Revista América Latina
La derrota de Unidad Nacional, en estas últimas elecciones municipales de Lima, independientemente de las razones que conllevaron al triunfo de Susana Villarán; pone en evidencia una vez más que la llamada derecha, aquella conservadora, desde 1980 hasta la actualidad nunca ha tenido una aceptación en la mayoría poblacional de Lima. Ni siquiera en los tiempos más cercanos a la obra modernista del "zanjón" de Luis Bedoya. Ni siquiera, en medio de un particular crecimiento económico sustentado en la reformas estructurales pro mercado implementadas durante los noventa, se ha permitido una consolidación de una victoria. A lo más ha permitido, agrupar un porcentaje relativamente mayor (alrededor de 38%). Pero esto se puede explicar en torno al arrastre de los candidatos distritales y al rechazo a una campaña de desprestigio contra Fuerza Social.No faltan ilusos en el PPC que piensan que este porcentaje puede impulsar una candidatura propia hacia las elecciones presidenciales del próximo año. Recontra equivocados, ya que la candidatura de Castañeda y la altamente probable de Toledo impedirían un buen posicionamiento del PPC en las preferencias del electorado, que antes de ubicarse en el extremo derecho, por así decirlo, perferirían una candidatura intermedia.En cuanto a Lourdes Flores, que entra en el ocaso de su trayectoria política, creo yo, sólo un premiarato de un futuro gobierno podría hacerla volver como una probable candidata para el 2016. En realidad, sus posibilidades son mínimas, y en ese sentido, no se ha vislumbrado en el PPC un líder joven que la sustituya, sino simples cogotudos conservadores, cada cuál con intereses particualres que no incluyen siquiera al mismo PPC. Esta experiencia, de prófugos e "iluminados" ya lo han experimentado. Entonces, ¿puede ufanarse el PPC del triunfo electoral a nivel distrital conseguido en Lima? Si ello le significara una fuga de cuadros y líderes como sucedió en el pasado, más que una victoria es el deterioro aún mayor de un partido que languidece en las viejas prácticas políticas, propias de las enseñanzas de Bedoya y de la incapacidad de Lourdes Flores.Por otro lado, no debe de olvidarse el efecto que podría aún tener el proceso Cataño sobre la alicaída imagen de Flores.En suma, a la derecha conservadora no le queda más que arrimarse a una propuesta política de centro o mantenerse a la expectativa de los cambios de la coyuntura electoral. Aún pienso, que bajo determinadas circunstancias, es capaz de apoyar a la mismísima Keiko Fujimori bajo el pretexto de no retroceder en lo ya avanzado. Siempre coherente con su sinuosa postura política ante hechos que trastocan y amenazan los privilegios económicos que existen en el país.Así, la derrota de Flores, en estas elecciones municipales, no es más que la consumación de la derrota de la derecha conservadora. Por ello, su candidatura era una derrota anunciada. Si no hubiera perdido ante Fuerza Social lo hubiera hecho ante otra alternativa. Este no es el asunto. Para Lima, cualquier otra alternativa menos Unidad Nacional. Ese es el mensaje.