Jumanji Bienvenidos a la jungla crítica sin spoiler
Hoy en seriemaniac, analizamos la secuela de la clásica Jumanji protagonizada por Robin Williams.
Algo debe estar pasando en Hollywood para que las películas que llegan a la gran pantalla sean en su mayoría reboots, precuelas, secuelas o remakes de cintas ya estrenadas. La fábrica de sueños se queda sin ideas para sus historias y eso provoca que los protagonistas de antaño regresen a la luz. Hemos visto nuevas momias, nuevos James Bonds y hasta una Lara Croft más joven y menos sexualizada que la interpretada por Angelina Jolie en 2001 y 2003. Algunas de estas producciones funcionan y otras no consiguen superar a sus antecesoras, cayendo en el olvido con la misma rapidez con la que llegaron a las salas de cine.
Sin embargo, parece que la industria no se rinde (o sí, si tenemos en cuenta que cada vez hay menos producciones originales) y continúa apostando fuerte por aquellas historias que funcionaron en su momento. Una de las que más ha sorprendido en los últimos años, y para bien, no es otra que la secuela de Jumanji, Jumanji: Bienvenidos a la jungla.
En diciembre de 1995 llegaba a la gran pantalla una de las películas que ha marcado a toda una generación y que consiguió que más de uno tuviera en mayor consideración los juegos de mesa. En España tuvimos que esperar hasta febrero de 1996 para disfrutar de esta historia de aventuras que contaba con Robin Williams, Bonnie Hunt, Bradley Pierce y Kirsten Dunst como protagonistas.
Curiosamente, el argumento de esta cinta que contó con un presupuesto de 65 millones de dólares y que logró recaudar más de 260 no era original sino que estaba basado en un libro infantil del estadounidense Chris Van Allsburg. En apenas 40 páginas, y con unas ilustraciones que le valieron varios premios, Van Allsburg narra la historia de dos niños que encuentran un juego de mesa en el parque y deciden probarlo durante una noche en la que sus padres los han dejado solos en casa. Pronto ambos se dan cuenta de que todo lo que ocurre en el juego se materializa en su propia casa, llenando su hogar de peligros.
En la película de los 90 el argumento cambia un poco y Judy y Peter (que son presentados como huérfanos) consiguen sacar del juego a Alan Parrish (Robin Williams), un muchacho que se quedó atrapado en el juego durante 26 años. Tras el recelo inicial, los tres se dan cuenta de que deben seguir jugando y terminar la partida para que todas las cosas que han salido de Jumanji (una estampida, mosquitos asesinos, un peligroso cazador, etc.) vuelvan a su lugar de origen.
Cuando se estrenó, Jumanji fue todo un éxito. El carisma de Robin Williams encandiló tanto a pequeños como mayores y muy pronto la cinta se convirtió en uno de los emblemas cinematográficos de la década. Quizás por ello nada hacía presagiar que Sony Pictures decidiese regresar a la jungla de Jumanji, ¿por qué arriesgarse a estropear algo que había funcionado tan bien?
Los fans de la primera entrega no se mostraron muy contentos con la decisión de la productora. Está bien ser nostálgicos, pero hay límites que no se deben cruzar. Sin embargo, en Sony Pictures estaban convencidos de que una secuela de la cinta podía funcionar, eso sí, debían poner toda la carne en el asador para intentar convencer a un público receloso. "No comiences a menos que tengas la intención de terminar" rezaban las normas de Jumanji, y en Sony parece que se tomaron la directriz muy a pecho porque la cinta estrenada en diciembre de 2017 (22 años después de la primera entrega) funciona bastante bien sobre el celuloide.
Nos os voy a engañar, cuando comencé a ver Jumanji: Bienvenidos a la jungla no tenía ni la más mínima esperanza de que aquello saliera bien. De hecho, los 20 primeros minutos de metraje son una sucesión de clichés sobreexplotados en el séptimo arte: ¿en serio la chica mona, tonta y obsesionada con el móvil de nuevo? ¿Es que no hay un solo jugador de fútbol americano que no sea un auténtico negado en la escuela? Por no hablar de la rarita de clase que pasa de patito feo a cisne...
