Revista Salud y Bienestar

Crónica del 1%

Por Javier Rojo @blogtueii

Pues sí, aunque a día de hoy no sé realmente cuál es el porcentaje, yo soy de esos que el Chron les vino sin los síntomas habituales. Es decir, nada de diarreas, ni vómitos, ni nada por el estilo. Eso sí, gases a montón, tantos que siempre que iba al médico me decía, “tienes que dar carreras”.

Aún recuerdo cuando le decía a mi madre que me dolía la barriga de otra manera, y ella, por el desconocimiento, me decía “pues, ¿cuántos tipos dolores de barriga hay?”

Años después y tras un periodo en el hospital, dos operaciones, una de ellas de apendicitis que sirvió para saber, realmente, que lo que tenía era una enfermedad crónica, y otra para decirle adiós a mi Ileón terminal, aquí estoy aunque con unos cuantos sobres de pentasa, mi querido inmmurel y mis chutes de vitamina b12.

Aún así, seguro que como tu que me lees, sufro viendo a los demás tomándose una cerveza o comiéndose un buen plato de fabas, explicando una y otra vez los problemas que tengo cuando conozco a alguien o ideando planes maquiavélicos para ir al baño sin que me digan eso de “¿otra vez?”.

Pero a pesar de eso, he de reconocer que el Chron y yo nos llevamos bastante bien, tanto que hasta puedo decir que ni él puede vivir sin mí, ni yo sin él… De hecho, se pone igual de nervioso que yo cuando vamos al dentista o cuando tenemos un examen.

Desde aquí quiero dar la fuerza que en esos momentos se necesita a todo el que por primera vez escucha eso de “eres enfermo de Chron” y te dicen que no puedes comer ciertas cosas, y espero, que a diferencia de mi, no preguntéis si no vais a poder comer nunca más regalices, jeje, te mirarán con cara rara.

Juan García Martínez


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