Y así voy culminando la promesa de ir publicando las críticas de los musicales (o supuestos musicales) que llenan la cartelera cinematográfica como decía en un artículo anterior.
Así pues, comento:
-Ciudad Delirio: es uno de los casos más extraños que he visto: se anuncia como un musical (sólo hay que ver los carteles y el trailer, y de hecho, yo mismo estaba convencido de ello), pero en realidad, está bastante lejos de serlo, de hecho, no lo consigue, al igual que otras muchas cosas.
Como ya comentaré en un futuro artículo sobre los tipos de musical (de próxima, a saber cuando, pero futura publicación), a los musicales centrados en la danza les cuesta realmente ser auténticos musicales e integrar esta disciplina dentro del argumento y que realmente sea algo relevante en él… pero esta película no se molesta en conseguirlo, básicamente porque la danza es algo totalmente secundario.
Entendámonos bien, se le nota, que tiene aspiraciones de ser una especie de “Fama” colombiana, pero dado que ese filme americano ya no es muy bueno (por mucho éxito que tuviera y por conocido que sea) como musical, pues ya no es un buen punto de partida.
Comenzemos por lo primero: el guión y la dirección son completamente desastrosos, de vergüenza ajena, si la película hubiera sido estadounidense hubiera pensado que la han escrito y reescrito tantos guionistas que la han destrozado… pero siendo colombiana (y por tanto una industria menos potente) si me dicen que la han escrito los alumnos de un taller de guión de cine, me lo creería sin mayor problema. Y es que nos encontramos ante un completo fiasco, un ejemplo de falta de talento absoluta, el guión no sigue las normas de la narrativa clásica, pero tampoco las rompe, así que no llega a ningún sitio, sólo es un intento de contar (y eso es lo más terriblemente patético) una historia mil veces relatada, mil veces sabida, agotada hasta la saciedad; y sin embargo fracasar de la manera más miserable y espantosa en el intento, porque lo más terrible es que, no es que se estén arriesgando muchísimo y haciendo algo supernovedoso que pueda quedar para la historia… es que la película no tiene más ambición que pretender ser otra insulsa comedia romántica más, ¡y aún así es incapaz de conseguirlo!.
Y por supuesto, ya no contemos con que haya desarrollo de personajes (ni siquiera definición), hay mil cabos sueltos, la historia sólo tiene un ligero sentido si el espectador se molesta en ordenarla en su cabeza (y mejor no mencionemos el montaje de carnicero)… etc; en definitiva, es un completo desastre a nivel de guión y dirección.
Pero lo peor, como ya digo, es lo mucho que falla a nivel musical; tanto el baile como la música están siempre en segundo plano (a pesar de ser lo más promocionado y publicitado), son algo que sale de vez en cuando, y a lo que no se le da la más mínima importancia, y, salvo alguna escena muy buena (en plan copia descarada de “Fama”, sin duda la gran referencia de la directora en todos los aspectos), al resto se le aplica lo anterior; digamos que es como si haces una película de terror en la que el monstruo se dedica a regalar caramelos a la gente, sí, hay un monstruo, sí, físicamente es horrible y es muy misterioso… pero por lo demás es encantador; no hay miedo, no hay tensión, no hay nada de lo que debería de haber en una película de terror; de hecho, quizás esta película entraría mejor dentro de ese género porque espanta ver lo lento que pasa el tiempo durante su visionado.
En definitiva, no sólo es un engaño como musical, sino como película en sí, pues apenas hay algún aspecto salvable.
Sin embargo, sí que resulta interesante a nivel cultural, sobre todo comparar las interpretaciones de los actores españoles (de los cuales, Julián Villagrán destaca con creces sobre todo el reparto, y funciona magníficamente como galán, es más, hay una química entre él y la actriz principal alucinante… y es curioso, porque, como el mismo decía y temía, no entra en el físico habitual del galán) con los colombianos; así, mientras que los españoles tienen un estilo más naturalista, los colombianos por su parte hacen una especie de interpretación de culebrón rebajado, ¿hasta tal punto tiene influencia ese género en su país que domina todas las disciplinas escénicas?, interesante pregunta, en cualquier caso, como ya digo, la comparación de los dos conceptos de interpretación es apasionante.
En cualquier caso, es extraordinario, teniendo en cuenta todo lo anterior, que la película haya sido un exitazo en su país natal, aunque por lo visto, no es para menos, supuestamente allí sólo se quiere hacer cine comprometido sobre narcotráfico, y esta película ha sido denunciada por su frivolidad… deben de estar como nosotros en los años 90 y nuestras películas insufribles sobre barrios problemáticos; porque para apreciar el filme de esta crítica, ya hace falta estar desesperados.
