Revista Cine
El desconocido Cary Fukunaga se encarga de adaptar nuevamente el clásico de Charlotte Brontë, "Jane Eyre". Una original vuelta de tuerca a esta romántica historia de época que no consigue atrapar al espectador. Sobra metraje, carece de cambios de ritmo para evitar la linealidad argumental y aporta poco en general a una trama de sobra conocida.
¿Por qué otra adaptación de esta conocida novela? ¿Acaso los anteriores intentos no habían logrado alcanzar una calidad comparable a su álter ego literario? Difícil de contestar. La realidad es un título en la cartelera que suena a años pasados y que se diferencia de sus anteriores versiones en una visión más oscura y tétrica de los acontecimientos que se narran.
Jane Eyre es una joven culta que ha sufrido mucho desde su niñez. Tras pasar muchos años en un internado se desplaza como institutriz a un lujoso castillo que regenta el apuesto Edward Rochester. Su complicada relación de amor con el enigmático amo la marcará toda la vida.
Los papeles principales los defienden tres de los nombres más prometedores del cine mundial, Mia Wasikowska ("Alicia en el país de las maravillas", "Albert Nobbs"), Michael Fassbender ("Shame", "Un método peligroso") y Jamie Bell ("Billy Elliot", "Tintín y el secreto del unicornio"). Demuestran buenos mimbres y confirman el gran futuro que les aguarda.
La fotografía, vestuario, maquillaje y dirección artística son elementos a destacar y admirar. El uso de la luz para ahondar en el interior de sus protagonistas es, cuanto menos, interesante. Personas marcadas por pasados oscuros en una sociedad que no permite el más mínimo error. El uso del personaje de la ama de llaves (Judy Dench) para demostrar las diferencias entre las distintas clases sociales es un recurso efectivo y esclarecedor.
Será mi poca devoción a los dramas de época o quizás mi animadversión a las historias lentas y densas sin motivo que lo sustente, pero me cuesta disfrutar de remakes de este tipo. No me integro ni quiero hacerlo. Aunque fuera habitual en los tiempos en los que transcurre esta historia de amor, no conecto con una relación basada en la superioridad machista del hombre sobre la mujer. Eso no es romanticismo.
Cary Fukunaga usa el flashback y los cambios temporales como símbolo de dinamismo. Un recurso que suele ser efectivo en tramas de otro tipo pero que aquí carece de sentido. Valoro ese intento de romper la linealidad y promover cambios que rompan la estructura habitual del guión, pero no alcanza el objetivo. El cine no es tan fácil como parece.
Por cierto, el cartel de la película es horrible...
José Daniel Díaz
¿Por qué otra adaptación de esta conocida novela? ¿Acaso los anteriores intentos no habían logrado alcanzar una calidad comparable a su álter ego literario? Difícil de contestar. La realidad es un título en la cartelera que suena a años pasados y que se diferencia de sus anteriores versiones en una visión más oscura y tétrica de los acontecimientos que se narran.
Jane Eyre es una joven culta que ha sufrido mucho desde su niñez. Tras pasar muchos años en un internado se desplaza como institutriz a un lujoso castillo que regenta el apuesto Edward Rochester. Su complicada relación de amor con el enigmático amo la marcará toda la vida.
Los papeles principales los defienden tres de los nombres más prometedores del cine mundial, Mia Wasikowska ("Alicia en el país de las maravillas", "Albert Nobbs"), Michael Fassbender ("Shame", "Un método peligroso") y Jamie Bell ("Billy Elliot", "Tintín y el secreto del unicornio"). Demuestran buenos mimbres y confirman el gran futuro que les aguarda.
La fotografía, vestuario, maquillaje y dirección artística son elementos a destacar y admirar. El uso de la luz para ahondar en el interior de sus protagonistas es, cuanto menos, interesante. Personas marcadas por pasados oscuros en una sociedad que no permite el más mínimo error. El uso del personaje de la ama de llaves (Judy Dench) para demostrar las diferencias entre las distintas clases sociales es un recurso efectivo y esclarecedor.
Será mi poca devoción a los dramas de época o quizás mi animadversión a las historias lentas y densas sin motivo que lo sustente, pero me cuesta disfrutar de remakes de este tipo. No me integro ni quiero hacerlo. Aunque fuera habitual en los tiempos en los que transcurre esta historia de amor, no conecto con una relación basada en la superioridad machista del hombre sobre la mujer. Eso no es romanticismo.
Cary Fukunaga usa el flashback y los cambios temporales como símbolo de dinamismo. Un recurso que suele ser efectivo en tramas de otro tipo pero que aquí carece de sentido. Valoro ese intento de romper la linealidad y promover cambios que rompan la estructura habitual del guión, pero no alcanza el objetivo. El cine no es tan fácil como parece.
Por cierto, el cartel de la película es horrible...
José Daniel Díaz
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