Debo decir que siempre disfruté de ir al supermercado. Hasta que fui madre.
Antes podía pasar horas en cada pasillo viendo los empaques, analizando la competencia, viendo las ofertas, decidir si probar nuevos productos o no. Desde que soy madre ¡ni hago lista! Voy y compro lo que me da tiempo antes de que la niña llore o hasta que no quepa más en el cochecito de bebé. Sin más entretenimiento.
Pero entonces Critter comenzó a caminar. Y entonces tuve que hacer la compra de manera divertida. Esto significa con Critter adentro del cochecito del supermercado paseándola pasillo arriba pasillo abajo como si fuese en un Porsche último modelo.
Debo decir que muchas madres me miraban asustadas porque mi hija podría morir asfixiada por el Pan Bimbo en cualquier momento pero ¡cómo diablos- con lo mal que se llevan los malditos carros del súper- puede una madre manejar dos cochecitos! Pues eso.
Tengo que hacer una pequeña aclaración que estamos a menos de un mes de que Critter cumpla dos años. Esto significa que pronto llegarán los “Terrible Two”…si no es que llegaron hoy mismito.
Había leído- como buena madre que soy- sobre este tema en montón de libros y blogs. Había leído de las rabietas y que uno de los lugares favoritos es el supermercado dada la frustración de no comprarles todas las bolsas de patatas fritas de la estantería. Pero nadie me había advertido que las rabietas se pueden presentar por ser una niña bestialmente limpia.
Hoy llevaba a Critter de la manita e íbamos las dos cual estampa idílica de madre e hija dando un paseo. Llegamos al supermercado y paramos para hacer una comprita rápida- de esas de no tengo nada para la merienda y el potito se me acabó- así que no hacía falta ni coger un cochecito.
Fuimos directamente a la frutería y solté a Critter mientras me ponía los guantes de plástico y cogía una bolsa para meter las peras. Cuando miré, Critter estaba a cuatro patas. lusamente pensé que estaba cansada pues siendo ya tarde y con el paseo sólo quería recuperar fuerzas. Así que la dejé un segundo mientras pesaba las peras.
Cuando volví a mirar me encontré a Critter reptilieando por todo el piso del supermercado pecho tierra ¡y con la lengua fuera! ¡LAMIENDO EL PISO!
Imaginen el piso del supermercado por un segundo.
Las otras madres la señalaban y decían que asco. Yo no quería aceptar que era mi hija. ¡Menudo ascazo! pero tenía que hacer algo. Fuí a levantarla y a decirle que eso no se hacía y ¡Hola berrinche! Se me resbaló cual calamar entre los brazos, se puso boca abajo y a patalear gritando: ¡Piso sussssio! ¡Mamá mala! -poseída por el exorcista de la limpieza.
Me fui directamente a las cajas a decir que había una niña que buscaba desesperadamente a su madre y la cajera me miró y me dijo seriamente: “Su hija la busca desesperadamente y me parece que va a tener sed”.