Revista Opinión

Críticas al papa argentino y profecías:

Publicado el 17 marzo 2013 por Colombatto

Honestamente hay que tener excelente puntería para apuntar en cuestión de horas contra la persona que hoy es la más ponderada en el planeta. Digo puntería porque no debe existir mejor manera para hacerse de enemigos instantáneos.

Ocurrió cuando algunos difusores de escandaletes sacaron a relucir “pruebas contundentes” acerca de la participación del cardenal Bergoglio, hoy papa Francisco, en la desaparición de personas o por lo menos incriminación durante la dictadura militar.

Unos dicen sí, sí, y otros dicen no, no. Los unos aportan pruebas documentales mientras que los otros sólo responden con comentarios genéricos. Se sabe que ante una pobre defensa se crea una fuerte sospecha, pero ahora es el peor momento para opacar la trascendencia del suceso internacional, seamos del bando que fuere.

Como consecuencia de ello, el Vaticano debió salir al cruce denunciando “una campaña difamatoria contra el papa” y aseguró que las acusaciones “no tienen base, provienen de una izquierda anticlerical para atacar a la Iglesia y no hay motivos para arrojar sombras sobre la figura de Francisco”.

El portavoz -Lombardi- dijo que dichas acusaciones apuntan a la época cuando Jorge María Bergoglio entonces ni siquiera era obispo sino superior de los jesuitas en el país.

Lombardi agregó que Bergoglio “hizo mucho para proteger a las personas durante la dictadura” y una vez nombrado arzobispo de Buenos Aires “pidió perdón en nombre de la Iglesia por no haber hecho bastante durante ese período”.

Entonces, a los kirchneristas que salieron a denostarlo, pues es el momento ideal para decirles en buen romance, a joderse por pésimos oportunistas.

Pero hay más. Quien redacta estas líneas era un adolescente en tiempos de la dictadura militar, que no fue moco de pavo y todos estábamos sospechados de peligrosos. En aquellos días aparentar apenas simpatía hacia algún detenido era garantía de detención en cuestión de horas y posible nuevo desaparecido, y cuando zafé de una requisa en la esquina de mi casa gracias a la benevolencia del oficial a cargo, volví a mi hogar y lo primero que hice fue quemar el libro “El ABC del comunismo” de N. Bujarin, por si entraban también a la casa de mis padres. Bien que recuerdo aquellos tiempos cuando todos los días en Bahía Blanca, entre las 11 de la noche y las 2 de la madrugada se escuchaba la detonación de alguna bomba. Muchos de los 30.000 desaparecidos no fueron niños de pecho. Ocurre que hoy estamos en el proceso inverso, pero la historia revisionista dirá qué fue cada uno de los bandos enfrentados.

Si mentalmente me hubiera quedado en el tiempo, pues hoy sería anti kirchnerista, como tantos fanáticos que sólo dedican tiempo en insultar, sin reconocer cuánto está mejorando nuestra sociedad. Pero no es el tema de esta nota y por lo tanto basta de remover tanta basura de hace tres décadas y pico.

Igual de extremista es meter a todos los kirchneristas en la misma bolsa y aprovechar para acusar a la presidenta de encabezar una campaña en contra del ahora papa. Podrían descansar un poco con el extremismo adolescente del todo o nada. Apunten un poco más alto, que gracias a Cristina tenemos mejores ingresos, y gracias a Bergoglio el país y Latinoamérica tienen posibilidades de reformar la Iglesia con más cantidad de fieles en el mundo.

Los hechos de estos días dicen que el hombre empezó su ministerio papal con muestras de humildad, tanto que -como solía hacer en Buenos Aires- evitó usar la limusina vaticana y portó la cruz pectoral que siempre llevó, plateada, en lugar de la tradicional de oro de los papas. Otra referencia dice que el prelado se sienta a comer con los cardenales en la mesa donde haya sitio libre. También ordenó que cierto cardenal acusado por proteger a cientos de sacerdotes pederastas, desapareciera de su vista. Esta suma de actitudes en cuestión de horas pareciera anticipar el gobierno “purgativo” que se viene dentro de la Iglesia.

Pronto surgió la duda de su bautismo, que si se debe a San Francisco de Asís o a San Francisco Javier, este último, miembro del grupo precursor de la Compañía de Jesús y el más relevante colaborador de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas.

Hurgando en la trayectoria de Bergoglio en Argentina puede asegurarse que es reformista y simple, que no se calla ante nadie y que siempre se mantuvo en contacto con su pueblo. Así, alguien ya vaticinaba en Internet: “no me cabe duda de que la reforma de la Iglesia es inminente: abolición del celibato y bautismo para hijos de madres solteras son las dos primeras cosas que se me cruzan por la cabeza” (mejor sería por la mente).

