Que iba a ser una tarde muy especial quedó claro desde el primer instante. Luego, durante la charla, Rosa Maria hablaría de «casualidades de la vida que no son casualidades» para buscarle una explicación a que ella se presentara con unos pendientes chulísimos, con los personajes de Pulp Fiction, Uma Thurman en una oreja y John Travolta en la otra, recreando la mítica escena en la que bailan You Never Can Tell, de Chuck Berry, y que yo lo hiciera con una camiseta estampada con esos mismos personajes recreando la misma escena. ¿Qué probabilidad había de que se diera semejante coincidencia? Porque lo que puedo asegurar es que no nos habíamos puesto de acuerdo.
Esto pasó el 31 de mayo, en FNAC Triangle de Barcelona, pero todo empezó casi seis meses antes, durante el V Congreso de Escritores de la AEN. Fue allí donde conocí a Rosa Maria Calaf. Sin aquel feliz primer encuentro, ella probablemente nunca habría sabido de mi existencia y, por tanto, no habría habido opción a proponerle que me acompañara en la presentación de Días de arañas, buitres y ovejas. Fue lo primero que ella recordó ante la estupenda audiencia que acudió a la convocatoria.
«Siempre es un placer que se publique un libro, y más si el autor es alguien al que estimas. Yo a Benjamín lo estimo. Nos conocimos hace muy poco, en Gijón, en el Congreso de la Asociación de Escritores Noveles, ahora Miguel de Cervantes; un foro muy valioso, donde encontré a un montón de mujeres y hombres entregados a la tarea literaria. Durante aquellos días se respiraba pasión, entusiasmo, compromiso… Eran incansables, y el que más, Benjamín, que estaba atento a todos los frentes, no se perdía una. Tuvimos una buena conexión, y yo tuve la inmensa fortuna de que el coloquio para el que me habían invitado fue con él. Vino muy preparado, muy leído desde hacía tiempo, con muchas citas, y eso no es frecuente. Tengo mucha experiencia en eventos de este tipo, y cuando te toca un compañero así es muy de agradecer».
El agradecido soy yo, porque en estos seis meses he vivido montones de experiencias memorables, empezando por aquellos días maravillosos en Asturias, y siguiendo (que no acabando, porque las aventuras continúan) por el regalo impagable de dialogar con una referente, quizá la principal en nuestro país, del periodismo íntegro, de ser entrevistado por ella con motivo de la presentación de mi última novela.
«Aunque me proponen muchas, yo acepto muy pocas presentaciones de libros, por una cuestión de tiempo», explicó. «Las que acepto tienen que ver con temas periodísticos, de relaciones internacionales, de derechos humanos…, pero no novela, que no es mi campo. En este caso, no lo dudé en absoluto, porque creo que en tu ficción, y en esta novela especialmente, tienes unos ramalazos tremendos de crónica periodística».
La entrevista se la había preparado a conciencia, como no podía ser de otra manera tratándose de la Calaf, pero es que lo había hecho mientras recorría Arabia Saudi en coche junto a su marido. Uno de los pocos países que le quedaban por visitar. No es que se preparara las preguntas, sino que leyó el libro, 450 páginas, en pdf, en una tablet, en los ratos de descanso de un viaje de 6000 quilómetros. Y no le bastó con eso, porque también se repasó mi trayectoria literaria, así que, para empezar, nos remontamos a los inicios.
El viaje de Pau y Cartas a un escritor
«Hace diez años que emprendí este camino. Al principio piensas: «voy a escribir un libro y lo voy a petar». Enseguida te das cuenta de que eso es muy difícil, y pierdes la tontería de que escribes para vender muchos libros. No, escribo para explicar cosas que me importan, que creo que debo explicar, para plantearme retos y superarme de una novela a otra e intentarlo hacer mejor cada vez».
Todas las citas están extraídas de la hora larga de charla que mantuvimos y que puedes ver en el vídeo que comparto al final del artículo, así que, si te da pereza seguir leyendo, puedes pasar directamente a la grabación; creo que es interesante, no como herramienta de márqueting para vender mi novela, sino porque hablamos sobre el proceso creativo y mi evolución como escritor, y me parece que cualquiera que se dedique a ello se puede sentir identificado.
