de la película serán los aficionados al cine de acción. Si te emocionas con persecuciones en coches, tiroteos, explosiones y peleas a la vieja usanza, sin efectos digitales de por medio, esta es tu película. Varias son las secuencias que harán las delicias de los espectadores, a los que no les costará soltar una risa o aplaudir ante las espectaculares peripecias que nos ofrece la película. Para que os hagáis una idea, durante el pase de prensa esto sucedió en varias ocasiones, y no suele ser un lugar en el que se den estas celebraciones, más propias de los festivales.
En definitiva nos encontramos ante una película que quizá no enseña nada nuevo, pero que funciona a la perfección como divertimento. Toda una experiencia cinematográfica a la vieja usanza ideal para descargar tensión y adrenalina, cuyo mayor atractivo es poder observar la vuelta al cine de uno de sus grandes héroes.