Desde que trascendió su nombramiento la prensa se abocó a buscar datos sobre el hasta entonces cardenal. En la vorágine por informar primero, el canal CBS presto presentó un mapa anotando la procedencia del prelado: La Argentina. Sí, pero la ubicó como un pueblito en el sur de Colombia. También en ese medio habría que aplicar la purga luego de tamaño error.

En la línea de las suposiciones afloraron también las profecías de lejanos y cercanos personajes que vaticinan el fin de la Iglesia Católica o -para no parecer tímidos- de la raza humana directamente.

Los cálculos e interpretaciones tanto de Nostradamus como de San Malaquías apuntan a que éste sería el “papa negro”, evidentemente no por el color de su piel. Pero otros dicen que las profecías no citan a papa alguno sino a un hombre poderoso para el orbe y éste podría ser Obama, un negro que de pacifista no tiene nada, en concordancia con “habrán catástrofes, cambios climáticos, y finalmente empezarán las guerras e invasiones del rey negro”.

Igual, hay un dato que vuelve al ahora papa Francisco, que es jesuita, y los jesuitas visten de negro. No solo eso sino que los jesuitas siempre fueron muy mal vistos por el resto de la Iglesia por su elevada cultura y su inclinación a ayudar a los pueblos sometidos en cada misión que encararon durante el siglo XVIII. Estos datos proceden tanto del noreste argentino como del norte patagónico y muchos otros sitios del planeta, razón por la cual por orden superior se los mandó llamar para que acabaran con tanto reparto de pensamientos no acordes con el imperio español.

En resumidas cuentas, los jesuitas son muy mal vistos dentro del catolicismo dominante; prácticamente una mancha negra dentro de ese imperio religioso. Encima, desde que anunció su renuncia el papa Benedicto XVI, se elevó un pedido que cuajó en la sociedad en general y apuntaba a que no eligieran un anciano. La esperanza era un hombre menor a 70 años de edad, pero los cardenales terminaron designando a Bergoglio, quien tiene 76 años, medio pulmón menos y cáncer. ¿Lo hicieron a propósito? Jesuita y sin chances de vivir muchos años más. Casi que los cardenales podrían quedarse en Roma un tiempito más para no tener que hacer doble viaje en poco tiempo.

Las profecías dicen que éste será el último papa “y luego será el Apocalipsis”. Parece un guión para el cine catástrofe de Hollywood.

“Durante la persecución final de la Santa Iglesia de Roma reinará, Pedro el Romano, quien alimentará a su rebaño entre muchas tribulaciones; tras lo cual, la ciudad de las siete colinas será destruida y el Juez Terrible juzgará al pueblo. Fin”, dice San Malaquías.

Las tribulaciones abundan hoy y la ciudad de las siete colinas no es otra que Roma, nacida por siete familias que se ubicaron en las siete colinas del área que pasó a llamarse entonces Lacio, palabra de donde viene latín. Todo bien excepto eso de que Roma “será destruida”.

Datos de estos últimos años ponen en duda la conveniente asunción de Benedicto XVI pues tras el deceso de Juan Pablo II fue Bergoglio quien acumulaba más cantidad de votos y fue entonces que él mismo pidió a sus pares que no lo siguieran votando, razón por la cual terminaron eligiendo a Ratzinger como papa. A esto agreguemos una nota publicada en Wikipedia bajo el título “Renuncia de Benedicto XVI” donde se detallan antecedentes de esta decisión fechados ya en 2009 cuando el teólogo y sacerdote suizo Hans Küng pidió la dimisión del papa ante lo que consideró “una cadena de errores en los que Benedicto XVI ha ido poniendo obstáculos en el diálogo de las iglesias cristianas entre sí y con otras religiones”.

En 03-2010, ante la divulgación pública de los numerosos casos de pederastia, varias personas también le pidieron la renuncia porque -además- el hombre ya traía antecedentes al encubrir a un sacerdote acusado por abusos sexuales.

Si faltaba algo, los vatileaks fueron el broche de oro denunciando documentos privados del Vaticano. Esto impulsó investigaciones realizadas por tres cardenales quienes finalmente dieron a conocer una “extendida resistencia en la Curia al cambio y muchos obstáculos a las acciones pedidas por el Papa para promover la transparencia”. El informe daba pruebas sobre “una red homosexual compleja, organizada y cimentada dentro de la cúpula de la Iglesia” y “luchas de poderes”.

El informe se encuentra cerrado a la espera de que lo abra el ahora sucesor Francisco. Tan grave parece ser lo allí expuesto y tan alejado a la moral que debería tener el “representante de Dios en la Tierra” junto con sus subalternos. Estos desvíos, severísimos, le inoculan vitaminas concentradas al ateísmo.

Fue ya en ese año 2010 cuando el propio Benedicto XVI dejó abierta la posibilidad de renunciar. Lo hizo en el libro escrito junto con Peter Seewald (”Luz del mundo: El papa, la Iglesia y los signos de los tiempos”).

