[Crítica] Much Ado About Nothing: Whedon abofetea a quien menosprecia a los profesionales de la “baja” televisión
Alberto Galisteo 30 septiembre, 2013 0
Leonato (Clark Gregg) recibe en su casa al príncipe Don Pedro de Aragón (Reed Diamond), que llega acompañado de su malvado hermano bastardo, Don John (Sean Maher), además de sus amigos Benedikt (Alexis Denisof) y Claudio (Fran Kranz). Claudio y la hija de Leonato, Hero (Jillian Morgese), se enamoran y planean una boda. Pero no cuentan con los malvados planes de Don John, quien hará lo posible por evitar la unión. Mientras, Benedikt y Beatrice (Amy Acker) mantienen una tirante y enfrentada relación que esconde algo más. Leonato, Don Pedro y Claudio no dudan en planear una simpática estratagema para que confiesen sus auténticos sentimientos y vivan su historia de amor.
La historia de Much Ado About Nothing (o Mucho Ruido y Pocas Nueces, como suele traducirse en nuestro país) tiene muchos de los elementos característicos de la obra de William Shakespeare: amistad, familia, amor, traiciones… Joss Whedon, formado en el Reino Unido, con gran experiencia en televisión y ahora en boca de todo el mundo por su trabajo en Marvel Studios al frente de Los Vengadores, hace gala de todo su conocimiento del legado del Bardo inglés realizando una de las mejores adaptaciones cinematográficas de cualquiera de sus obras.
¿Cuántas veces hemos visto una comedia clásica, de Shakespeare o de cualquier otro autor célebre, y no nos hemos reído? No es el caso de este film. La adaptación cuenta con un sentido del humor maravilloso que, además, trasluce el ‘estilo Whedon’ y que agiliza el ritmo del relato. Whedon adapta el texto a un momento indeterminado, con un elegante blanco y negro que refuerza la atemporalidad de un relato ya de por sí bastante atemporal.
La película, de escaso presupuesto, fue rodada en 12 días en casa del propio Joss Whedon. No hubo casting propiamente dicho. Se trataba de un proyecto casi improvisado (el director renunció a sus vacaciones para rodar el film) y Whedon llamó a sus actores de confianza. El título está lleno de rostros televisivos que trabajaron anteriormente con él: Alexis Denisof y Amy Acker de Angel, Nathan Fillion y Sean Maher de Firefly, Reed Diamond y Fran Kranz de Dollhouse, Tom Lenk de Buffy, the Vampire Slayer… También están presentes intérpretes de Los Vengadores, Ashley Johnson y Clark Gregg, quien llegó para suplir a Anthony Head (Giles en Buffy) cuando éste tuvo que rechazar el papel de Leonato por conflictos de agenda.
Seamos honestos: estos actores vienen de la televisión, de interpretar papeles en series de fantasía y ciencia ficción y, de no ser por Whedon, probablemente no habrían tenido una oportunidad de trabajar en una película de estas características. Y, la verdad, hay que agradecer a Whedon la lanza que rompe por ellos. Todos y cada uno de ellos hacen un trabajo espléndido: la soltura con la que interpretan los versos de Shakespeare y la naturalidad con la que se mueven en la obra son pruebas apabullantes de su enorme valía como actores. Que grandes intérpretes se está perdiendo el cine más mainstream. Denisof y Acker se mueven de la comedia al drama con una facilidad pasmosa, tal y como habían demostrado ya en Angel; Fillion y Lenk forman un dúo cómico hilarante; Kranz sorprende con una grandiosa interpretación que le quita el sambenito de alivio cómico que le pudo quedar tras Dollhouse y Cabin in the Woods; Gregg hace un Leonato lleno de emoción que nos hace soñar con lo que dará de sí este actor en Agents of SHIELD.
Esta película es un puñetazo en la cara a todos aquellos que desprecian a los profesionales de la televisión más comercial, a esos para los que las aventuras, la fantasía y la ciencia ficción son géneros menores. Esperemos que gracias a este trabajo, podamos ver más de todos estos actores. Porque de Joss Whedon tenemos para rato, por suerte.
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