Por ejemplo, la gran diferencia de esta novela respecto a las anteriores es, además de que está más trabajada y me ha requerido mucho más tiempo, que se trata de la primera vez que publico con una editorial, Velasco Ediciones, lo que supone un salto cualitativo enorme a la hora de visibilizar la obra y disponer de oportunidades para estar presente en eventos literarios tan importantes como la Feria del Libro de Madrid, por ejemplo (de la que hablaré en otro artículo).
Todo empezó con El viaje de Pau. Durante la charla con Rosa Maria recordé aquellos primeros envíos indiscriminados del manuscrito. «Recibí rechazos, silencios y propuestas deshonestas, de ahí que decidiera autopublicar. Aprendí muchas cosas, pero es un camino agotador», reconocí, si bien continuaré siendo un firme defensor de la autopublicación de calidad.
En estos años he vivido momentos de todo tipo, y he reflexionado sobre ellos, como quedó reflejado en Cartas a un escritor, ¿cómo se escribe un best-seller?, el intercambio epistolar que mantuve con mi colega Toni Cifuentes, y que Rosa Maria Calaf recuperó durante la presentación de Días de arañas, buitres y ovejas. «Hablas de cuántos libros hay sobre cómo escribir, pero que pocos cuentan qué hacer con esos escritos: «lo que se pierde uno mientras trata de colocarlos», señalas».
Fue un experimento muy chulo. «Quedó muy interesante porque recoge ese comienzo en el que no sabes cómo funciona el mundo editorial y, de hecho, tampoco sabes muy bien cómo escribir un libro, es algo que se va aprendiendo con la experiencia», y eso genera un mercado curioso. «Hay mucho vendehúmos, en todos los ámbitos de la vida, pero particularmente en el mundo de la literatura hay mucha gente que pretende ganar dinero a partir de las ilusiones de los que escriben, que no saben cómo funcionan las cosas y creen que por seguir unos consejos determinados van a conseguir vender sus libros».
Esa constatación me generó cierto escepticismo respecto a los manuales de escritura, pero con la experiencia te vas dando cuenta de que sí hay buenos consejos y libros magníficos, como Mientras escribo, de Stephen King. «La clave está en no escribir como te dicen, sino en descubrir cómo desarrollar tu escritura», ya que «no hay una sola manera de escribir bien; lo importante es contar lo que te apetece y hacerlo de la mejor manera posible, siguiendo tu propio estilo».
El proceso creativo
Rosa Maria me preguntó por mis hábitos de escritura: «¿Garabateas cuadernos o escribes en el ordenador?». «Garabateo bastante. Tengo un montón de libretas con los manuscritos de mis novelas. Me gusta mucho escribir en papel, tachar y anotar en el margen. Depende del momento, escribo directamente en el ordenador, pero me gusta mantener ese aire romántico de hacerlo con boli y papel». Añadí que suelo escribir con música, que elijo el estilo en función de la historia, y que, aunque tras la última mudanza por fin tengo un escritorio en condiciones, luminoso, y que estoy acompañado por dos nidos de golondrinas en la ventana, me gusta mucho salir al campo e inspirarme con el sonido de la naturaleza.
En cuanto a la rutina, la perdí a raíz de la pandemia: «el confinamiento me machacó», reconocí. «Al contrario que otros escritores, yo perdí las ganas de crear. La atmósfera y todo lo que rodeaba aquella situación fueron muy dañinos para mi creatividad, y ahí perdí la constancia». Afortunadamente, durante las últimas semanas he recuperado la fertilidad creativa y he escrito un par de cuentos que llevaban tiempo rondando en mi cabeza.
Respecto al proceso creativo, mi entrevistadora se interesó por cómo me planteo el abordaje de una novela: «¿lo tienes todo estructurado o te dejas llevar?». Normalmente, me dejo llevar bastante. Parto de una idea y la voy desarrollando, pero necesito tener unos personajes potentes, porque «lo que más me gusta de escribir es crear personajes, las relaciones entre ellos y, a partir de ahí, el entramado de la historia».