Como curiosidad comentar, que el filme también ha revolucionado internet con críticas de lo más contradictorio, no centrándose, curiosamente, en lo mal hecha que está (que debería de ser el principal punto a abordar por todo crítico), sino en cuestiones bastante racistas (aunque eso ya se detecta en el propio filme, donde el protagonista es calificado como el “españolito”) en las que se llegan a leer todo tipo de estupideces relacionadas con una especie de colonización cinematográfica, y que el amor de los protagonistas es un símbolo de como la fascinación por lo exótico lleva a desear la dominación, o como recalcar un bien nacional es vender la auténtica patria… como uno las lee en internet y tranquilamente en su casa, pues se queda tranquilo, pero si alguien me dijera en directo esa sarta de estupideces… tendría verdadero miedo.
-God help the girl: resulta fácil definir esta película si sabemos algo de su historia: el líder del grupo de pop alternativo “Belle & Sebastian” se le ocurre una canción, pero no cree que valga para su grupo sino para uno “de chicas”, a esa se van uniendo otras, acaba haciendo un disco con mujeres y con su banda (en discreto segundo plano… que interesante humillación); y de algún modo, se convence de que las canciones están unidas y con una especie de historia y argumento así que… decide hacer un musical.
Parece bastante evidente que este hombre tiene ínfulas de genio y que se cree una especie de hombre del renacimiento que puede con todo… obviamente no, pero desde luego tiene mucha suerte, eso hay que reconocerlo, como pronto explicaré.
“God help the girl” es pues un musical de recopilación, y tiene todos los repetitivos, eternos y habituales fallos de este tipo de subgénero: muchas de las canciones se meten con calzador, letras incoherentes o que no tienen sentido con la trama o los personajes; un argumento muy lígero… etc.
Realmente tiene aspiraciones de musical, pero le cuesta serlo (pero hay que considerarlo como tal: los personajes cantan de formas no naturalistas -es decir, sin más y en cualquier circunstancia-, y lo que cuentan tiene que ver con lo que les pasa… y eso ya entra en el terreno de uno de los rasgos del género por excelencia), por todo lo anterior; si Murdoch hubiese cambiado las letras y adaptado mejor el argumento, podría haber llegado a ser muy bueno. Por otra parte, en su favor hay que decir, todas las canciones son preciosas y muy bien cantadas por los protagonistas, creando una atmósfera muy agradable. Y quizás hubiese ganado también mucho como musical si hubiese más canciones.
Sin embargo, consigue engañar asombrosamente bien, es más, estuvo a punto de tener una crítica completa, y no esta crítica express.
¿Por qué?, la historia no podría ser más vulgar ni menos original (acontecimientos vitales que llevan a una chica a alcanzar su madurez); pero está habilísimamente disimulada tras una estructura totalmente caótica en la que se llega a dudar de que haya introducción-nudo-desenlace, y aunque, sólo por momentos, llegamos a ser conscientes de que nos la está metiendo doblada, lo cierto es que yo no me di cuenta hasta el final de lo extremadamente tonto que era lo que había visto.
Y es que curiosamente, la falta de talento y de conocimientos sobre narrativa es para Murdoch (líder de la banda mencionada, guionista, director… y prácticamente todo de la cinta) una ventaja (de ahí lo que decía de su inmensa suerte) que aprovecha para hacernos creer que lo que vemos es diferente. La razón de que cuele es sencilla, como no vemos la estructura, no podemos detectar con facilidad por donde va a ir; como los personajes son interesantes (aunque todos los protagonistas son, en cierto modo, y a poco que investigues parece que es así, alter egos de Murdoch), y lo que se nos presenta es agradable y estéticamente bonito, pues tampoco nos preocupamos y nos dejamos llevar, es sólo al final cuando tienes la sensación de estafa.
Y es que, si uno se fija, realmente los personajes ni siquiera están bien construídos, ni definidos, ni sabemos nada sobre ellos a la hora de la verdad… pero quizás todo resulta verosímil por lo dicho, Murdoch está hablando de si mismo; y, hay que reconocerlo, tiene un mundo especial del que hablar.
