Revista Cine

Crítica: "The Master"; laberinto psicológico

Publicado el 01 enero 2013 por Banacafalata
THE MASTER


Título Original: The Master Director: Paul Thomas Anderson Guión: Paul Thomas Anderson Música: Jonny Greenwood Fotografía: Mihai Malaimare Jr. Interpretes: Joaquin Phoenix, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Laura Dern, Kevin J. O'Connor, Rami Malek, Jesse Plemons, Fiona Dourif, David Warshofsky, Lena Endre Distribuidora: Alta Films Fecha de Estreno: 04/01/2013
Ninguna obra debería verse fuera de contexto, pero para hablar del cine de Paul Thomas Anderson, y especialmente su última película, se vuelve un requisito indispensable conocer su obra para conseguir desmenuzar el tramo laberíntico que ha tomado en The Master. Una obra que necesita de múltiples revisionados, para poder encontrar cada pequeño detalle escondido a través de sus recovecos. Y se hace indispensable conocer todo el trabajo de Anderson para llegar incluso a conocer a su protagonista, una evolución constante en sus protagonistas que nace en el Dirk Diggler de Boogie Nights, continúa, de manera desmembrada en la coral Magnolia, subrayando pequeños detalles de la personalidad de cada uno de sus personajes. Llega a un excentricismo del que ya nunca saldrá con el Barry Egan de Punch-Drunk Love, algo que se vuelve turbio cuando hablamos del Daniel Plainview de Pozos de Ambición, y llega a su punto más álgido con el Freddie Quell de The Master.
Pero la gran pregunta es ¿Quién Freddie Quell? Estamos hablando del retrato de una América en un tiempo de esperanza, tras la segunda guerra mundial. De nuevo volvemos a la América de los sueños, esos años 70 y el poder rockero y ambicioso de Boogie Nights, los 90 de Magnolia tras la sensación de victoria tras la guerra fría y el hombre que todo lo tiene acaba sumergiéndose en su catarsis, o los sueños derivados del petróleo de Pozos de Ambición en los comienzos del siglo XX en el oeste americano. Freddie Quell es un espejo de esa América que tras ganar la guerra comenzaba a implantar su “american way of life”, una América que podría creer que lo podía tener todo, y tras ella, veteranos completamente perturbados tras la experiencia de la guerra. El carácter de Quell, es tosco, con continuos cambios de humor que le hacen imposible mantener un trabajo, perdido en una mente incapaz de ver la vida del mismo color de esperanza que cualquier otro americano y sumergido en un alcoholismo con un don innato para crear licores con cualquier elemento. Anderson se acerca hasta él en un trabajo puramente psicológico, comprender completamente la mente de Quell se vuelve un trabajo complicado para un espectador despierto que debe estar dispuesto a adentrarse en su mente, y a sabiendas de que múltiples detalles serán imposibles de captar en una primera toma de contacto.

Quién trata de conocerle es Lancaster Dodd, alter-ego de L. Ron Hubbard, creador de la cienciología, que verá en Quell un conejillo de indias para plasmar sus enseñanzas y así acabar por curarle. Anderson, que descarta nunca dar el nombre de la religión, pues a él al fin y al cabo lo que le interesa no es juzgar las creencias, si no el poder y la tiranía de un hombre que intenta implantar una doctrina, sea cuál sea ésta, juega con Dodd y Quell, marcando una dualidad similar a la ya existente entre Paul y Eli en Pozos de Ambición. Quell y Dodd se muestran siempre en lado opuestos de la baraja, los impulsos de uno chocan contra el aparente control (solo aparente) del otro. Dodd busca la forma de entrar en la mente de Quell, de sacarle de ahí para exponerle en su vulnerabilidad. “¿Has tenido alguna vez relaciones con un miembro de tu familia?” le pregunta en un rápido cuestionario en el que Quell acaba explotando, por completo, no le importa a dónde llegar simplemente para dar con la tecla que cure a Quell y le sirva como ejemplo para esa doctrina que pretende implantar.
The Master se camufla de falso biopic, pero de lo que en realidad estamos hablando es de una obra de extrema complejidad que busca analizar de una manera bastante psicológica el dolor personificado de una América sin ilusión en una época dónde se suponía que debería haberla. No sería de extrañar que la siguiente obra de Anderson se situase en la actualidad, puesto que el emplazamiento de todas sus obras tiene mucho en común con la época que estamos viviendo. La magnitud de The Master es difícil de explicar, más aún, cuando tan sólo se ha podido ver una vez y como hemos repetido constantemente, es una obra que exige una continua revisión. Un enmarañado juego psicológico en el que Phoenix se confirma como uno de los actores más viscerales que hay a día de hoy, en el que su rostro, adelgazado y ligeramente encorvado resulta terriblemente agresivo, y dónde además se marca un apasionante duelo interpretativo con un Hoffman contenido y lleno de rabia. No es coincidencia que The Master en su comienzo nos recuerde ligeramente a La Delgada Línea Roja, porque el camino que sigues es más introspectivo incluso que el de la obra de Malick. Sólo les puedo recomendar, que vean, traten de comprender, y no se ofusquen por que haya detalles a los que sea complicado llegar, no es fácil salir de un laberinto a la primera.

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