Expliqué que, con esta novela, donde aparecen tantos personajes y hay tantas ramificaciones, no podía dejarme llevar, necesitaba una trama original y sorprendente, algo que la hiciera diferente, pero no lo tenía. La empecé a partir del inspector Jesús García, que era un personaje secundario de Con la vida a cuestas. Yo sabía que quería contar su conflicto familiar. También tenía a un asesino peculiar, que utilizaba a las arañas para cometer sus crímenes, pero me faltaba el hecho sorprendente, y eso, sin saberlo ella ni yo en aquel momento, me lo dio Silvina Patano, colega de Salto al reverso, pintora argentina real, autora de la ilustración de portada, y personaje de ficción en el libro.
«Esas casualidades de la vida que no son casualidades son las que propician que una novela con la que estaba atrancado, en un momento determinado dijera «aquí está la clave». Eso me dio Silvina», a quien estaré eternamente agradecido.
Hablamos del narrador, y recordé que la historia la empecé a escribir en tercera persona en pasado. «Cuando llevaba unas 150 páginas, me di cuenta de que no funcionaba en ese tiempo verbal, de manera que la cambié toda a presente. La historia necesitaba la proximidad que ofrece el presente, que el lector viviese «en tiempo real» lo que estaba pasando y avanzase al mismo ritmo que los personajes».
Siguiendo con la construcción del esqueleto de la novela, Rosa Maria se refirió a la importancia del lenguaje y a que Manuel Vázquez Moltalbán decía que era fundamental que los personajes hablaran como en la vida real, que cada uno tuviera una forma de expresarse característica. Añadió la ambientación, la época, el escenario, cuestiones todas ellas básicas para conformar una obra verosímil, y me preguntó cómo las abordaba yo.
En mis novelas anteriores, los escenarios reales son parte trascendental de las tramas: el Pirineo aragonés, Babia y el Bierzo, Granada, el Medio Oeste norteamericano. En Días de arañas, buitres y ovejas la acción se situaba en Madrid, a principios del siglo XXI, «pero me di cuenta de que no tenía sentido. A mí me limitaba como autor, porque yo no quería explicar una historia real, ni necesitaba ubicarla en un sitio concreto; además, tampoco conocía bien Madrid. Lo importante es que la acción ocurre en una gran ciudad española, pero no es el país real, sino que podría ser la España de una realidad paralela. Sí me interesaba mostrar una ciudad gris, con mucha gente que está continuamente conectada a la televisión, pero desconectada de las otras personas».
La escritura como reto y el compromiso social
La Calaf se detuvo en el sentido metafórico del título, y lo ligó con el compromiso social que suele aparecer en mis obras: denunciar la manipulación de la prensa, la desconexión de la política respecto a los problemas reales, la necesidad de recuperar la memoria histórica y alertar sobre la injusticia que se sigue cometiendo con las víctimas del franquismo, como sucede en El viaje de Pau. En concreto, destacó la importancia de sensibilizar a lectores que quizá desconozcan episodios tan trágicos como el acaecido durante la Bolsa de Bielsa. «La recuperación de la memoria histórica es un tema muy importante para mí, y el hecho de poder reflejarlo en una ficción, ubicada además en un lugar tan especial en mi vida como es el Valle de Pineta, me motivaba, me dio el ingrediente necesario para construir mi primera novela», recordé.
El proceso de escritura siempre me lo he planteado como un reto: «a ver si soy capaz de…», y en la charla volví a mencionar a Toni Cifuentes, porque «siempre me dice que en mis historias explico demasiadas cosas, y es verdad que abrir demasiadas tramas es un riesgo, porque puede perder fuerza la trama principal, el protagonista puede ser menos interesante que los secundarios, cosa que me ha pasado en alguna novela, pero es que a mí me gusta escribir así, a partir de los personajes».
Con Días de arañas, buitres y ovejas me quise demostrar que era capaz de escribir una novela negra. Tenía un personaje muy peculiar, un inspector de policía convencido de que está guiado por Dios. Me interesaba desarrollar el conflicto entre su vida personal y su deber, así como el impacto que la investigación tiene en el resto de personajes, y lograr que la impresión que el lector pudiera hacerse de cada uno de ellos al principio evolucionara de forma natural.
«Me parece muy interesante cómo introduces tus reflexiones personales sobre el mundo, tu mirada crítica ante la sociedad y los medios de comunicación, en eso coincidimos: el minuto de gloria a costa de lo que sea, la estrella mediática para quien lo único que importa es la audiencia, los políticos preocupados solo por las próximas elecciones y nada por las próximas generaciones, todo eso que es tan actual aquí y en cualquier parte, aunque la novela no esté situada en un lugar concreto. ¿Te resultó difícil ir introduciendo todo eso?», me preguntó, entrando de lleno en los aspectos que, más allá de la trama policial, configuran el marco en el que se desarrolla la obra.