En 07-2012 el periodista italiano Gianluigi Nuzzi ya anunciaba la renuncia del papa, y según el periódico L´Osservatore Romano (órgano oficial del Vaticano) el papa tomó esta decisión durante sus visitas apostólicas a México y Cuba en marzo de ese año.

La revista “La Civilitá Cattolica” (publicación romana de los jesuitas, considerada en ´sintonía´ con la Salta Sede) expresó que “el Papa renuncia al ministerio petrino no porque se siente débil, sino porque advierte que están en juego desafíos cruciales que requieren energías frescas”… “fuerzas para abrirse a los desafíos y a no temer la rapidez y el peso de los cambios”.

Finalmente, todos confesaron sorpresa por la renuncia, cuando ya todos los allegados al poder religioso lo sabían y sabían que al papa lo había rodeado un poder intocable de corrupción.

En Taringa alguien agregó la nota de color: “Los más supersticiosos interpretan como un símbolo más el hecho de que la última hora del martes, el día de la primera votación del cónclave, la luz nocturna de la cúpula de la Basílica de San Pedro en el Vaticano se cortó repentinamente. Recuerdan, además, el rayo que golpeó la cúpula de la misma Basílica un día después de que dimitiera Benedicto XVI”.

“Los numerólogos, por su parte, llaman la atención sobre la fecha de la elección, que les parece muy simbólica: el 13-03-13 que es, además, el tercer día de la semana, el miércoles”.

“Por último, como otro augurio más sirvió una gaviota que se posó este miércoles en la chimenea de la Capilla Sixtina poco antes de la fumata blanca que anunció la elección del nuevo sumo pontífice. La gaviota se paró sobre la chimenea papal entre 25 y 30 minutos y se convirtió en el pájaro más visto del mundo, con su propia cuenta en Twitter. Si bien es cierto que la religión católica usa aves como mensajeros divinos (Espíritu Santo), suele ser la paloma”.

Dejando la superstición que fuerza números y sucesos casuales, Benedicto XVI no era el favorito en el cónclave de 2005 y la altísima corrupción en el cuerpo de la Santa Iglesia Católica empujó los hechos para nombrar un hombre negro, que puede ser muy negro para los que detentan el poder autoritario y despreciativo sobre el resto de los hombres. Hay que ver para quiénes será negro azabache, tal vez no como la parca sino como el juez incorruptible que se anime y logre vencer a quienes mandan en la práctica dentro del Vaticano, pues allí hay una casta que se mantiene aún con los relevos de papas.

Al respecto, he leído en estos días una versión contrapuesta: “El hombre conocido como el Papa Negro controla todas las decisiones importantes tomadas por el Papa y él a su vez controla a los Illuminati”, según el obispo Bouffard, en el programa de radio de Greg Szymanski.

Bergoglio es hijo de italianos y San Malaquías dice: “Durante la última persecución a la Santa Iglesia Romana, se sentará en la silla de San Pedro, Pedro el Romano que cuidará de sus ovejas en medio de numerosas tribulaciones; una vez terminadas éstas, la ciudad de las siete colinas será destruida y el temible juez juzgará al pueblo”.

La destrucción de Roma también fue advertida por el profeta Daniel y San Juan en el Apocalipsis, pero hay más sobre los futuros días negros: en 1914 agonizaba el papa Pío X y murmuró estas palabras: “He visto a uno de mis sucesores de igual nombre, huyendo por entre los cadáveres de sus hermanos. Se refugiará de incógnito en alguna parte, y después de un breve respiro, morirá de muerte cruel. El respeto a Dios ha desaparecido de los corazones. Se intenta borrar incluso el recuerdo de Dios. Esta perversidad no es más que el principio de los males que deben llegar antes del fin del mundo”.

Pues Ratzinger ahora está refugiado de incógnito. Habrá que esperar cómo termina sus días. El resto de su pronóstico es lo que está ocurriendo en nuestro tiempo, por lo que no merece análisis, excepto la sentencia final que, prefiero tomarla como una metáfora.

SINTESIS: unos oportunistas extremistas opacaron un suceso mundial que nos conviene a los argentinos. Ratzinger no debió ser papa. Existió un movimiento para expulsarlo del papado. La corrupción dentro de la Iglesia es tan grave como en tiempos del Oscurantismo (restricción u oposición a la difusión del conocimiento al público), con caída profunda en los valores morales en el paso previo al resurgir del Iluminismo, que para las cabezas corruptas bien podrá compararse con el Juicio de Nuremberg o el fin de la Iglesia de las intrigas palaciegas.

El mundo actual sufre cambios superpuestos en cascada y todo puede ocurrir vertiginosamente. Entonces, lo que para unos puede ser el fin del mundo, para otros es la aurora o el renacer. Atentos porque estamos siendo testigos de la hecatombe selectiva con mudanza de poderes de una geografía a otra.

Luis Colombatto


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