[Crítica] Manuela, tú también querrás conocerla

En la quinta jornada del Festival de Cine Europeo de Sevilla, haciendo homenaje a uno de los ilustres del cine español como es  Gonzalo García Pelayo, la sala 3 del cine Avenida se vio repleta de los amantes del séptimo arte para presenciar la presentación y proyección de Manuela, quizás la película más rotunda de Gonzalo García Pelayo basado en la novela homónima  de Manuel Halcón “Manuela” (1967).

Manuela, es una película ambientada en la Andalucía de los años 70. El viento, la pasión y lo natural en estado puro irrumpen en cada secuencia del film de Garcia Pelayo.

Charo López encarna el papel de Manuela.

Manuela es una joven que tras la muerte de su padre, El Jarapo, emprende una nueva vida, este trágico hecho la hace cambiar, y del coraje y la valentía se construye en toda su entereza como mujer. La vida de Manuela está llena de pasiones y amor en terreno andaluz. Las miradas de tres hombres proyectadas sobre Manuela son la luz viva que da color a esta historia.

Antonio, su marido, está totalmente enamorado de manuela desde que la conoció, ellos viven en una choza construida por el mismo. Podría haberse marchado al cortijo pero no lo hicieron, Manuela es una animal enamorado y hechizado por su entorno, por el viento, el campo, el olor a polvo y la vida en el campo.

 Don Ramón dueño de tierras que aparentemente parece tenerlo todo nunca tuvo lo que más ansiaba.

 El Moreno, con una vida llena de misterios, también se encuentra en el mismo punto que los anteriores.

 Y un cuarto hombre que para sorpresa del espectador quedara también hechizado de la frescura, pasión y el latir del corazón exaltado que se produce cuando Manuela está cerca.

Una presentación magistral

Desde el momento que arranca la película, mediante la presentación de las tierras andaluzas para que el espectador se sienta ambientado en la entereza y maestría de estas tierras, hasta que aparece el titulo Manuela va la presentación de la película. Una presentación que apenas alcanza los 15’ pero ejecutadas de una forma sensacional.

El color rojo contrasta con los tonos fríos.

Todos reunidos para despedir en el día de su funeral, a Angosto Cortés, un hombre al que el sacerdote define como “dadivoso y bondadoso”; pero con alguna que otra sombra entre las luces a lo largo de su vida. Se dirigen en silencio hacia el cementerio, los amigos, familiares y conocidos del fallecido. Es una marcha triste y melancólica, la vestimenta y el escenario en el que se desarrolla la acción son fríos, propios de la ocasión. Es entonces cuando llegan al lugar donde descansará eternamente Angosto Cortés cuando una joven que lleva sobre sus hombros un vestido rojo; rojo como la misma sangre que derramaba su padre el día que murió, es Manuela y sube a la lapida del asesino de su padre para bailar sobre ella.

La huella del cine andaluz

Era la primera vez que en el cine se intentaba de retrata un panorama totalmente andaluz. El mismo que dice la huella de identidad a Andalucía a través de la música, un escenario, el campo y uno valores  ambientados sobre la vida en el campo. Manuela alberga en su interior todo eso y más, lo complementa con el amor que hace de hilo conductor en la vida de todos los personajes que se cruzan en su vida, pues una sola palabra  a fin de cuentas está escrita en los pesares de esos hombres y es ” Manuela”.