«Me salió de forma natural, porque sea o no un mundo real, ante un hecho que aterroriza a la sociedad, los medios de comunicación van a sacar tajada y rápidamente la preocupación de los políticos va a ser que eso no vaya a más y que la gente esté tranquila. Lo que pasa es que introducir esos ingredientes podía ser sencillo, pero quedarse con que la prensa y los políticos son muy malos es lo obvio, y yo quería mostrar cómo eso tan obvio también experimentaba una evolución a lo largo de la historia».
Esos personajes tan vivos
Hablamos sobre las características de los personajes. «Para mí el aspecto físico suele ser intrascendente, porque como lector no le presto atención. A no ser que la peculiaridad física sea importante para la historia, no tiene sentido hacer descripciones físicas profundas, más allá de aspectos concretos. Sí creo que la personalidad es muy importante. Los personajes tienen que interactuar, y si todos son iguales, normalmente eso va a ser poco interesante para el lector. Así que yo trato de buscar los puntos de conflicto o de complementariedad entre ellos».
Más sobre el proceso creativo: «¿las aristas de la historia las tienes claras de principio a fin?», me preguntaron. «No, por muy claros que puedas tener determinados aspectos, la evolución de las tramas te hace cambiarlos. La historia te pide en cada momento lo que necesita». Por ejemplo, cambié el principio, colocando en la primera página una escena que había escrito mucho más adelante, y eso me obligó a hacer otros cambios. «Puedes tener algunas ideas claras, pero es que, aunque parezca un tópico que utilizan muchos escritores, es verdad: los personajes viven y no sabes cómo se van a comportar en adelante. Son ellos quienes te dicen cómo deben actuar, y les tienes que dar la razón, porque te das cuenta de que no puedes forzar sus comportamientos, les tienes que hacer caso». Ese proceso mágico me sigue fascinando.
También abordamos el proceso de revisión, tan importante. «He aprendido a disfrutarlo. Cuando escribí El viaje de Pau, no se me pasaba por la cabeza volver a leer la novela para cambiar capítulos o personajes, estaba convencido de que la revisión ya la había hecho mientras escribía. Ahora, en cambio, disfruto tachando párrafos completos o suprimiendo escenas que, por bien escritas que estén, no tiene sentido mantenerlas, porque la historia no lo pide», y aquí me referí a la labor impagable de los lectores cero. «Es muy difícil leerte una novela no para disfrutarla, sino para buscarle los errores, con la intención de ayudar a mejorarla. Es un ejercicio de generosidad muy grande, porque requiere muchas horas de dedicación».
La transformación de Días de arañas, buitres y ovejas ha sido producto de un trabajo extenso en el tiempo, de más de siete años, con un largo parón de año y medio, durante el que escribí otra novela, Escapando del recuerdo. «Al retomarla, cambié muchas cosas, pues ya no era la misma persona». Nuestras circunstancias personales, el estado de ánimo, influyen en la escritura, de manera que, en un proyecto de varios años, el lector puede apreciarlo. Por eso es tan importante el proceso de revisión, para asegurarte de que no hay incongruencias en cuanto a estilo, tono y la forma de actuar de los personajes.
Y hasta aquí el resumen de una tarde maravillosa en la mejor compañía. No puedo despedirme sin agradecer de nuevo a Rosa Maria Calaf su generosidad, y agradecer de corazón la compañía de todos los que acudieron a FNAC Triangle: mi familia, mis compañeros de la agencia Beat Content (vinieron todos) y los amigos y compañeros de letras que no quisieron perderse el gran evento. Por supuesto, sentí también la compañía de quienes, habiéndolo querido, no pudieron estar, y de mi editor, Cristian Velasco.
El viaje continúa. Próximas paradas, Badalona (15 de junio, 19 h., en Saltamartí Llibres) y Feria del Libro de Gijón (18 de junio, de 11 a 12 en la caseta de la librería Ensueño y, de 17 a 20 h., en la de la librería Acuarel).