Lo positivo es que cuando crees que estabas en lo cierto cuando pensabas que la película no iba a dar mucho de sí, las cosas mejoran por completo. Esto ocurre cuando el elenco actoral de chicos jóvenes ( Alex Wolff, Ser'Darius Blain, Morgan Turner y Madison Iseman) deja paso a los verdaderos protagonistas de la cinta que no son otros que sus avatares virtuales en Jumanji porque sí, Jumanji ahora es un videojuego. La jungla ya no viene a casa, ahora eres tú el que viaja a ella.
¿Quién interpreta a estos cuatro adolescentes obligados a cumplir con una tarde de castigo que termina con ellos en el corazón de la selva? Nada menos que Dwayne Johnson, un hombre que parece estar en todos los estrenos de cine de acción (de hecho, puede que lo esté) y que poco a poco va consiguiendo que el público no lo vea como un simple cuerpo musculado. Junto a él están los genios de la comedia Jack Black y Kevin Hart, éste último acostumbrado en los últimos tiempos a pasear su eterna sonrisa por algunos de los torneos de póker más importantes del mundo. La cuarta en discordia, y probablemente el personaje más plano de toda la película, es Karen Gillian, que siendo la chica rarita del grupo interpreta a toda una experta en artes marciales.
A Johnson le toca el papel del listillo, mientras Hart se queda con el del matón jugador de fútbol y Black con el de la chica guapa y tonta. Este cambio de roles da lugar a algunos de los mejores momentos de la cinta, sobre todo aquellos en los que Johnson no duda en usar su nuevo potencial físico contra el personaje de Hart, acostumbrado en la vida real a ser el que lleva la voz cantante y convertido en un zoólogo delgaducho y bajito en su versión virtual. Frases como "tío, creo que puedo hacerte mucho daño" con un Dwayne Johnson examinándose los bíceps os arrancarán un par de carcajadas a lo largo de las dos horas de metraje. Jack Black, por su parte, brilla con luz propia en un papel que lo convierte en una chica tonta y materialista que poco a poco nos deja ver que detrás de su coraza se esconde una joven solidaria y con valores (ya os dije que había clichés para rato...).
Otro de los puntos fuertes de la cinta es la sabia simbiosis entre pasado y presente que los guionistas han conseguido plasmar en pantalla. Jumanji se ha modernizado y se ha reconvertido en videojuego para poder encajar con las nuevas generaciones.
De esta forma, toda la historia se plantea como una sucesión de pantallas en las que los protagonistas deben ir cumpliendo objetivos para poder pasar a la siguiente. Todos ellos cuentan con tres vidas (pequeños tatuajes en forma de barras en las muñecas), habilidades y puntos débiles y son guiados por personajes cuya interacción está limitada. ¿Quién no ha perdido alguna vez los nervios con los diálogos incompletos de algunos de los personajes de videojuegos, que más que ayudar despistan? Pues en Jumanji también pasa.
Pero también encontramos guiños al Jumanji original, sobre todo hacia el personaje de Alan Parrish. Al igual que Alan, el personaje del piloto Jefferson "Seaplane" McDonough ( Nick Jonas) se queda atrapado en el juego y durante ese tiempo vive en una cabaña construida en el pasado por Parrish.
Además, y como no podía ser de otro modo en un juego, también nos encontramos con el antagonista al que deben hacer frente mientras intentan conseguir su objetivo: devolver una esmeralda a la estatua del Ojo del Jaguar. En este caso el malo malísimo es Van Pelt, interpretado por Bobby Cannavale.
Por lo demás, no encontrareis grandes viguerías a nivel visual ni giros argumentales que os dejen con la boca abierta en esta película dirigida por Jake Kasdan. La esencia de Jumanji: Bienvenidos a la jungla sigue la senda de cine familiar de la cinta original pero con un toque cómico que la hace mucho mejor de lo que un primer momento cabría esperar.
Dos horas de metraje que se pasan en un suspiro gracias a las brillantes interpretaciones de Dwayne Johnson, Jack Black y Kevin Hart, que consiguen remontar las partes en las que actúan sus versiones adolescentes y que eclipsan a una Karen Gillian cuya ausencia tampoco sería de lamentar.
Dadle una oportunidad, seguro que no os decepciona. No será vuestra nueva película de culto pero tenéis dos horas aseguradas de buena acción y un par de carcajadas. Y si al final resulta que os termina encantando hay buenas noticias: la tercera entrega está en camino.