
El después lo descubrimos buscando sensaciones y atrapándolas en la Sala Taboode Madrid, donde Noise Box, con una intro, tal y como se abre su nuevo disco nos siguieron dando muestras de su buen hacer. Excelente carta de presentación que con esos toboganes sonoros, que tanto les caracterizan, en su tercer tema, pasaron a uno de las canciones que tanto nos recuerdan a esos primeros Second que cantaban en inglés. Imágenes y sonidos inconfundibles de la mejor música posible, pues es la que nos transporta al edén; ese lugar al que no dejamos entrar a nadie. Secretos aparte, Noise Box son capaces de componer medios tiempos elegantes que inician vuelos traviesos y sensuales, porque juegan a dibujar siluetas en el aire, pero también ritmos atmosféricos que desnudan nuestras sensaciones y que se combinan con una intensidad turbadora como la mano de un amante cuando te roza el corazón. Pero como de medios tiempos no sólo viven los grupos actuales, los murcianos también son capaces de subir el tono a lo más alto y ponerse reivindicativos hasta la extenuación. Tanto, que son capaces de romper la línea del horizonte, pues son compactos en el sonido y rompedores (así al menos vimos a su frontman Jesús Cobarro) sobre el escenario. Grandes temas como Transit (maravillosa intro), así como Broken Teeth y Dunes and trees (dos de las dos mejores canciones de su último disco) fueron sonando sobre un escenario al que no le faltó es ápice o textura de nostalgia cuando atacaron temas de ritmos más soleados y californianos. Sonidos en clave americana que, sin embargo, nos acariciaron la piel con notas irreverentes, y que Noise Box los convirtieron en una magnífica impostura musical plena de acertijos que fuimos vislumbrando poco a poco. Estas melodías tienen la frágil cualidad de transformarse en texturas que unen las coordenadas de lo sentidos más profundos, como si todo fuera limpio y cristalino, desde lo más sencillo a lo más complicado. Y así, imbuidos de la cadencia de los bio ritmos tranquilos y densos, llegaron al final, donde antes Big boy y después Run, culminaron una estelar puesta en escena de un grupo que, a poco que se le preste atención, irá subiendo, por méritos propios, en el escalafón del indie español, muchas veces falto de la naturalidad sonora de Noise Box, pues no en vano, no se nos debería olvidar que nos invitan, igual que un windsurfista lo hace a la hora de buscar la mejor ola, a ir zigzagueando entre toboganes sonoros.
Ángel Silvelo Gabriel.