Dicho de otro modo, estás viendo continuamente escenas sin ton ni son, apenas ligadas, con un argumento muy vacuo y difuso (casi llega a parecer que no lo hay), ¿cómo se puede sostener eso? pues porque la dirección es dinámica y lo lleva todo con buen ritmo (no en vano, ha habido algún que otro crítico que ha comentado que la película sólo es la unión de múltiples videoclips); ¿es perfecta? desde luego que no, si Murdoch no tiene ni idea de como hacer un guión, muchísimo menos lo tiene de como dirigir, pero tiene mucha suerte y quizás una gran capacidad de aprendizaje rápido, pues a pesar de que se le detecta en ambas cosas una clarísima falta de técnica y un enorme desconocimiento teórico (por poner ejemplos: en el guión por la nula estructuración, y como director porque hace unos saltos de eje que… madre mía). La verdad es que hay que reconocer que fascina el ver como este aficcionado sale adelante sin tener ni idea, y con un resultado asombrosamente bueno y muy agradable de ver (ahora bien, no sé si pensaría lo mismo tras un segundo visionado, quizás sólo se consiga eso en la primera impresión).
En su rescate acuden, todo lo hay que decir, auténticos profesionales que hacen maravillas para lograr una estética preciosa para la película (pues sin duda, lo más destacable de esta es lo agradable que resulta a los sentidos) gracias a una cálida fotografía, una búsqueda apropiada de localizaciones y una dirección artística y vestuario impecables (hay críticos que incluso la han comparado con el estilo de Jacques Demy… tal vez en cierto colorismo, pero esto es mucho más británico y realista; por otro lado, también se ha mejorado en la realización del género, lo cual es bueno, pues se puede captar como el musical europeo va evolucionando para bien y desarrollándose).
Por su parte, las coreografías no me extrañaría nada que las hubiese hecho el propio Murdoch, huelen a aficcionado.
¿Mi opinión final?, ¿la recomiendo o no la recomiendo?, bueno, a pesar de todos sus defectos, es uno de los mejores musicales en cartelera, pues hay que reconocer que es muy agradable de ver, y sin duda podría haber sido un gran musical y una gran película de otro modo, pero aún así no está nada mal… y hay que apoyar el género en Europa, a pesar de que, tengamos que seguir mejorando en este género, pues mucho me temo que EEUU sigue siendo el líder indiscutible del musical internacional.
Como comentarios extra decir, que a pesar de que el musical de “The proclaimers” se estrenó en múltiples salas comerciales en España (quizás porque fue un gran éxito en Escocia), este otro en cambio (siendo mucho más interesante y de más calidad en mi opinión) sólo se ha estrenado en dos cines en la capital, ambos de versión original… lo que por otra parte, aumentará probablemente su duración en cartel. Por otra parte, quizás sea apropiado, la película tiene y busca ese estilo independiente, indie, del que también presumen sus canciones; quizás, hasta cierto punto, es un poco pretenciosa, pues parece todo muy destinado al público moderno/hipster… pero estos, y cualquier gafapastas que se precie, serán los primeros en señalar todos los defectos que ya he comentado.
Y por cierto, el musical parece estar de moda en Escocia, y casi como herramienta política (no sería la primera vez: el musical también tuvo un papel relevante como propaganda en la crisis del 29, las guerras mundiales y la guerra fría), pues tras “Amanece en Edimburgo”, con una tendencia muy clara, este también expresa la diferencia escocesa (sin mencionar que ambos se desarrollan en las dos ciudades más importantes del lugar: Glascow y Edimburgo), aunque de un modo mucho más ambiguo, y curiosamente, a veces con cierto autodesprecio, sin mencionar que la mayoría de sus protagonistas son extranjeros.
Sea como sea, los autores de ambos musicales apoyaron políticamente la independencia de Escocia. Lo que sí se denota, en mayor o menor grado en ambos, curiosamente, es a la vez, un extraño apego hacia Inglaterra (pues todo está ahí), combinado con la presencia de múltiples personajes ingleses que viven en Escocia; y sin embargo, un trasfondo de odio profundo (ya sea en forma del odio al invasor, el extranjero, el que no es de aquí, aquel que no es “nosotros”), ese odio peligroso, ese discurso lleno de cizaña y xenofobia apenas disimulada, que siempre emanan los nacionalismos radicales y que tuvo su culminación con Hitler… no es este el lugar para ponerme a hablar de política (para eso tengo una sección especial). Pero la verdad, no deja de ser algo que da miedo, y que, en cierto modo, hace surgir una oscura sombra sobre estos musicales (que quizás, hubieran sido algo tremendamente relevante a nivel histórico, e incluso un importante precedente, si finalmente Escocia hubiera votado el “sí” a la independencia… por suerte, el tema se ha quedado en nada, y mucho me temo que ninguna de estas películas será muy recordada en el futuro, por lo menos a nivel internacional).