La primera y última vez que leí Crepúsculo fue poco después de su publicación en España, hace ya unos cuantos años. Y lo cierto es que llevaba tiempo planteándome releerlo, así que cuando hace unas semanas un grupo de blogueros y booktubers anunciaron que iban a hacer una relectura conjunta del libro, me apunté de cabeza. Sentía curiosidad por saber qué me parecería ahora, después de tantos años y de haber leído mucho más, y cuál fue mi sorpresa al descubrir que mis impresiones no habían cambiado demasiado.
He disfrutado mucho releyendo Crepúsculo, ha sido como reencontrarme con un viejo amigo. Me ha parecido emocionante y muy nostálgico. Me ha gustado especialmente reencontrarme con los personajes originales: una vez me hube despojado de las imágenes de los actores, inmediatamente acudieron a mi mente los personajes tal y como una vez los imaginé. En relación con la historia, todos sabemos la que es. Está claro que Crepúsculo no es ninguna joya de la literatura, pero es que tampoco pretende serlo. Stephanie Meyer escribió una historia juvenil romántica con toques paranormales con la que entretener, sin más pretensiones; y, al menos a mi parecer, cumple lo que promete. Y es por eso que a pesar de sus fallos y de algunos aspectos que me han chirriado, he disfrutado mucho volviendo a Forks. De hecho, incluso me he quedado con ganas de seguir releyendo la tetralogía.